Granada

La maltratada puerta de Las Granadas

  • El equipo del Instituto de Patrimonio Cultural de España y el Patronato de la Alhambra han lavado la cara del monumento, que se sitúa en una zona sobreelevada y que es obra de Pedro MachucaCuesta pensar cómo resistió esta puerta de piedra muy porosa, soportando oscilaciones térmicas de 40 grados, los intensos fríos granadinos y el roce continuo de miles de autobuses · Hoy está limpia y viva

Gracias al equipo del Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) del Ministerio de Cultura en colaboración con el Patronato de la Alhambra podemos admirar el magnífico lavado de cara que luce la Puerta de las Granadas. De la única cara que tiene la entrada porque la parte de atrás, la que da a los bosques, no está labrada.

Mil veces hemos atravesado la puerta los que de niños jugábamos en Plaza Nueva y subíamos con agilidad la Cuesta de Gomérez para acabar bebiendo agua fresca en la Plaza del Aljibe, frente al Palacio de Carlos V.

Otras tantas veces hemos visto autobuses de transportes privado y público, de generosos tubos de escape, de matrículas raras y de conductores poco hábiles, rozar el arco de la puerta y dejarse carrocerías, embellecedores y más de un retrovisor en esa muy porosa pero noble piedra caliza de Santa Pudia que gritaba escandalizada del maltrato que le daban.

Nos recuerdan los técnicos que la Puerta se ubica en una zona sobreelevada de la ciudad que ronda los 700 metros de altitud y sometida a los intensos fríos granadinos y a los 40 grados centígrados del verano durante el día, a los que pueden seguir bruscamente noches fresquitas. Oscilación térmica que unida a la humedad afecta muy negativamente a la caliza, disolviendo la piedra como un azucarillo.

Nada más lejos seguramente de la intención del rey y emperador Carlos V cuando la mandó construir a su arquitecto, el toledano Pedro Machuca, hacia 1536, puesto que esa disposición de sillares en forma de almohadillas, tan del gusto italiano del Renacimiento, quería ser símbolo de la fuerza y la grandeza imperial.

Símbolo además de la ciudad por esas tres grandes granadas que coronan el tímpano con el escudo imperial del águila bicéfala en el centro y los restos de las alegorías de la Paz y la Abundancia a los lados.

Se intentaba adecentar el barranco que separaba la colina de la Sabika de la del Mauror; esa vaguada acabaría siendo la Cuesta de Gomérez, ennoblecida en su acceso a los bosques por la Puerta de las Granadas y la muralla que une la Alcazaba con las Torres Bermejas. Puerta que venía a sustituir a otra anterior de factura nazarita.

Hoy da gusto ver la simbólica Puerta de las Granadas porque el espacio ha quedado precioso. La limpieza de la piedra nos ha dado una nueva puerta que veíamos negra por los humos y musgosa por los hierbajos. La aplicación de sistemas mecánicos, aspiradores de aire, espátulas, cepillos, etc., y el empleo de biocidas dejará libre de microorganismos a esas piedras tal maltratadas durante siglos.

Aunque los trabajos de intervención para la restauración han sido largos y complicados, ha merecido la pena: equipos de arqueólogos, restauradores, fontaneros, albañiles y los técnicos especialistas, arquitectos, aparejadores, etc., han puesto su empeño. Dicen que costó el arreglo casi 700.000 euros. Todo ese esfuerzo unido a la sensata medida de prohibir el tráfico rodado por la zona, hace de la entrada a la alameda por la puerta restaurada lugar de especial encanto.

Y un agradable paseo peatonal desde la Plaza Nueva al monumento a Ángel Ganivet por la calle central de los bosques alhambreños, atravesando la bonita Puerta de las Granadas, puede ser hasta recomendable para los amantes de las dietas naturales.

De camino les echamos una mano a los comerciantes de la cuesta a los que también les gustaría vender algo. Y si al bajar recalamos en las terrazas de Plaza Nueva, tampoco está mal. Hagamos correr lo más posible el euro que nos queda con el pretexto de visitar la Puerta de las Granadas recién restaurada.

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