Que el Albaicín es el barrio turístico por excelencia es algo sobradamente conocido. Decir que cada día, sobre todo los festivos, sus calles, plazas y miradores se colapsan de visitantes no es ninguna noticia. Que el lleno es incesante condicionando además la vida de los vecinos del barrio también resulta obvio. Pero que para todo ese caudal de turistas no se cuente con servicios públicos que canalicen sus necesidades evitando el uso de bares o las propias calles como aseos al aire libre, sí que hay que denunciarlo.
Y es lo que hacen los vecinos del barrio, cansados de que sus calles se conviertan en orinales públicos, sobre todo determinadas zonas junto a los puntos más turísticos, ocasionando problemas de olores a los vecinos, de imagen y salubridad en las calles y de funcionamiento a los negocios y centros públicos, que tienen que capear como pueden las cientos de visitas que sólo reciben para usar sus baños.
Así, el presidente de la Asociación de Vecinos del Albaicín, Antonio Jiménez, reclama que el Ayuntamiento instale aseos públicos en las zonas más saturadas como el Mirador de San Nicolás, el Huerto del Carlos o Plaza Larga.
“Llevamos ya años pidiéndolo por las quejas de vecinos, bares y centros públicos”, explica Jiménez, que advierte de que ahora en verano la situación se recrudece porque se eliminan los baldeos, por lo que los olores y situaciones en determinados puntos y calles del barrio se convierten en un auténtico sufrimiento para los vecinos afeando también la imagen del barrio, Patrimonio de la Humanidad.
Según Jiménez, lo han pedido encarecidamente –la última vez en un acto público ante la prensa en la presentación del nuevo proyecto Albaicín Paraíso Abierto– y han recabado también apoyos como el del director de la Mezquita junto a San Nicolás ya que sufren también el problema en uno de sus muros.
“El Ayuntamiento tendría que ponerlo ya que es un servicio público. Los bares han remitido muchas quejas porque mucha gente sólo quiere entrar para ir al baño y aseguran que gastan cientos de litros de agua al día por ese continuo uso” que la mayoría tiene limitado exclusivamente para sus clientes.
También el propio centro de salud del Albaicín sufre las consecuencias ya que, según el representante vecinal, el vigilante de seguridad tiene que controlar el acceso de mucha gente que también entra sólo para acudir al servicio de este centro público.
Jiménez asegura que por la protección del barrio y su posible impacto han recibido negativas a esta petición pero reclama que se busquen soluciones con las empresas que fabrican estos espacios portátiles para que se busque un modelo adecuado. “Además no pedimos que se ponga en mitad de los miradores sino en las zonas aledañas o donde no interfiera y con su señalización correspondiente para guiar al turista”, reclama.
Una petición que argumentan también asegurando que en otros espacios patrimoniales del mundo también se da este servicio público pero para lo que reclaman voluntad y consenso para que el turismo no interfiera ni afecte a la vida del barrio y a su calidad para los vecinos, negocios y centros del barrio.
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