Granada

El transporte más humanitario

La mañana empieza a las 7.30 horas para estos profesionales de la Cruz Roja que realizan una labor social y humanitaria muy importante para los mayores con movilidad reducida. Su trabajo permite a estas personas trasladarse de casa a los centros de día donde son llevadas con el mayor confort y ayuda posible, gracias al buen trato del conductor hacia las usuarios y al equipamiento de estos vehículos de transporte adaptados.

Emilio Ortega es el chófer de este microbús adaptado. Tiene 42 años y lleva desde el año 2000 trabajando en el transporte adaptado de personas de movilidad reducida. Con mucho respeto y simpatía, Emilio señala que este tipo de trabajos tienen una lado "humanitario" y de "ayuda" importante. "Estas personas merecen este trato", señala el conductor, y la verdad es que las señoras son muy agradecidas con la amabilidad mostrada.

Normalmente son dos las rutas que se realizan por la mañana para llevar a las usuarias al centro de día Buenos Aires. Emilio comenta que la única finalidad es evitar el cansancio de los mayores al pasar tanto tiempo en el microbús haciendo la ruta, por ese motivo se realizan dos itinerarios. En este caso, sólo se hizo uno porque no hay demasiadas usuarias en agosto. "Normalmente van muchas más personas, hasta un máximo de quince", comenta Emilio.

En la primera parada hay una baja en la ruta. Uno de los familiares de la señora baja del domicilio y le comenta al chófer que tiene fiebre y no hoy no va a ir al centro. El conductor, que ya tenía la rampa para la silla de ruedas bajada, vuelve a subirla y se despide del familiar.

La segunda parada se efectúa en la Avenida de Dílar y se realiza la misma operación, bajada de la rampa y espera a la usuaria acompañada por un familiar. José Luis es el hijo de Carmen, usuaria en silla de ruedas que según señala su hijo, se quedó en ese estado al sufrir una "rotura de fémur". Cuenta que su madre "lo pasa mal los fines de semana" porque "está deseando estar en el centro de día". El conductor ajusta el sistema de anclaje que lleva el vehículo adaptado para sujetar la silla de ruedas correctamente e intentar evitar cualquier movimiento durante el transporte. Una vez que ajusta los anclajes, se reanuda de nuevo la ruta con la tercera parada que se lleva a cabo también junto a la avenida. Carmen, una señora de 91 años, se sube al microbús gracias a la ayuda de Emilio, como siempre, y de un escalón que facilita la subida al vehículo.

La cuarta parada también se realiza un poco más adelante, en la misma avenida, y al igual que todas, sube y se sienta para que el conductor realice el mismo protocolo de seguridad con las usuarias: la colocación del cinturón. La quinta parada se efectúa en la calle Palencia. Josefa, una señora "coqueta", como la reconocen sus compañeras, sube al vehículo sin demasiada ayuda. La sexta y última parada del corto itinerario veraniego se lleva a cabo en la calle Emperatriz Eugenia. Mercedes, acompañada de su marido, se incorpora a la primera ruta porque la segunda se ha suprimido.

De camino al centro de día Buenos Aires, Emilio tiene que sortear los muchos obstáculos que las obras del Metro están generando en Granada, e indica que "el camino se hace un poco más largo por las obras y hay que dar más vuelta de la cuenta". Alguna señora duerme durante el trayecto para llegar en plenas condiciones al centro de día.

Es hora de bajar. Ayudadas siempre por auxiliares de los centros, las llevan hacia el interior para empezar su jornada diaria en grupo.

Emilio, conductor de Cruz Roja, ha terminado la primera parte de su servicio, la recogida y transporte de usuarias hacia el centro a primera hora del día. Pero aún no ha acabado su jornada laboral. Una vez que ha dejado a las personas mayores, vuelve a la central de Cruz Roja para continuar con sus labores de administración.

En las dependencias de la organización se encuentra Isabel Soler, responsable del Proyecto de Transporte Adaptado de Cruz Roja. Ella señala que se están realizando numerosas actividades para personas con discapacidad o mayores de movilidad reducida en verano. Estas jornadas de playa se enmarcan dentro del Programa Redes para la Solidaridad, y en constante colaboración con distintas asociaciones. Muchos de estos desplazamientos parten de la Parroquia Jesús Obrero directamente hacia las zonas costeras elegidas. Los viajes a las playas más cercanas se repiten a lo largo de los meses de julio y agosto. Suelen escoger Salobreña y Motril como principales destinos para pasar un día de playa con estas personas, seguro y divertido. Incluso, la organización humanitaria les facilita el baño usando la silla anfibia, un asiento adaptado que permite sentar a cualquier usuario e introducirlo en el agua sin ninguna preocupación. Esta silla no se hunde en el agua.

Por, supuesto, siempre se produce en presencia de profesionales de Cruz Roja. Soler comenta que en este tipo de viajes la organización programa charlas de hábitos saludables para todos los usuarios, e incluso, información sobre sexualidad para los más jóvenes.

Emilio descansa un rato para comer y, justo iniciada la sobremesa, a eso de las 16:00 horas, se dispone a terminar su jornada de trabajo. La rutina se repite por la tarde, se dirige al centro Buenos Aires para recoger a las usuarias y dejarlas en casa junto a sus familiares. Normalmente, éstos bajan a recoger a sus seres queridos para llevarlos a casa. Entre las cinco o seis de la tarde, el conductor concluye su día de trabajo dejando el vehículo de transporte adaptado en la sede de Cruz Roja, para su limpieza y puesta a punto para el día siguiente.

Mañana, de nuevo, será el vehículo más humanitario y cercano para estas personas. Un transporte que se acuerda que existen muchos hombres y mujeres con movilidad reducida y que les permite trasladarse a cualquier sitio de forma segura.

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