granadiNIstas y mundialistas

Nada como jugar en casa

  • Los mejores años de la carrera de Carcela-González llegaron cada vez que jugó con el Standard de Lieja

  • Defiende a Marruecos por amor a la patria de su madre

Hay jugadores que están hechos para jugar en un sitio. Por muchas vueltas que den, solo en un equipo están felices y muestran su verdadero nivel. Uno de esos es Mehdi Carcela-González, junto a Alberto Bueno, el fichaje bomba del Granada CF de la última temporada en Primera División. Se podría decir que es profeta en su tierra, Lieja, ya que solo en su club, el Standard, es donde ha conseguido sacar su verdadero nivel. Salió de su cantera, subió al primer equipo en 2008 y permaneció en él hasta 2011, se fue por un pastizal a Rusia, regresó a Lieja, se fue al Benfica tras dos años, le fichó el Granada, que lo cedió al Olympiakós, donde no quiso seguir cuando, de nuevo, el Standard, le volvió a llamar para acabar esta temporada ganando la Copa de Bélgica junto a otros dos ex granadinistas, Guillermo Ochoa y Uche Agbo.

Carcela-González siempre fue un jugador muy llamativo. Menudo, fibroso, de potente tren inferior y habilidad en el regate, el Anzhi Mahachkalá ruso lo firmó por unos seis millones de euros. Un dineral que no sirvió para nada porque apenas jugó. Tras volver a casa, el Benfica se hizo con sus servicios con un contrato de cuatro años. Tampoco le gustó Portugal y eso fue su plataforma de llegada al Granada.

El Granada le fichó el último día del mercado de 2016 junto a otros cinco jugadores

Andaba desesperado el director deportivo al cierre del mercado veraniego de 2016. Dos derrotas rojiblancas, una de ellas por goleada en Las Palmas (5-1) y muchos agujeros por tapar en la plantilla. Apuró hasta el pitido final. El club anunció cinco fichajes: el israelí Atzili, el francés Tabanou, el portugués Vezo, el madrileño Alberto Bueno, y el marroquí Carcela-González. El Granada pagó, además, traspaso, con unos cuatro millones de euros de por medio para las mismas temporadas.

Sin embargo, el habilidoso extremo tampoco se pudo salvar de la desastrosa temporada rojiblanca. Es curioso que cuatro jugadores que el año pasado formaron parte de un Granada infame estén en la mayor competición del planeta. Carcela anduvo entre partidos donde trataba de echarse el equipo a la espalda con otros en los que apareció apático. Marcó solo cinco goles. El primero ante el Betis en su mejor partido como granadinista, y otro en la jornada posterior. Pasó seis jornadas sin mojar, y luego otras diez. Un rendimiento irregular, como siempre que ha salido de su hogar valón.

El Granada ha recuperado hace pocas semanas parte, no todo, de lo embolsado por él cuando se lo adquirió al Benfica. El Standard ejerció la opción de compra sobre el marroquí para que, de nuevo, volviera a casa, lo que dejará a las arcas rojiblancas unos 2,5 millones de euros. Esto pasó con el extremo ya metido de lleno en la concentración de su selección. Carcela, que ya había debutado con las inferiores de Bélgica, escogió jugar con Marruecos en 2011 para honrar a la patria de su madre. También podría haber hecho lo mismo con España, que para eso es la tierra de su padre. A sus 28 años a punto de ser 29, participará en el histórico regreso de Los Leones del Atlas a un Mundial de fútbol, al que no acuden desde hace 20 años, cuando en el país vecino jugaban otros como el deportivista Naybet. Carcela llega a esta Copa del Mundo con opciones de ser titular, con la confianza de un gran final de temporada, marcando cinco goles en 16 partidos (los mismos que en Granada pero en muchos menos minutos) y en un grupo con morbo geopolítico junto a Portugal y España. Su debut, si así lo decide el entrenador Hervé Renard, será esta tarde, a las cinco, frente a Irán.

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