Granada

La venia de la vida

Fernando Ramos es uno de los nueve jueces de Instrucción de Granada y, al menos tres veces al mes, dirige el juzgado de guardia. Esos días son intensos. Son 24 horas en las que debe decidir sobre el destino de muchas personas. A la mayoría las tendrá delante y determinará si merecen seguir o no en libertad por haber despreciado las leyes. A otras, que aguardan en lista de espera para recibir un órgano, no las verá ni conocerá nunca, pero las habrá excarcelado de una espera vital. Porque, aunque son un eslabón desconocido por muchos, los jueces de Instrucción también intervienen en la cadena de trasplantes. No lo hacen en todos los casos: solo cuando la muerte del donante no ha sido natural, debido por ejemplo a un accidente de tráfico, un suicidio o un homicidio.

En estas situaciones, que son minoritarias y requieren de una investigación judicial y autopsia forense, es necesaria una autorización judicial para la extracción de los órganos. En Granada, entre enero y noviembre se han llevado a cabo trece donaciones de esta naturaleza. La tasa de denegaciones judiciales es próxima a cero. D e hecho, desde 1990 ha habido una sola negativa en la provincia. "En la mayoría de los casos, por no decir en todos, se accede", confirma Ramos.

Él y los demás jueces de Instrucción han tenido más de un sobresalto en sus noches de guardia. Tras descolgar el teléfono y despojarse del pijama a toda prisa, muchos de ellos han abandonado su domicilio 'volando' hacia el juzgado sin despegar la mirada de su reloj ni el móvil de su oreja. El objetivo: emitir, previo asesoramiento del forense, la resolución dando luz verde a la solicitud formulada de forma urgente por el hospital tras comprobar que la persona fallecida es apta para donar órganos y tejidos.

"Lo que hace el juez es previamente oír al forense, para que desde un punto de vista técnico informe sobre la viabilidad de esa petición, y si no hay ningún impedimento de tipo familiar o de alguna otra circunstancia, el juzgado lo acuerda de forma inmediata, porque se requiere una actuación urgente", explica Ramos, dejando claro que el 'sí' se produce siempre que no se interfiera a la instrucción de la causa. En esas resoluciones se especifica qué órganos se van a extraer y se notifican 'ipso facto' al centro hospitalario del que procedía la petición, a fin de que intervengan enseguida.

Lo cierto es que la donación hace que la Justicia se desprenda del fantasma de la lentitud. La venia de su señoría es para dar vida y la respuesta debe ser tan rápida como la intervención de los médicos. Se trata de una cuenta atrás donde la burocracia se convierte en aliada y no en enemiga. Son minutos claves para salvar, alargar o mejorar la vida de una, dos, tres o hasta cuatro personas, dependiendo de los órganos que puedan extraerse.

El forense solo actúa en muertes violentas e interviene en dos supuestos: en donación por muerte encefálica o en donación por asistolia o código alfa", indica José de la Higuera, que es jefe de la Sección de Laboratorio del Instituto de Medicina Legal de Granada. La activación tanto del juzgado, como de los médicos forenses, como de los equipos coordinadores es mucho más rápida en los casos de asistolia, "porque -añade- disponemos de mucho menos tiempo de preservación de órganos y solamente de unos determinados órganos". Los código alfa son aquellos casos en los que una persona sufre una parada cardiorrespiratoria en su casa o en la calle y al llegar al hospital se comprueba su fallecimiento. En estos casos, solo hay 240 minutos para sincronizar a la perfección el trabajo de unos y otros. "Son cuatro horas, pero para iniciar el mantenimiento del potencial donante son quince minutos", matiza sobre este punto Elisa Cabrerizo, que es jefa de Patología Forense, al tiempo que aclara que el forense no va al hospital, sino que "decimos qué órganos se pueden extraer en función de las lesiones que recoge la historia clínica" .

En las muertes encefálicas (que suelen ser traumatismos o hemorragias por caídas) se trabaja de una forma un poco más sosegada. El margen de tiempo para actuar es mayor.

