Granada

Un tablao flamenco en la Capilla Real

MI amigo Luis Miguel Rodríguez es el propietario de esta anécdota, puesto que él fue uno de los protagonistas. Iba mi amigo hace unos años por la Plaza de Alonso Cano (en la antesala de la catedral) cuando vio a una mujer arrodillada ante la estatua que allí hay dedicada al famoso escultor, pintor y arquitecto granadino. Mi amigo se sorprendió al ver a una mujer rezando ante aquella estatua y quiso sacarla de su error:

-Señora, ese a quien reza usted no le va a hacer caso porque no es ningún santo.

La mujer interrumpió sus rezos, levantó su mirada de reproche y exclamó:

-Me lo va a decir usted a mí que ya me ha hecho dos milagros.

La anécdota se la cuento a Harry, que se echa a reír y dice:

-Bueno, cada cual elige su fe. Hay sectas que rezar a flores y sectas que rezar a extraterrestres. Esta mujer al menos rezar a un artista. Más lógico es.

Harry me pide que por una semana me deje de excursiones por las afueras y lo lleve a la catedral de Granada. Yo accedo gustoso porque a mí el centro de Granada me encanta. Estaría paseando por él todos los días que me quedan de vida. Es un lugar en el que está embalsada esa belleza que proponen la catedral, la Alcaicería, el Zacatín, la plaza Bib-Rambla… Así que quedamos el miércoles, día de la semana que más me gusta, no sé exactamente por qué.

El día está soleado. El invierno en Granada ha durado menos que la investidura de Pedro Sánchez. A eso de las once de la mañana el sol empieza a calentar molleras. Menos la de Harry, que ha acudido a la cita con un sombrero tipo Indiana Jones y un bastón de los que se utilizan para las caminatas, como si fuera a la aventura de su vida. Entramos a la zona por la plaza de las Pasiegas, que está pavimentada con piedra de Sierra Elvira. Primitivamente, le explico a Harry, a aquella plaza desde la que se ve la fachada de la catedral, se llamaba de las Flores.

-¿Por qué llamar Pasiegas?- pregunta Harry.

Yo tiro de guía de Gallego Burín y le explico que hay al menos dos versiones. Primera que varias mujeres de la comarca del Pas, la actual Cantabria, tenían por allí tiendas de telas. Y segunda, la que todo el mundo maneja, es que por allí se juntaban las amas de cría pasiegas que daban de mamar a los niños expósitos o eran contratadas por familias de la burguesía granadina para que amamantaran a sus hijos.

El edificio que hay a la izquierda es la Curia o Palacio Arzobispal. Y entonces le explicó a Harry una batallita de antiguo periodista que les cuento a todos los que me acompañan cuando paso por allí. Tanto la he referido que los miembros de mi familia huyen cuando voy a contarla a alguien. Fue sobre el incendio que sufrió el último día del año 1982 en que yo y varios periodistas que cubríamos el suceso, espoleados por el concejal José Miguel Castillo Higueras, participamos en el rescate de varias obras de arte que había en su interior. Yo saqué varios legajos históricos y decenas de libros de la biblioteca.

El fuego se inició, al parecer de manera fortuita en un puesto de juguetes de la plaza Bib-Rambla, donde por esas fechas se instalaban los vendedores de regalos navideños y de Reyes, y a uno de cuyos laterales da la espalda de los edificios siniestrados. Las llamas prendieron fácilmente en las ventanas bajas y cierres de madera del Palacio Arzobispal, así como en la pintura de las paredes, ascendiendo hasta las cornisas y aleros del tejado, todo ello de madera vieja de pino altamente combustible.

-¿Haber desgracias personales?- me pregunta Harry.

-No. Solo dos o tres personas tuvieron que ser atendidas por inhalación de humos. Nada más.

