Pocos partidos habrá disputado en el fútbol profesional Ángel Montoro en los que jugó tan plácidamente en el eje del centro del campo del Granada CF como el de ayer. Las expulsiones de Jorge Sáenz y Fran Beltrán facilitaron el trabajo a la brújula rojiblanca, que fue el amo y señor del partido en Balaídos. Todo acción de ataque pasaba por sus botas, pues si algo había que hacer con una hora por delante y dos hombres más sobre el césped, era mover al rival de una lado a otro, provocando que basculase para generar un cansancio que, con el paso de los minutos, haría mella como así ocurrió.

Un recital

Montoro, que dio un total de 84 pases sin error, fue el que mejor interpretó lo que había que hacer ante un equipo con dos piezas menos. Con nueve sobre el campo, el míster local situó un 1-4-3-1, siendo Santi Mina y Denis Suárez los acompañantes de Lobotka, dos futbolistas de innegable calidad pero que no están acostumbrados a trabajar tanto defensivamente. Y eso lo aprovechó el ‘19’ rojiblanco para repartir juego como sólo él sabe. Su pareja en la medular, Yangel Herrera, tenía muy claro que su trabajo era recuperar y dársela al organizador rojiblanco.

Montoro celebra con la afición rojiblanca el triunfo en Vigo.

Pero es que además, dio la asistencia del primer tanto rojiblanco antes del descanso, que cambió por completo el guión del choque en la segunda mitad, donde siguió ofreciendo un recital de pases en corto y otros cambios de orientación marca de la casa.