Granada CF La Resaca

El análisis de la mala situación que vive el Granada CF

  • El técnico Aitor Karanka no encuentra soluciones a los problemas del equipo, los jugadores rinden por debajo de su nivel y los dirigentes tienen que tomar una decisión que puede marcar el futuro de la entidad y el suyo propio

Un ataque en el partido jugado por el Granada CF en Oviedo

Un ataque en el partido jugado por el Granada CF en Oviedo / Agencia LOF (Oviedo)

Sólo hay que tocar las teclas adecuadas en el móvil para recopilar los desastrosos datos que acumula el Granada CF en los últimos meses.

Los atacantes son especialmente preocupantes, con siete partidos seguidos sin marcar a domicilio (todos los de esta campaña salvo el del estreno en Ibiza), tres seguidos sin hacerlo en cualquier escenario y siete de los nueve últimos sin conseguirlo, con sólo un gol en las cinco últimas jornadas.

Los registros de puntuación también invitan a echarse a temblar, y no es por el frío. Dos victorias en nueve partidos y diez puntos de 27 posibles, con el equipo en la clasificación fuera de los puestos de eliminatorias de ascenso a Primera y situado a ocho puntos del liderato y con nueve de renta sobre la zona de descenso.

Los números, al alcance de todo el mundo, no son más que el reflejo de una situación que vive el equipo prácticamente desde el inicio del campeonato.

Las tres victorias seguidas del comienzo, aprovechando un benigno calendario, el oportunismo goleador de Uzuni y el claro triunfo por 5-0 ante el Sporting han maquillado un primer tercio de temporada con más sombras que luces.

El paso de las jornadas ha sacado a flote la realidad de la situación: un grupo de jugadores que está rindiendo muy por debajo de su nivel y que, hasta ahora, no es un equipo, y un técnico que ni es capaz de hacer funcionar a su plantilla ni encuentra soluciones a los problemas con los que se topa en el camino.

Karanka

Aitor Karanka trajo al Granada la pasada temporada lo que necesitaba el equipo tras las marchas de Robert Moreno y de Rubén Torrecilla: experiencia en la gestión, tranquilidad, orden y fortaleza defensiva.

Casi le dio para que los rojiblancos alcanzaran la permanencia, que no pudieron cerrar en un choque de infausto recuerdo del que el técnico no salió bien parado por su inmovilismo primero y por su desacierto al actuar después.

Esa falta de intervencionismo y ese desatino al tomar decisiones también han ido en su contra en lo que va de curso. Con todo, el principal problema de este Granada es que a Karanka no le da con su trabajo.

No es por insuficiente, porque el preparador casi vive en la Ciudad Deportiva y echa muchas más horas que nadie. Su fórmula, su manera de entrenar y sus métodos funcionaron en Inglaterra hasta lograr lo que pretende aquí, ascender a un equipo a la elite, pero no en el Granada.

Insiste por activa y por pasiva en mostrar a lo que quiere jugar, pero el equipo no lo logra y los rivales lo desactivan y, encima, lo penalizan. Y no hay otro plan. O si hay, funciona tan mal como el inicial o peor.

Hay multitud de registros, sobre todo ofensivos (disparos, pases decisivos, goles…), que muestran que el Granada no funciona. No lo hizo cuando había bajas, tampoco cuando los nuevos no estaban aún acoplados y menos aún ahora con casi todos ya disponibles y en buena forma.

En este sentido, es curioso que el partido que ha dejado peor sabor de boca y que agita los cimientos es el de Oviedo, cuando coincidieron sobre el césped del Tartiere y durante mucho tiempo la mayor parte de los ‘jugones’ del equipo.

La gestión del balón parado, pese a que también ha centrado día sí y día también la atención del técnico, ha ido en su contra.

