Crisis del Covid-19

Entre 'lavarse las manos' y la falta de agua en chabolas de Granada

  • La petición de una toma de agua para las familias de un asentamiento en Bobadilla, frente a la Sala el Tren, no ha sido atendida

  • La comunidad rumana gitana desalojada de la Azucarera de San Isidro vive ahora en condiciones míseras entre la capital y Jun

Una de las mujeres de la comunidad rumana gitana del barrio de La Bobadilla, en La Chana.

Una de las mujeres de la comunidad rumana gitana del barrio de La Bobadilla, en La Chana. / Jesús Jiménez / Photographerssports

Qué hacer cuando ni siquiera hay una pileta de agua para lavarse las manos. En estos días de agitación para todos los colectivos, hay gente para la que nada ha cambiado. Si acaso que están en una situación de mayor vulnerabilidad ante las exigencias de momento. En La Chana, en lo que ya forma parte del barrio de Bobadilla frente a la Sala el Tren, conviven desde hace casi un lustro en chabolas varias familias en una comunidad rumana gitana que durante esta pandemia no están pudiendo contar con una toma de agua potable pese a las peticiones de Médicos del Mundo, la organización que ha solicitado a Servicios Sociales del Ayuntamiento de Granada atenciones para estos ciudadanos.

La doble vulnerabilidad para esta comunidad chabolista y algunas otras que se reparten por otros puntos de la ciudad y que Médicos del Mundo ha intentado paliar haciendo reparto de comida, en la medida de sus posibilidades. No es la tarea que hace habitualmente esta organización, pero han entendido que era de primera necesidad para la salud de estas personas que se dedican a la venta de chatarra y no tienen sustento económico con el que soportar esta tesitura del Covid-19. Es decir, que el hambre empezó a hacer mella pronto.

El principal sustento de estas personas son la chatarra y la mendicidad. El principal sustento de estas personas son la chatarra y la mendicidad.

El principal sustento de estas personas son la chatarra y la mendicidad. / JESÚS JIMÉNEZ / PHOTOGRAPHERSSPORTS

En la Carretera Antigua de Málaga, que estos días de desescalada se llena de runners y paseantes que buscan el desahogo de la Vega urbanita y la tranquilidad del barrio de Bobadilla, se realizan su actividad diaria los habitantes de este poblado que han tenido que hacer un receso en la chatarra y recibir la ayuda de primera necesidad que ha llegado de organizaciones sociales en forma de alimentos.

Precisamente, hace unos meses fue noticia en la ciudad el asentamiento de ocho familias rumanas gitanas en el simbólico edificio abandonado de la Azucarera de San Isidro. Una construcción, protegida con la catalogación de Bien de Interés Cultural (BIC), de la que fue desalojada en diciembre esta comunidad de 42 personas -entre ellos 15 menores- con el compromiso del Ayuntamiento de reubicarlos temporalmente en dos centros de atención social de la capital.

Otra imagen del asentamiento en Bobadilla. Otra imagen del asentamiento en Bobadilla.

Otra imagen del asentamiento en Bobadilla.

La propuesta no surtió efecto, según denuncia Médicos del Mundo, al ser inadmisible ya que además de temporal no tenía consideración con ellos pues pretendía separar a las familias con las mujeres y los niños en un centro a un lado de la ciudad y los hombres en otro extremo. Ello ha provocado que vuelvan a un cortijo del Camino de los Yeseros -entre la capital y Jun-, en unas condiciones chabolistas que la organización señala como infames y de poca o nula habitabilidad.

Una desprotección para esta comunidad, con 15 menores, por la que esta institución social critica al Ayuntamiento de Granada que entre sus argumentos para el desalojo de diciembre señalaba la situación de vulnerabilidad los niños. Según Médicos del Mundo, ya nadie se ha vuelto a preocupar y no sólo es que se le haya dado la espalda a este colectivo, sino que además consideran que lo más grave es cómo se lavan las manos ante estas situaciones. Precisamente, lo que no se puede hacer de forma literal en las chabolas.

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