L Evolución demográfica de la provincia

La pérdida de vecinos obligó en un siglo a 'fusionarse' a 51 poblaciones

  • El medio centenar de localidades dejó de tener ayuntamiento propio para pasar a depender de otros mayores · La provincia tenía en 1900, según el primer censo de población, 205 ayuntamientos.

La despoblación, constatada en la última revisión del padrón elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, hace peligrar la supervivencia de Carataunas, Juviles, Polícar y Lobras como entidades municipales. A lo largo de los últimos cien años, los municipios granadinos no han sido ajenos a esta situación. Basta echar un vistazo a los censos de población de principios del siglo XX. Desde 1900, en Granada han desaparecido como tales 51 ayuntamientos, mientras que se han creado 14 nuevas corporaciones locales, en muchos casos resultado de la unión de municipios menores.

Y la base del problema, en todos los casos, ha sido la pérdida progresiva de población, unida a una reforma administrativa que cambió en los 70 el sistema de ayudas y subvenciones estatales.

El primer censo de población del siglo pasado, facilitado por el Instituto Nacional de Estadística, refleja que la provincia de Granada estaba compuesta en 1900 por un total de 205 municipios, 37 menos que en la actualidad, cuando 168 núcleos de población están considerados como municipios.

El director del departamento de Geografía Humana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, Manuel Sáenz Lorite, explica que, en realidad, no se trata de que de la noche a la mañana estos 50 municipios hayan sido eliminados del mapa, sino que se trata en su mayoría de fusiones entre distintos núcleos producidas a lo largo de la historia. "Estas fusiones han tenido lugar en momentos distintos, aunque el acelerón más grande se produjo entre la década de los 70 y de los 80 del siglo XX", indica Sáenz Lorite.

"Todas estas fusiones han estado motivadas por una cuestión económica. En los años 70, el Estado modificó el sistema de ayudas a los municipios, lo que hizo que algunos ayuntamientos menores, de entre 600 y 800 habitantes, decidieran agruparse para poder recibir las subvenciones", explica el director del departamento de Geografía Humana. Y en los años 80, con la llegada de la democracia y el traspaso de competencias a los ayuntamientos, muchos municipios con escasos habitantes se unieron a otros. "Un pueblo con 1.000 habitantes no tiene dinero ni para construir ni para mantener equipamientos como bibliotecas o centros sociales. Para hacerlo tendría que ahogar a sus vecinos con tasas e impuestos prohibitivos".

Así, por ejemplo, en 1900 el censo de población registra a Belicena, Purchil y Ambroz como ayuntamientos independientes. En los años 90, estos tres núcleos de población se fusionaron y pasaron a denominarse Vegas del Genil, que es como aparecen actualmente en el padrón. De igual manera, Guájar-Alto, Guájar-Faragüit o Guájar Fondón pasaron a formar parte del municipio que hoy se conoce como Los Guájares. Y en 1930, el municipio de Murtas se amplió con la incorporación de Cojáyar y Mecina Tedel.

Otra cosa distinta es lo que a lo largo de la historia han sufrido anejos y núcleos de población. En estos casos sí que puede hablarse de desaparición total. "Desde 1900 han tenido que desaparecer infinidad de anejos, ventorrillos y cortijadas", señala Manuel Sáenz de Lorite. "Las zonas donde la emigración ha castigado más duramente a los núcleos de población han sido la Alpujarra, el Marquesado y las comarcas de los altiplanos", añade.

Eso sí, no todo está perdido y así lo han demostrado las estrategias municipales llevadas a cabo, según Sáenz Lorite, durante los últimos diez años.

Lo rural está en auge y eso puede ser el salvavidas para bastantes pueblos de la provincia, algunos de los cuales, gracias al empuje de ese tipo de turismo, no sólo no han perdido población en los últimos años, sino que la han ganado.

Es una circunstancia que se ha producido en diez poblaciones de la Alpujarra: Albondón, Alpujarra de la Sierra, Bérchules, Cádiar, Cáñar, Cástaras, Lanjarón, Lújar, Murtas, Nevada y Ugíjar. Los datos comparados de los censos de 2006 y 2007 no arrojan diferencias sustanciales, eso también es cierto, pero al menos constatan que se ha puesto fin al goteo descendente.

La Alpujarra es el motor de un turismo rural que, en el año 2006, se llevó más del 25 por ciento de los visitantes de la provincia, por encima de las opciones tradicionales de sol y playa y de nieve y sólo por debajo de la cultural y monumental. 1.684.000 visitantes, 586 millones de euros de ingresos, 14.834 plazas en 580 alojamientos oficialmente considerados como rurales... son otros datos igualmente reveladores de la pujanza de lo rural.

Es un turismo relacionado de manera casi íntima con el medioambiental -ambos se basan en el desarrollo sostenible y en ensalzar valores como la tranquilidad o los productos naturales- que se promociona desde las instituciones y que también recibe un apoyo más espontáneo, algo que se traduce en la cada vez mayor presencia de extranjeros. Y no es un disparate pensar que algunos se hayan ido a vivir allí espoleados por el ejemplo de Chris Stewart, probablemente el mejor embajador de la Alpujarra en el extranjero gracias a las más de 700.000 copias que despachó en inglés de su libro Entre limones, que después también ha sido un éxito de ventas en español.

La Diputación consciente de que ese turismo rural juega cada vez un papel más importante, se ha ido implicando progresivamente en su fomento, con acciones como cursos de formación para mejorar la profesionalización del sector, o con advertencias sobre el riesgo de que la oferta de plazas esté creciendo más que la demanda, lo que lleva a que convivan establecimientos que dan la mejor calidad con otros en los que ésta brilla por su ausencia y por cuya desaparición hay que luchar. Porque esa pésima imagen se transmite más rápidamente que la buena.

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