Si trabajas mucho en algo y no funciona, igual es que el trabajo no está siendo el correcto. Vale para cualquier ámbito de la vida. La clave no es la cantidad, es la calidad. El Granada ha concedido demasiado y no ha rascado nada en la estrategia, un aspecto del juego fundamental en Segunda.

Esta aplastante realidad que el paso de las jornadas ha mostrado ha desmontando el discurso que Karanka ha ido construyendo y modificando a lo largo de las semanas. Se confirma que lo que sonaba a excusas eran excusas y que sus palabras no han ayudado ni a los jugadores ni al entorno. Evidentemente, tampoco a él mismo.

Los jugadores

Tener al frente a un técnico que no es capaz de hacer rendir a una plantilla no es excusa para que un futbolista, a título individual, muestre una mala versión.

Y hay demasiados jugadores del Granada que están bastante por debajo del nivel que pueden ofrecer y que es el que se espera de ellos. Ya se sabe que cuando la ira de los aficionados no esté puesta en el banquillo va a ir directamente al césped, por lo que no estaría de más que muchos se pongan las pilas.

Puede ser culpa de Karanka no haber sido capaz de crear un verdadero equipo, no acertar en las alineaciones, perder y no ganar puntos en el balón parado o no encontrar la manera de atacar a un equipo que se defiende durante un tiempo entero porque tiene un jugador menos, pero no está detrás de gruesos, lamentables y decisivos fallos individuales firmados por muchos de sus jugadores y que han costado puntos.

Más allá de lo futbolístico, el Granada cuenta con un buen grupo humano en el vestuario. Sigue siendo una de sus principales virtudes. Pero la bondad o el buen rollo no meten goles.

Ya ocurría esto en el Granada que dirigía Oltra y ese equipo, exigido como este desde el inicio del curso con la obligación del ascenso, ni jugó eliminatorias. Y la pasada campaña, también con armonía en el vestuario, el equipo descendió.

El relevo

Quizás el déficit de ese vestuario, como otras veces ha pasado en las últimas campañas (empezando por los dos ejemplos citados más arriba) esté en la ausencia de líderes naturales entre los jugadores, pero eso ni se entrena ni se adquiere, sino que se tiene o no se tiene.

En días de debate sobre si Soldado tenía que haber regresado o no al Granada, tras su buena actuación en el Nuevo Los Cármenes la pasada semana con el Levante, es importante reflexionar sobre la importancia o la ascendencia que determinados futbolistas tienen en un vestuario, más allá de lo que aportan en el terreno de juego.

Lo ideal es que ese liderazgo no esté sólo en los jugadores, sino que sea capaz de asumirlo el propio entrenador. Casos como el de Diego Martínez, líder del equipo, del club y si quiere de toda la ciudad, se da uno entre un millón. Desde que se fue y la afición enviudó, ninguno de los técnicos que ha pasado por el banquillo ha sido un entrenador líder.

Karanka ya ha estado contra las cuerdas en alguna ocasión anterior esta campaña, no sólo ahora. Determinados resultados le salvaron, pero los evidentes déficits del equipo, los resultados, la imagen, las sensaciones que transmite y la clasificación, unido a la presión existente y transmitida por el club desde principio de temporada en torno a los objetivos del curso, le colocan más fuera que dentro.

La madre del cordero no es destituir a tu entrenador, sino acertar con el sustituto. Hay ejemplos alrededor, varios de esta misma campaña, que confirman que lo habitual cuando se produce un relevo es fallar en la elección del preparador entrante, aunque también hay algún acierto reciente.

En el Granada, como no podía ser de otra manera, cada vez que en las últimas campañas se ha cambiado se ha errado con el reemplazo.

La patata caliente está ahora en el tejado de los dirigentes. No meten goles ni hacen onces (al menos los que están en estos momentos aquí), pero seguramente de sus inminentes decisiones, sean en el sentido que sean, dependa el futuro a corto y medio plazo del Granada. De su propia decisión puede que, a la larga, también dependa su futuro.

 

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios