En el sorteo del calendario de la temporada 2019/20, celebrado a primeros de julio del pasado verano en el salón Luis Aragonés de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, sede de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), se estableció que sería el próximo fin de semana cuando iba a finiquitar la competición liguera. Ésta era la temporada de la vuelta del Granada CF a Primera División y seguro que el director general del club rojiblanco, Antonio Fernández Monterrubio, no tardaría ese día en fijar la vista en el rival que el bombo había deparado para la última jornada.

El encuentro, correspondiente a la trigésimo octava jornada de LaLiga y con el que el conjunto dirigido por Diego Martínez iba a cerrar la campaña y, quizá, jugarse el futuro, iba a ser en Los Cármenes frente a un rival sobre el papel nada fácil: el Athletic Club.

También en el sorteo quedó determinado que la Liga iba a comenzar el 18 de agosto ante el Villarreal. Finalmente fue el sábado 17 y cuando esa calurosa noche se consiguió un punto que parecía imposible nada hacía presagiar lo que iba a deparar la temporada.

El primer hecho inesperado fue la espectacular puesta en escena de los granadinistas que, con algunos altibajos, se mantuvieron contra todos lo pronósticos en la zona noble de la tabla. 

La primera gran sorpresa de la temporada fue la espectacular puesta en escena del conjunto rojiblanco

Además, para terminar de poner por las nubes el ánimo de los seguidores rojiblancos, en la Copa del Rey se estuvo a escasos minutos de ver al Granada meterse en la final. Precisamente, fue el Athletic Club el equipo que dio un doloroso portazo a los sueños de toda una ciudad.

Antonio Puertas se ejercita en solitario en el gimansio

En plena resaca copera, la escuadra de Diego Martínez jugó tres días después, el 8 de marzo, el que ha sido su último partido. Fue en el Ciudad de Valencia ante el Levante. Un gol de Machís dio un punto al Granada, que con 38 le dejó en la novena plaza de la clasificación tras 27 partidos disputados.

El Covid-19

Ese 8 de marzo el coronavirus ya pululaba por todos los rincones del país y estaba a punto de suceder lo que ni remotamente pasó por la mente de ninguno de los asistentes al sorteo del calendario ese 4 de julio. Ni a nadie en su sano juicio. Ahí comenzó a cambiar un cuento que, para el Granada, todo apuntaba que podría terminar en un banquete de perdices.

Con un ambiente enrarecido comenzó la semana que cambió la vida a los españoles. Ya el lunes 9 de marzo el Gobierno decretó que las siguientes dos jornadas –la 28ª y la 29ª– de Liga se iban a disputar a puerta cerrada. El Granada, que iba a comenzar a preparar el partido ante el Getafe, previsto para el día 15, hizo lo propio con sus entrenamientos.

Dos días después, el 11, ante la magnitud que iba tomando la pandemia, la RFEF decidió aplazar esas dos jornadas. Ese mismo día, el Granada celebró su último entrenamiento porque el lunes 16, con la crisis sanitaria del coronavirus desatada, el Gobierno decretó el Estado de Alarma y el confinamiento de los ciudadanos en sus casas.

Parón y confinamiento

Así, los jugadores del Granada pasaron en sus casas más de un mes y medio, un tiempo en el que, si la vida hubiera seguido se curso, habrían tenido que disputar siete encuentros –Getafe, Betis, Villarreal, Leganés, Eibar y Alaves–.

Durante estos días, la Liga acordó un protocolo de seguridad para la vuelta a la competición que empezó a ponerse en práctica para los rojiblancos el 6 de mayo, jornada en la que los jugadores pasaron los test del coronavirus en los que sólo dio positivo en el serológico Yangel Herrera.

Los jugadores del Granada entrenan esta semana en grupos reducidos

Por entonces, dio comienzo la primera fase de vuelta al trabajo con entrenamientos individuales, justo cuando el equipo de Diego Martínez tendría que estar preparando la visita a la Real Sociedad (jornada 35ª) antes de afrontar una semana, la pasada, con dos partidos: un ilusionante Granada-Real Madrid en Los Cármenes y la visita al Mallorca.

Y lo ya escrito, esta semana, en vez de los primeros entrenamientos en grupos reducidos, el conjunto granadinista tendría que estar centrado en poner la guinda a la temporada. Pero el coronavirus cambió el guion. Y de qué manera.