laliga santander | Málaga-Granada · la crónica

Gracias, Álvarez (1-1)

  • El árbitro que se la lió al Granada en Gijón el curso pasado le regala un punto inmerecido a los de Alcaraz al anular un gol legal en el descuento.

  • Mal partido rojiblanco con motas de brillantez.

El Granada todavía no sabe cómo ha sido capaz de empatar en Málaga. Pasarán días y seguirá analizando el partido y llegando a la conclusión de que alguna vez tocaba tener la fortuna de lado. Cuando el equipo rojiblanco marcó el 1-1 en una acción a balón parado regalada por Miguel Torres en una falta absurda sobre Samper, lo tenía todo en contra. El Málaga no sólo ganaba, sino que podía ir goleando, y los de Lucas estaban noqueando. La crónica iba a ser dura, y no varía un ápice por el resultado. Quizás debió validar el árbitro el gol de Llorente en el descuento para que el resultado hubiera sido justo, pero miren por dónde, esto es fútbol, y a veces los méritos no tienen por qué acompasarse con los resultados.

Lucas repitió el once de hace una semana ante el Sevilla con el único cambio de Tito por Foulquier obligado por la lesión del galo. La idea era la misma pero se encontró con el gol en contra, que despertó fantasmas que el equipo tenía olvidados desde hace dos semanas en Vigo. Los diez minutos posteriores al tanto de Camacho, en un error defensivo en cadena de Carcela-González y los dos centrales, que dejaron sólo al maño, mostraron al Granada inseguro de siempre, con conversaciones continuas entre jugadores y correcciones que no hacía presagiar nada bueno. En la primera mitad, el Málaga perdonó en las pocas veces que se acercó a Ochoa. Antes del gol avisó Sandro en un zurdazo que detuvo el mexicano en dos tiempos y en el que le ganó el cuerpo a cuerpo a Lombán (15'). Después del 1-0, la cuenta pudo ampliarse en un cabezazo, también más solo que la una en el segundo palo de Mikel Villanueva que tapó Ochoa (32'); y un disparo seco de Ontiveros desde el pico derecho del área que se fue cerca del poste.

El Málaga estuvo muy cerca de causarle un descosido al Granada. Hubiera sido demasiado. Porque los de Lucas no lo hicieron tan mal, pero pecaron de falta de pólvora dentro del área. De tener el mismo acierto que los locales, el panorama hubiera sido otro. Los rojiblancos volvieron a apretar en la salida de balón malacitana y salvo la falta de movilidad en los hombres de arriba, el papel estaba siendo aceptable. Al minuto de juego Camacho le robó a Kravets el esférico cuando se quedó sólo dentro del área. El ucraniano se pasó de frenada y no encontró el remate a pase de la muerte de Gabriel Silva poco después. El primer disparo a meta fue de Andreas Pereira en una conducción en la frontal que se fue junto al poste derecho de Bójko (17').

Hasta antes del descanso no volvió a asomar el Granada por el área local. Kravets mandó alto un enorme servicio de Samper (37') y justo antes del parón, Boga arrancó la moto, se fue de dos malagueños y justo antes de entrar en el área le hicieron una falta que acabó tras su lanzamiento, por parte también del galo, en saque de esquina. Samper fue el jugador sobre el que se asentó el Granada para arreglar los desperfectos del gol de Camacho. El catalán levantó el ánimo de los suyos con varios robos de balón y pases que obligaron a los de Juande Ramos a acomodarse atrás. Un duelo igualado desnivelado por la efectividad en las áreas.

La segunda parte del Granada rozó el ridículo de otras ocasiones, siendo dominado por un Málaga en cuyo ADN no está la posesión y el control con la pelota. Pero las huestes de Lucas decayeron, aunque Kravets al minuto de la reanudación estrellara en el lateral de la red un cabezazo a centro de Pereira desde el córner.

Todo fue dominio local, con un Granada cayendo física y futbolísticamente, incapaz de hacer llegar balones a Kravets, su único punta. El cambio de Uche por Alberto Bueno empeoró el panorama rojiblanco. Hasta que el madrileño le puso el balón en la testa al ucraniano para marcar el 1-1 y casi acto seguido, entre Boga y Kravets, estar cerca de fabricar el 1-2 (83').

Pero es que el Málaga las tuvo de todos los colores. Juan Carlos, que se hizo el partido que nunca en Granada, se topó con el inicio de la imperial actuación de Ochoa en los diez minutos postreros. En ellos trajo por la calle de la amargura a Diego Llorente. Los balones aéreos del Málaga siempre le buscaban a él y ningún granadinista era capaz de quitárselos excepto el Memo. Primero cabeceó al cuerpo de Ochoa y el posterior rechace en una acción en la que toda La Rosaleda cantó gol acabó el córner. Luego fue un balón peinado de Sandro el que no superó al Memo y sólo en el descuento, el ex central del Rayo marcó el 2-1 invalidado por un fuera de juego que nunca existió.

Todo eso unido a disparos fuera de Sandro o Pablo Fornals de falta... Un punto y gracias para el Granada, que cada vez pierde menos. Y eso es algo.

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