A Harry la portada de la catedral le parece grandiosa. Lo que sé de ella es que el arquitecto fue el señor al que la mujer le rezaba y del que había recibido dos milagros. Casi dos siglos duraron las obras de la catedral, seguramente lo que va a tardar el metro o el AVE. Aquí en Granada ya se sabe, todo transcurre más lentamente.

-¡Oh! ¡Exagerado!- exclama Harry.

-¿Exagerado? Ya veremos si mi nieto ve funcionar el metro.

La construcción de la catedral de Granada tuvo siete arquitectos en los casi doscientos años que duraron sus obras. Tal vez el más destacado fue Diego de Siloé, que dedicó a ella casi toda su vida y que para erigirla siguió el modelo del Santo Sepulcro de Jerusalén. La catedral había nacido con trazos góticos y terminó siendo renacentista y barroca, con girola y cinco naves en lugar de las tres habituales. Aquello causó una de las grandes polémicas que atesora esta ciudad. Fue Carlos V el que siguiendo los deseos de sus abuelos, los Reyes Católicos, impulsó su construcción durante la estancia de este con su esposa Isabel de Portugal en Granada. Aquí en Granada echaron el 'quiqui' en el que se gestó Felipe II. Las obras estuvieron muchos años paralizadas en varias etapas: la bancarrota durante el reinado de Felipe II, la pérdida de la fuerza económica en la zona con la expulsión de los moriscos y la muerte de Alonso Cano en 1667. Al final la catedral perdió una torre (habían previstas dos) y el grandioso proyecto se quedó mermado por las adversas circunstancias económica. Normal.

A Harry no le interesa demasiado el interior. A pesar de ello pagamos cinco euros para entrar y vamos una tras otra recorriendo capillas hasta llega a la Mayor. Allí nos paramos y le digo a Harry que se fije en el magnífico arco toral, que es estudiado en las facultades de arquitectura de todo el mundo ya que fue la solución para que la cúpula estuviera sobre el altar mayor y no sobre el crucero como en las catedrales góticas. Después le llevo a ver la Inmaculada de Alonso Cano y le digo que se fije en el ciclo de las vidrieras que fueron hechas en Holanda.

Pero Harry está muy interesado en la Capilla Real, donde están enterrados los Reyes Católicos, Juana la Loca y Felipe el Hermoso. Y hacia allí vamos. En la Capilla Real he estado varias veces, la última con mi amigo Francisco Javier Martínez, que fuera canónigo de la catedral de Granada y hoy el hombre que más sobre dicho templo. Un lujo contar con él cuando se visita el recinto.

-¿Tener España buenos reyes?- me pregunta Harry.

-Aquí, desde la unidad de España, hemos tenido varias dinastías. En más de cinco siglos los reyes competentes se pueden contar con los dedos de la mano. Ha habido mucha basura real, Harry. Hemos tenido reyes locos, impotentes, hechizados, tontos de remate…

-Nosotros tener pocos reyes y muchos ser extranjeros. Pero desde 1950 Irlanda ser república- dice Harry, que me recuerda que Felipe II, el hijo de Carlos V, fue rey de Irlanda por una bula papal después de que fuera excomulgado Enrique VIII de Inglaterra.

Antes de entrar en la Capilla Real, le digo a Harry que se fije en los retablos, en el sepulcro doble donde están los Reyes Católicos, obra de Domenico Fanceli y sobre, todo en las magníficas tablas flamencas que proceden del testamento de Isabel la Católica.

Harry observa todo con detenimiento el retablo con las imágenes que hay en la Capilla Real y que representan la unidad política, territorial y religiosa de España. También le conmueve las esculturas en piedra de los reyes católicos sobre su sepulcro.

-¿Dónde estar tablao flamenco?- me pregunta Harry cuando salimos de la capilla.

-¿Qué tablao flamenco?

-Tú decir antes que aquí haber un tablao flamenco.

-No hombre, no. Tablas flamencas. Dije tablas flamencas. Tablas pintadas por pintores de la escuela flamenca.

-¡Ah! Ya decir yo que aquí poco espacio para tablao flamenco.

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