Cuando se activa el protocolo y la maquinaria ya se ha puesto en marcha, lo normal es que todo vaya sobre ruedas y el desenlace sea exitoso. Es más probable que surja algún problema por la oposición de algún familiar que por reparos de los forenses. No es fácil, pero es muy importante que en una eventual batalla de sentimientos confusos venza la solidaridad. Aunque una persona haya registrado sus últimas voluntades, se respeta siempre la decisión de sus allegados. "Yo, personalmente, cuando consigo ver a la familia del donante antes de la autopsia le doy las gracias", confiesa De la Higuera, tras ensalzar la "buena" labor que se está realizando en este ámbito, resaltar que la colaboración entre todos los implicados "es máxima" y la conexión "permanente". Celebran de hecho reuniones periódicas que sirven a unos y otros para ponerse al día antes cambios legislativos , así como para abordar incidencias si las hubiera habido. "A través de esas reuniones, que son anuales, hemos ido haciendo protocolos de actuación, y existe una coordinación máxima", apunta la forense Inmaculada Martínez.

Pero los jueces no sólo intervienen en los trasplantes de órganos de personas fallecidas en circunstancias por esclarecer o sospechosas de criminalidad.

También tienen la última palabra en todas las donaciones de vivos. En este caso, no actúan los jueces de Instrucción, lo hacen los de Primera Instancia, o lo que es lo mismo, los jueces que conocen los asuntos civiles.

En la mayoría de las provincias andaluzas es un mismo magistrado el que se hace cargo de supervisar esas donaciones de vivos. Santiago Ibáñez es el juez que actúa en Granada, donde esas donaciones son siempre de riñón. De su juzgado depende la llevanza del Registro Civil, por lo que está acostumbrado a intervenir en actos que afectan de forma directa a la vida de las personas, como formalizar un nacimiento, una defunción o un casamiento. Desde hace cuatro años dentro de sus importantes funciones jurisdiccionales hay una más: controlar que toda donación que realice una persona viva sea consentida y se lleve a efecto con todas las garantías legales. Nunca ha parado el proceso. Como precisa, en la donación entre vivos un juez no tiene que autorizar. "Lo que se hace -agrega- es un acto de comparecencia, al que asisten los profesionales médicos, el coordinador de trasplantes y el donante, y lo que queremos es garantizar que su consentimiento sea libre y no haya sospecha de presión o compensación económica".

Los trámites en estas donaciones no son tan urgentes. Cuando llega al juzgado, el caso ya ha pasado por el Comité de Ética y cuenta con todos los informes emitidos por los filtros previos . "Lo que se pretende es que el juzgado sea un filtro más", señala Ibáñez. Por eso en su ámbito también la tasa de negativas "es cero".

Los filtros previos consisten, según detalla el coordinador intrahospitalario de trasplantes en Granada, Blas Baquedano, en una serie de entrevistas (con el nefrólogo, el coordinador de trasplantes y el trabajador social) que se efectúan antes de que el caso aterrice en el Comité de Ética, a fin de evitar desistimientos inesperados o que hayan existido posibles coacciones. Uno de cada diez casos son rechazados en esos filtros, y en los 110 trasplantes que van en Granada de vivo nunca ha habido un arrepentimiento ni negativa a posteriori.

"La legislación española y todo el modelo de trasplantes ha tenido la suerte de contar desde el principio con la máxima colaboración del Poder Judicial, o de su parte médica, que son los forenses, para en la mayoría de las ocasiones actuar como garantes para la sociedad de la seguridad jurídica de todo el proceso de donación", afirma a modo de resumen José Miguel Pérez Villares, coordinador de trasplantes de Granada y Jaén. Su teléfono siempre está operativo. Su reloj no tiene horas. Su llamada activa la maquinaria en esta zona de Andalucía. Él, como los demás integrantes de esta red tejida a base de formación y confianzas, se enfrentan en cada donación a una partida en la que la balanza de la Justicia siempre se inclina hacia la vida.

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