Granada

El 'ostracismo' de no vivir conectado

  • Muchos mayores se ponen al día con las nuevas tecnologías para no sentirse aislados

El apartheid fue el deleznable sistema de segregación racial que sufrió Sudáfrica hasta el año 1992. Este modo de discriminación felizmente fue erradicado, si bien en el primer mundo el hombre continúa cribando a la sociedad, a veces, sin ser consciente del gueto al que someten a colectivos como los analfabetos digitales o, simplemente, a todos aquellos que no viven permanentemente conectados a la red.

Esta es la discriminación que ha vivido en sus propias carnes Patricia García (nombre ficticio para preservar la identidad de la protagonista de la historia) por no poder utilizar una aplicación ya universalizada como el whatsapp. A sus 70 años de edad había logrado sobrevivir al manejo del ordenador o navegar por internet; en definitiva, ajena a ese espacio cibernético donde el mundo se comunica sin un rostro que interpretar o sin el contacto físico de un abrazo en la despedida.

"Algunas amigas se han apuntado al Guadalinfo" donde han realizado cursos para los denominados analfabetos digitales. Por el contrario, ella argumenta que nunca ha necesitado utilizar un ordenador para su vida diaria, ha vivido felizmente sin realizar compras ni navegar por las millones de páginas que puebla internet. De este modo, añade, aun viéndose capacitada y motivada a aprender cosas nuevas se prometió no dejarse los ojos en la pantalla de un ordenador.

Sin embargo, la situación le ha cambiado con la telefonía móvil. "Ahora mis hijos y mis nietos sólo usan el móvil, aun estoy con ellos los sentía lejanos", ausentes en un limbo mental donde toda su vida pivota sobre ese amasijo de silicio que tiene una aplicación llamada whatsapp que les comunica con sus seres queridos.

"Me he llegado a sentir aislada", afirma esta mujer cuando recuerda que hace sólo un par de meses había perdido el contacto con sus hijos y nietos. "No sabía de las notas del colegio de los niños, la novia del mayor, el pequeño de mi Manoli que se cae y se parte un diente". Un apartheid que ha sufrido sin una voluntad explícita de sus familiares y amigos de apartarla, pero ha vivido una situación que le ha llevado a estar cerca de sufrir una depresión.

El psiquiatra Alfonso Carlos Gómez explicó que "el comportamiento antinatural corresponde a quien tiene una dependencia absoluta de las nuevas tecnologías", prescindiendo o arrinconando sus capacidades verbales a la hora de comunicarse con sus semejantes. En este sentido, indica que se ha llegado al dislate de "ver reuniones en un bar en la que todos los miembros de la mesa se encuentran pendientes del móvil, una caricatura de la sociedad que se ha convertido en una triste realidad". Por esa razón, "más que forzar al abuelo a que se sume a las nuevas tecnologías, soy de la opinión de que es el resto de la familia los que han de cambiar su conducta" hacia aquellos que aun no han dado el salto a un smartphone.

A pesar de este análisis. Hace escasamente un mes Patricia se compró un móvil de última generación, levanta orgullosa su móvil y muestra la ecografía de su futura nieta que le remite por whatsapp su hija. Se siente otra vez parte de su propia familia, aun cuando ha tenido que ceder a esa dictadura social que condena al ostracismo a todo aquel que no vive permanentemente conectado.

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