Exhausto. Así se vio al Granada en su último partido, el disputado el lunes en Butarque ante el Leganés. Claro que el cansancio no es propiedad exclusiva de los jugadores que dirige Diego Martínez, pues desde que se reinició la competición la segunda semana de este mes de junio LaLiga ha sido un sinvivir para todos los equipos que la conforman. También para los de Segunda.

El ritmo de partidos es 'infernal', más aún si se tiene en cuenta que estamos en tiempos estivales y, sobre todo, que todos afrontan este insólito final de campaña tras un parón caracterizado por el confinamiento casero (dos meses en el caso de los profesionales del fútbol) y de una extraña 'pretemporada' en la que prácticamente se ha podido con relativa normalidad –todos con todos– algo más de una semana.

De resaca en resaca

Esta concentración de partidos –el conjunto granadinista lleva cuatro enfrentamientos en once días... y lo que te rondaré morena– hace que apenas se tenga tiempo para preparar el siguiente compromiso. Eso ya ha ocurrido un par de veces, en las que sólo ha habido dos días entre partido y partido. En otras palabras, en estas ocasiones los entrenadores han tenido prácticamente un día para centrarse en el próximo rival, pues el día postpartido, el de la resaca, se suele destinar a recuperar el aliento.

Domingos Duarte, siempre atento en defensa

Un respiro

Desde que se reinició el torneo liguero, el Granada tendrá por primera vez tiempo para reponerse y para centrarse con relativa comodidad en su siguiente compromiso. Y es que los de Diego Martínez no volverán a jugar hasta el domingo, cuando se midan al Eibar en el Nuevo Los Cármenes (19:30 horas).

Tal como está el panorama de 'apretao0, tener cinco días entre un encuentro y otro es todo un lujazo. Será prácticamente como una semana normal, de ésas que había en LaLiga antes en de que se desatará la crisis sanitaria del Covid-19 y toda su tragedia. Técnicos y jugadores podrán tomar aire y despejar las mentes.

Un punto más

Suma y sigue. Nadie duda que el Granada afronta este tramo final liguero con la tranquilidad que daba el trabajo realizado antes de que se decretara el estado de alarma y la paralización de la temporada. En ese momento, el cuadro rojiblanco sumaba 38 puntos a falta por disputarse once jornadas. 

Aunque las matemáticas aún tenían que hacer su trabajo y el Granada poner la guinda al suyo, todos pensábamos que era cuestión de tiempo. La certificación del objetivo de la permanencia, que es que se tenía en mente en el club y alrededores cuando comenzó la campaña 2019/20, caería por su propio peso porque el fruto estaba ya maduro. Tras cuatro partidos, se han sumado cinco puntos más. Es decir, ya hay 43 en el zurrón. De sobra para la permanencia y suficiente para que supongan un aliciente de cara a firmar una temporada histórica. Europa no está fácil, pero ¿por qué no luchar por mantener una ilusión?

Inercia

El equipo ha vuelto a la competición casi como cuando la interrumpió: arañando puntos. El último, el pasado lunes en el campo del Leganés, un equipo que se está jugando la vida y que recibió al Granada con toda la presión del mundo. Todo lo contrario que los rojiblancos. Fue un encuentro en el que el cansancio se hizo patente en todos los jugadores que pisaron el césped del Municipal de Butarque. Las piernas pesan y la mente no riega en plenitud. Lógico.

Diego Martínez volvió a hacer su ya tradicional encaje de bolillos para, condicionado por las bajas que tiene, dar descanso a unos y colocar a otros sobre el terreno de juego. No se vio un buen partido pero sirvió para añadir ese puntito con el que se quita en buena medida el mal sabor que dejó la derrota sufrida el pasado viernes sufrida en Los Cármenes a manos del Villarreal.

Los rojiblancos, una piña hasta para reclamar al colegiado.

A nadie le gusta perder y el Granada no lo hacía desde el 8 de febrero, cuando cayó en el Metropolitano. Y hay que remontarse al 14 de diciembre del pasado año, cuando se perdió ante el Levante (1-2) para encontrar la última derrota en casa. Y es que los números de los rojiblancos esta temporada son más que buenos, tanto como para tener que tirar de memoria para encontrar malos ratos.

Oportunidades

Hay tiempo para todos. Diego Martínez, insisto e insiste, hace 'maniobras orquestales' con sus efectivos para administrar tantos minutos en tan poco tiempo. La consecuencia, que (casi) todos aportan en este extraño sprint liguero. El último en estrenar titularidad, Antoñín. No tuvo suerte en su debut el malagueño pero seguro que tendrá más oportunidades. Seguirá habiendo minutos para todos.