Granada

Un pregón muy personal consigue llevar a los cofrades "a la Gloria"

  • Juan Jesús López-Guadalupe sorprendió ayer con un texto que se saltó los cánones y dejó notas de exquisita profundidad cofrade

Diferente, personal, crítico, atrevido, poético, emotivo, cofrade. La Semana Santa de Granada engrosó ayer a su lista de pregones oficiales un texto nuevo que sorprendió por lo alejado de los cánones establecidos pero también por la profundidad y detalles cargados de vivencias y notas cofrades. El responsable fue el historiador del arte Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz, cofrade de los que nacen y que supo dar un sello distintivo a su texto. Ya lo advirtió días antes; el pregón pretendía explicar que ser cofrade es una vocación. Y lo hizo con un texto que superó las manidas referencias a las hermandades según día y orden de salida; dándole una vuelta más; nombrando pero de otra forma, recreándose en los detalles que hacen a un cofrade y en el fondo que tienen que tener las hermandades.

Lo primero que hizo es demandar a las cofradías más atención a la sociedad real, a los problemas que hoy afectan a la población y hacerlo día a día, lejos de la aparente opulencia de las corporaciones o la penitencia puntual de la salida cada Semana Santa. "A las cofradías y a los cofrades nos sentaría muy bien de vez en cuando pisar verdaderamente el suelo, aunque esté helado", dijo el pregonero, quien alentó también a las corporaciones a actuar como verdaderas familias.

La crítica también llegó con la llamada a "vigilar la profesionalización de las tareas del cofrade", en alusión a los "fichajes" de capataces, priostes, bandas, vestidores, "como si se contrata a un deportista o a un locutor". López Guadalupe insistió en que no hay que olvidar el fondo de la cuestión, el amor, por lo que llamó a superar las 'competiciones' para que el trabajo sea auténtico y ejemplar.

Y para todo esto pidió un "paso adelante" de los cofrades para participar en las hermandades. Lo hizo dirigiéndose a las personas que seguramente no estaban allí, a los que les gusta una imagen pero no se hacen de las hermandades a las que siguen; a los costaleros que ya no salen bajo un paso y que se han apartado de su cofradía pese a que la siguen todavía por la calle; a los que han ocupado cargos de responsabilidad en las juntas de gobierno pero que por problemas en la salida o diferencias con los actuales responsables también han dado un paso atrás desvinculándose por completo de "aquella túnica que antes lucía con orgullo". A todos animó a participar en las hermandades, momento que levantó los aplausos del público.

Pero hubo más detalles que los cofrades supieron apreciar en un pregón diferente pero acertado. Porque lo hizo en base a su experiencia, a sus vivencias, a su formación, a sus recuerdos, a su concepción de la Semana Santa, en la que evidentemente tienen un espacio importante, y así se reflejó en el pregón, las hermandades de los Escolapios y de San Agustín.

Uno de los momentos más especiales fue el que aprovechó para recrear cómo tuvo que ser el momento en el que José Risueño tallara a la Virgen de la Esperanza, entonces de las Tres Necesidades. Un capítulo del pregón que consiguió conjugar su profesión como historiador del arte con su sentimiento cofrade y que logró trasladar a los presentes a una pequeña habitación oscura iluminada con un pequeño candil en la que la gubia y las manos de un artista dieron forma a la belleza.

El paso de palio como "máquina de la belleza", según lo describiera el padre Enrique Iniesta en un pregón que ha pasado a los anales de la historia cofrade, también tuvo su hueco. De hecho, reivindicó la recopilación de sus escritos dedicados a la Semana Santa, toda una enciclopedia cofrade.

Para los costaleros tuvo alabanzas pero también reproches. Así, recreó el trabajo bajo un paso y el esfuerzo de estos "cirineos", que tienen el privilegio de poder vivir momentos únicos, como el descrito por el pregonero cuando en la salida del paso del Cristo de San Agustín se baja la imagen para salvar la puerta teniendo justo al lado los pies de la imagen. Pero a los costaleros, los que "aprenden a andar por segunda vez", también advirtió de que la recompensa de su trabajo "no es el aplauso".

En el pregón también tuvo tiempo para las reivindicaciones cofrades, como el apoyo a la coronación canónica de la Esperanza, la solicitud de que el puente romano lleve el nombre del Cristo de la Expiración o el ánimo a los estudiantes a que dejen sus promesas o súplicas en la reja de la capilla de la Virgen de los Remedios a modo de "flores de papel".

Por último, se refirió a Granada, a la que durante todo el pregón citó como "niña de ciprés y agua", para que "las calles se conviertan en ríos de túnicas iluminadas por los cirios de la fe" y que todo sea "la Semana Santa de Granada". Y de ahí, "¡a la Gloria!", concluyó el pregonero.

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