El equipo rojiblanco se agarra a Javi Varas para sacar un punto de La Romareda tras adelatarse en el marcador pero ser superado claramente por los locales en la hora posterior
El Granada mereció ganar al Albacete y empató; ayer mereció perder y también igualó. El fútbol, y especialmente la Segunda División, tiene estas cosas. Una vez que el marcador final no se correspondió en ninguno de los dos choques a la muchas veces inexistente justicia del deporte, hay que buscas las sensaciones, y las que ayer transmitió el cuadro nazarí en La Romareda fueron malas.
A diferencia de lo que ocurrió en el estreno, la puesta en escena del Granada ante el Zaragoza fue bastante buena, llegando a ponerse 0-1 con un tanto de pillo de Pedro. Pero si ante el 'Alba' el equipo fue de menos a más, ayer fue de notable a suspenso. A partir de la media hora, los maños mandaron en el encuentro y sometieron a un Granada que fue incapaz de crear peligro, de hacer trabajar a Ratón, de defenderse bien, de tener el balón y de dar un giro al choque. Por eso el 1-1 final, alcanzado gracias a un agigantado Javi Varas y a la poca puntería local, supo casi a gloria.
La igualada llegó de penalti y Raúl Baena vio la roja en el 79' en dos decisiones polémicas
Párrafo aparte merece Vicandi Garrido. El trencilla no tuvo ninguna culpa de la mala actuación de los rojiblancos, mas es necesario recalcar que en todas las jugadas polémicas tiró para casa. No apreció penalti sobre Machís pero sí de Germán a Borja Iglesias, expulsó a Raúl Baena con rigurosidad y un aroma de injusticia, y al final no vio, o no quiso ver, una mano local en el área tras centro de Antonio Puertas. Viene bien corroborar que esta temporada los árbitros tampoco le van a regalar nada al Granada.
Oltra apostó por los mismos que ante el Albacete y la primera media hora de encuentro fue, afortunadamente, distinta a la del estreno. Sobre todo en ataque, ya que el equipo encontró espacios para combinar con paciencia, cuando tocaba, o para buscar la meta contraria con verticalidad. Las ocasiones no fueron claras en ningún momento, pero desde el inicio se vio un Granada serio, asentado, dominador y con las ideas claras.
Montoro entró poco en juego pero sí lo hicieron Espinosa y Machís, mucho más activos y acertados que en el debú. Los dos, y también Joselu, rondaron antes del 0-1 a un habitualmente adelantado Ratón, aunque falló la puntería.
Avisó Oltra el viernes de que el Granada podía hacer daño al Zaragoza presionando y robando arriba, y así llegó la acción del gol. Espinosa comandó un tres contra tres a campo abierto hasta que fue derribado en la frontal del área por Valentín. Pedro le pegó al balón en la falta directa fuerte y raso, la barrera saltó y el 0-1 subió al marcador en el minuto 24.
Todo lo bueno apuntado en esta crónica sólo vale hasta el minuto 30, ya que el Zaragoza tardó unos instantes en recuperarse del mazazo pero lo hizo en el tramo final de un primer tiempo en el que buscó, y ya hasta mereció, el empate. De hecho, antes del tanto de Pedro ya pudo llegar la diana maña.
La figura de Javi Varas creció con el paso de los minutos ante los intentos a balón parado de los locales, especialmente del suizo Buff, que como el espigado Borja Iglesias se convirtió en un un peligro constante.
El problema es que no cambió nada después del esperado descanso. Incluso fue a peor. Ratón ya no volvió a intervenir salvo para cortar un pase de Machís a Joselu en la única contra que pudieron montar los de Oltra.
Nulos en ataque y sobrepasados en defensa. Borja Iglesias hizo mucho daño con su juego de espaldas y su continua movilidad, de hecho a él le hizo Germán en el minuto 71 el penalti que provocó la igualada. Además, el Zaragoza fue capaz de jugar bien entre líneas, de percutir por ambas bandas y de pisar área con suma facilidad. Y se llevaba todos los balones divididos, salía ganador casi siempre en las segundas jugadas. Al Granada lo salvó la falta de tino del rival y Javi Varas, siempre consistente y transmitiendo seguridad. Sólo fueron capaces de superarlo desde los once metros.
La entrada de suplentes tampoco varió el rumbo del duelo. Buscó Oltra poderío y mando en la medular con Alberto Martín, también superado en la parcela ancha. Antonio Puertas no fue el revulsivo del primer partido. Incluso perdió un par de balones peligrosos. La lesión de Germán obligó a meter a Charlie Dean, que sí cumplió, y dejó sin minutos a Adrián Ramos, que calentó pero no jugó. En cuanto tenga algo más de rodaje seguro que no vuelve a vivir una situación así porque será titular indiscutible.
La entrada de Toquero, por contra, sí sirvió para que el Zaragoza metiera una marcha más. En sus botas tuvo el triunfo con un par de intentos postreros y, sobre todo, con una acción personal en la que dejó clavado a Víctor Díaz. La madera sí fue una aliada visitante para pescar un punto.
Para colmo, cuando había un pequeño atisbo de recuperación, cuando después del 1-1 el Zaragoza se tomó un respiro y el Granada parecía dar un paso adelante, Raúl Baena se fue a la calle. Se llevó por delante a un jugador local tras dar un pase. Acción interpretable y segunda amarilla muy rigurosa. Pese a estar con diez, en los más de quince minutos que quedaban el empuje local no fue tan intenso.
Dos empates en dos partidos. Ayer más sombras que luces. Hay que seguir remando. Y el viernes el Barcelona B. Esto no ha hecho más que empezar, es verdad, pero podía haberse iniciado mejor. Es lo que todo el mundo esperaba.
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