Hacer una valoración de un equipo después de un partido ante un ‘grande’, llámese Real Madrid o Barcelona, siempre resulta injusto y poco fiable. Si obtienes un buen resultado vas a parecer el mejor del mundo, mientras que si pierdes, y encima lo haces con claridad como el Granada el domingo ante los blancos, poco menos que te asemejas a ‘La Banda del Tío Paco’.

Siempre se comenta ante este tipo de encuentros, que para ganar tienes que estar perfecto, que tu oponente no tenga su día y que cuentes con la pizca de suerte necesaria.

Ninguno de esos tres parámetros se cumplió: el equipo de Robert Moreno no fue un desastre, pero anduvo demasiado despistado y concedió facilidades que ante el Real Madrid equivalen a un ‘Game Over’. Los dos primeros goles recibidos, por ejemplo, nunca se pueden permitir, ni ante el Madrid ni ante el Laguna, porque si se defienden igual acciones como esa, el equipo canario de Regional también te los va a marcar en la Copa.

El Madrid anda bien. No aprovechó el Granada sus opciones al final del primer tiempo y al inicio del segundo los de Ancelotti hicieron lo que seguro hablaron en el descanso que tenían que hacer: dar un manotazo en la mesa y liquidar el choque.

Tampoco acompañó la fortuna. La lesión de Víctor Díaz en el origen del 1-3 dejó ‘vendido’ al equipo, igual que la rigurosa roja a Monchu. Suena a tópico preguntar eso de si al revés lo hubieran pitado igual, pero es inevitable hacerlo en estos casos.

Por jugadas así, o por la del penalti que permitió al Barcelona superar al Espanyol el sábado, fastidia luego tanto cuando alguien de un equipo grande se queja de los árbitros los pocos días en que les perjudican.

Las barbas del vecino

Si Robert Moreno es de los de remojar sus barbas cuando ve las del vecino cortar, tiene que tenerlas ya metidas en agua. Los tres conjuntos que andan por debajo del Granada en la clasificación, que son Getafe, Levante y Elche, han destituido ya a sus entrenadores.

El crédito del catalán aún no está agotado, sobre todo porque el equipo anda mejor que en las primeras jornadas, pero fue tan poco el bagaje en cuanto a puntos de esa parte inicial del campeonato, que ya no le vale ni con empates ni con dar buena imagen, sino que tiene que ganar partidos, porque el descenso está ahí, acechando a la vuelta de la esquina.

Ahora se echan muchísimo de menos esos partidos que se tuvieron que ganar, esos puntos que volaron cuando no tenían que haberlo hecho (Getafe, Valencia, Barcelona…) y que tendrían al Granada en una situación mucho más desahogada.

La enfermería

Vuelven unos y caen otros. Ha recuperado el Granada jugadores, y Robert Moreno administró bien sus minutos este domingo, pero se ha lesionado Víctor Diaz y habrá que ver qué ocurre con Machís y con los que siguen en la enfermería: dos futbolistas fundamentales como Luis Milla y Domingos Duarte.

De aquí a final de año tiene el Granada encuentros clave, la mayoría ante rivales directos, aparte del inicio de su periplo en la Copa. Y en muchos casos con compromisos seguidos.

Cuantos más efectivos haya, mejor; porque seguro que todos van a hacer falta. Da la impresión de que hasta la Navidad se va a vivir el primer gran momento decisivo del curso.

Demasiada presión

Dijo Germán al final del partido en Movistar que estamos en la jornada 14, con el Granada habiendo jugado trece partidos al tener pendiente el del Atlético de Madrid, y que pareciera que son las cinco últimas jornadas.

Hace unas semanas alguien que visita diferentes estadios cada fin de semana hablaba con un servidor en privado en los mismos términos.

La presión que se vive en los campos, la sensación de final que envuelve cada choque o la tensión con la que se viven los duelos en las gradas es mucho mayor que la de otras temporadas.

El tiempo que ha pasado el público sin poder asistir a los campos por culpa de la pandemia, la igualdad cada vez mayor existente en la categoría, los muchos equipos históricos que habitan en Segunda y que año tras año son incapaces de regresar a la elite… son muchos los factores que puede haber detrás de esta situación, de la que es importante que se evadan los jugadores para poder rendir al máximo nivel.

De pitos y aplausos

Varios jugadores del Real Madrid fueron ovacionados al ser cambiados por Carlo Ancelotti. Benzema, Modric o Kroos recibieron el aplauso del Nuevo Los Cármenes, igual que el ex rojiblanco Vallejo cuando ingresó al campo.

Es curioso, tanto como respetable, el posicionamiento de muchos a la hora de enjuiciar el comportamiento de los seguidores que acuden a un estadio de fútbol.

Si a veces es difícil ponerte de acuerdo con tu pareja, y mucho más cerrar una discusión cuando andas con cuatro o cinco amigos, cómo demonios van a coincidir 18.000 personas, cada una de su padre y de su madre, cuando acuden a un estadio.

Más de lo mismo

Yo, si fuese al campo como aficionado en lugar de como periodista, y reconozco que como la mayoría de compañeros a veces es imposible aplacar el instinto y brotan las palmas o las voces desde la tribuna de prensa, ovacionaría a Modric, porque su carrera es ejemplar, es muy bueno y se disfruta viéndolo jugar, pero respeto al que no lo hace o le pita porque no le gusta o juegue en el equipo rival.

También aplaudiría y alabaría a Vallejo y a todos los que estuvieron aquí en las tres pasadas campañas cuando vengan con otros conjuntos, por todo lo que hicieron y dieron, aunque entienda al que no lo haga.

Y seguramente ni pitaría ni abuchearía al entrenador o a los jugadores de mi equipo, pese a que comprendo que otros lo hagan porque piensan que son muy malos y es la forma que tienen que mostrar su frustración o su enfado.

Allá cada cual con sus actos, pero siempre desde el respeto a los mismos se esté o no de acuerdo con ellos.