L Día del Trabajo

2.000 personas secundan en Granada una marcha de sabor poco reivindicativo

  • Los sindicatos piden que la crisis económica no se cebe con los sectores más vulnerables

Si en una manifestación resulta llamativo que coincida la cifra de asistentes que facilitan los organizadores con la que aporta la Policía Local, es que no hay demasiadas cosas que contar de ella. Algo más de dos mil personas, según una y otra fuente, secundaron ayer en Granada la habitual marcha del Día del Trabajo, que discurrió sin incidentes entre los jardines del Triunfo y la Plaza Nueva.

Poco después de las doce, y precedidos por una furgoneta donde no pararon de sonar Ana Belén y Víctor Manuel -teoría: seguramente quisieron poner La Muralla y luego se olvidaron de quitar el disco, con lo cual cayeron Un corazón tendido al sol o El hombre del piano, no muy procedentes para la ocasión- los manifestantes se pusieron en camino con los dirigentes provinciales de UGT y Comisiones Obreras en la primera línea, sosteniendo la pancarta con el lema principal de la convocatoria: "Es el momento de la igualdad, el salario digno y la inversión productiva".

El eslogan, de por sí, ya hacía indicar que se trataba de una marcha reivindicativa pero al ralentí. Quizás porque la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero acaba de comenzar y no era plan de amenazarle aún con huelgas generales, o puede que por otros motivos, el caso es que tanto ahí como en el manifiesto final, leído por Remedios Durán (CCOO) y Teresa Jerez (UGT), hubo un tono ciertamente descafeinado.

Hubo muchísimas banderas de Comisiones Obreras, bastantes de UGT, un buen puñado de tricolores y, claro, alusiones a la desaceleración -aunque muchos de los manifestantes prefirieron llamarla crisis, a secas-. Y también a la necesidad de recurrir al diálogo social "como instrumento para abordar los cambios" que se hacen necesarios para proteger del inminente chaparrón a los más vulnerables.

"No sólo reclamamos medidas a corto plazo, sino un cambio de modelo productivo que dé más peso a la industria y la tecnología, que garantice unos buenos salarios, que suba el mínimo interprofesional y que dé más oportunidades a los parados", leyó Teresa Jerez, que en su discurso incluyó referencias al panorama internacional -y una defensa explícita de los pueblos de Tíbet, Iraq y Palestina- y aludió también a la necesidad de actuar frente al cambio climático. Remedios Durán citó otros objetivos, como frenar la siniestralidad laboral y acabar de una vez por todas con el terrorismo.

Alusiones a Granada hubo muy pocas, por no decir ninguna. Ni siquiera por parte de los secretarios provinciales de los sindicatos convocantes, Miguel Ángel Soto (CCOO) y Mariano Campos (UGT), quienes al inicio de la marcha repitieron casi punto por punto los argumentos que ya expusieron días antes en rueda de prensa: que los más débiles no paguen los platos rotos de la crisis y que el sindicalismo siga siendo "el último parapeto contra el liberalismo salvaje".

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