Granada

La lluvia fue de caramelos

  • La amenaza del tiempo no impidió que los Reyes Magos cumplieran con su cita anual con los granadinos · Los paraguas sirvieron al final para recoger los más de 12.000 kilos de dulces que lanzaron sus Majestades

La lluvia dejó que los Reyes Magos se dieran ayer su baño de masas por la ciudad antes de empezar el trabajo duro: una noche intensiva de reparto  de regalos -o de carbón, que también pueden dejar, no hay que olvidarlo nunca-. La alegría, el colorido, la música o los atuendos exóticos llegados del lejano Oriente volvieron a las calles con un diluvio de caramelos a pesar de las previsiones meteorológicas de los últimos días.

Llover, llovió, pero no lo suficiente para dejar encerrada la cabalgata en el Centro de Gran Capitán, de donde salió rumbo al Ayuntamiento de Granada. El concejal de Cultura, Juan García Montero, ya lo había advertido: salvo que cayese un aguacero,  se intentaría "por todos los medios", que el cortejo saliese. Como muchos niños participan como pajes de las carrozas, estaba claro que no se iba a poner en juego la vida de los cientos de criaturas haciéndoles soportar un chaparrón de varias horas, pero una ligera llovizna no iba a impedir que sus Majestades faltasen a tan tradicional cita.

El público tampoco quiso perderse su encuentro con los Reyes, a pesar de la lluvia. El único problema es que si David Delfín puso de moda hace unos años las vendas, ayer sus Majestades por poco instauran la tendencia de los parches porque el gentío apelotonado en las calles más estrechas del recorrido y presa del frenesí de coger caramelos no saltó más de un ojo con los paraguas de milagro. Los adultos, mucho más entregados a este juego  de caza que los pequeños, entendían cualquier incidencia que pudieran causar con este objeto como un daño colateral plenamente justificado por el noble fin de la recolecta de dulces.

Aunque sin llegar a alcanzar esos extremos, los caramelazos de algunos integrantes del cortejo real, incluso de algún rey (Melchor tiraba casi a matar)  también tenían sus riesgos.

Donde sí que se produjo un pequeño accidente fue en el cruce de Recogidas con el Camino de Ronda porque una carroza en retirada le dio un topetazo a una señora que se había acercado a pedir caramelos, según fuentes presenciales, y que tuvo que ser traslada a un centro hospitalario porque tenía molestias en una pierna además de una crisis de ansiedad. "Demasiado pocos accidentes hay hoy para como se tira la gente a las carrozas a coger caramelos", comentaba un policía local.

Los más pequeños se lo tomaban con mucha más filosofía que sus familiares. Algunos, incluso, mostraban cierta reticencia a establecer un trato demasiado cercano con los Reyes o con su cortejo, traumatizados tal vez por el recuerdo de la llantina en el regazo de alguna de sus Majestades en un centro comercial. Uno de los niños que no quería acercarse era Joel Martín, de sólo un año de edad, mientras que su hermano Marc, más curtido en estas lides con tres cabalgatas a sus espaldas, estaba en primera fila intentado coger golosinas.

Junto a él estaba Natalia Morales, de cinco años, que no tenía que esforzarse mucho en coger caramelos porque su familia, alrededor de ella, había ideado una estrategia perfecta que le permitió tener media bolsa de supermercado llena de dulces sólo al paso del cortejo oficial del Rey Melchor.

Como no hay mal que por bien no venga, la estrategia más general ayer vino del mal tiempo: los espectadores dieron la vuelta a los paraguas para recoger caramelos sin tener que doblar la rabadilla.  Muchos clásicos, como Francisco Dorador, familiar de Natalia, eran partidarios de cogerlos del suelo porque de lo contrario se pierde la diversión y muchos pequeños no pueden ver nada .

Los que, como es costumbre, cogen todos los años mucha más distancia son las pandillas de estudiantes que quedan para despedir sus vacaciones navideñas, como Sonia Álvarez, Olga Palma, Lucía Cristiani y María José Cano,  a las que causó más sorpresa la carroza de los bomberos que las de los Reyes.

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