"En esta categoría pasar de ser un equipo en gracia a uno desgraciado ocurre en apenas dos días". Con esa frase, Diego Martínez quiso reflejar la realidad de la Liga 1|2|3, una categoría en la que la euforia se paga muy cara y ejemplos hay muchos. Quizá por ello, la mejor filosofía es aquella que impuso Fabriciano González Penelas, 'Fabri', el técnico que logró el ascenso a la máxima categoría y que tan bien le fue. Humildad, trabajo y respeto. Tres palabras que repetía casi por sistema en cada una de sus comparecencias ante los medios de comunicación y que esta temporada viene a pelo, sobre todo por el mensaje que desde el 1 de julio viene lanzando la cúpula rectora.
MESURA
Cuando terminan los partidos, es habitual que los jugadores usen las redes sociales para hacer algún comentario sobre el mismo, agradecer a la afición su apoyo o prometer más trabajo en caso de derrota. Uno de ellos tras el duelo ante el Rayo Majadahonda fue el de Germán Sánchez, el central gaditano que hizo alusión el pasado domingo a la cautela. El gran inicio de los rojiblancos ha vuelto a ilusionar a una afición que como todas es resultadista. Pero llegarán las derrotas, por supuesto, y será ahí cuando hay que tener los pies en el suelo y no perder ni los nervios ni la paciencia. No hay que olvidar que de los cinco encuentros que se han disputado, tres han sido ante recién ascendidos (Extremadura, Elche y Rayo Majadahonda), equipos los dos últimos con menos de la mitad del límite salarial de los rojiblancos. El dinero, como en la vida, no lo es todo en el mundo del fútbol pero casi siempre sí lo es. Y si no se que lo digan a Real Madrid y Barcelona.
HAMBRE
Lo que sí parece claro, y probablemente sea una de las grandes diferencias que aprecia la afición con respecto al año pasado, es el hambre que tienen los jugadores que entrena Diego Martínez. Un aspecto fundamental cuando la calidad no llega para marcar diferencias. Un ejemplo de ello es Fede San Emeterio, un fichaje que ha llegado sin hacer ruido a Granada y que en apenas dos partidos ha demostrado recursos más que suficientes para ser una pieza clave en el engranaje granadinista. El "cemento", tal y como lo definió su técnico, hace bueno cada balón que pasa por sus bota jugando sencillo y sin complicarse. Una sorpresa más que agradable que comienza a ser uno de los más aplaudidos en Los Cármenes.
LA CLAVE
Se podría hablar de Puertas, el segundo máximo goleador de la categoría tras Rubén Castro; del buen momento de Montoro; de la capacidad de desborde de Vadillo; la intensidad de Vico o el trabajo y el compromiso de Adrián Ramos. Pero lo cierto es que la clave está en el trabajo táctico que realiza el equipo tanto en defensa como en ataque. Sobre todo en el primer aspecto, que ha hecho que los rojiblancos sean el segundo equipo que menos goles encaja de la Liga, dos en cinco partidos. Pero esto no es una casualidad pues ya en pretemporada se atisbaba que uno de los pilares de este equipo era dejar la portería a cero. De hecho, Rui Silva no ha encajado gol entre la fase de preparación y los cinco encuentros en Liga disputados en ocho de los once partidos que ha actuado y esa es la base de todo.
TODO SALE
Cuando las cosas marchan, todo parece fácil. Pero el choque del domingo puede servir de guía de cara al futuro. Hubo momentos de fútbol brillante, donde el achique y los repliegues defensivos fueron el pilar para poder recuperar el balón en zonas peligrosas y a partir de ahí jugar con muchas opciones de pase, al jugar en ocasiones con hasta cinco hombres por delante del balón. Ello permitía que el poseedor del esférico tuviera múltiples soluciones de pase, de ahí la buena asociación entre jugadores como Puertas, Vadillo, Montoro o Vico.
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