SEVILLA ATLÉTICO | GRANADA CF

Así, olvídense del ascenso

  • El Granada vuelve a defraudar fuera de casa y ante el colista al solo conseguir un empate a cero sin apenas crear oportunidades claras de peligro

  • Imagen de conjunto incapaz e indolente por momentos

El Granada no va a subir. Asúmanlo ya. A menos que medie un lavado de cara general, profundo y agresivo, que nazca de las mismas altas esferas del club que transitan entre Shanghai, Madrid y, en última instancia, Pintor Manuel Maldonado, esto no se va a conseguir. Directamente, seguro que no. Mediante eliminatorias, ya veremos, pero parece que tampoco. Porque no es normal que un equipo hecho por y para volver a Primera haya sido capaz de ganar sólo un partido a los dos equipos que cierran la clasificación desde prácticamente el mes de agosto. A falta de siete jornadas para dar por terminada la Segunda División, los rojiblancos no pueden estar más lejos de ser un conjunto serio y, sobre todo, convencido del objetivo para el que se les fichó. El problema de empatar a cero en la casa del Sevilla Atlético, que al igual que el Lorca, llevan virtualmente descendidos desde hace meses, no es en sí el 0-0, el resultado más triste del fútbol, es que hace perder la fe hasta al más optimista. La pregunta es clara y meridiana: viendo lo que se vio ayer en la Ciudad Deportiva sevillista ante un equipo de chavales inocentones (en lo futbolístico), ¿qué chances le quedan al Granada para que la gente confíe en los triunfos ante los equipos que quedan? El ex líder Huesca, los lanzados a Primera Rayo y Sporting, y el fiable Cádiz. ¿Qué crédito tienen estos jugadores y este entrenador, incapaces de avasallar, golear, dominar, asustar a un oponente que en 35 partidos ha sido capaz de ganar sólo 4?

La comparación es odiosa. El Sporting no nota las bajas de sus hombres desequilibrantes, el Rayo es un bloque que juega a una velocidad endiablada... Y el Granada es un vendo, en el que ya no parece que sus problemas se resuelvan con el regreso de Adrián Ramos o el de Darwin Machis la semana que viene, más de un mes después de su chiquillada en Oviedo. El partido de ayer fue posiblemente peor que el de Lorca por una simple premisa: ayer en Sevilla ya estaban sobre aviso. Hace dos semanas se podría llegar a admitir una sorpresa del rival. Ayer no. Los rojiblancos estaban advertidos y aunque no fueron tan grotescos atrás como en aquel partido en el Artés Carrasco, no se pueden permitir crear tres o cuatro ocasiones de gol en un partido como este, dejar que un rival desahuciado muestre más ambición, y que la impresión que quede sobre el campo sea la de un equipo sin ideas, que ha perdido por el camino las virtudes que atesoraba con Oltra pero que tampoco ha solucionado las carencias que arrastraba.

El Granada respondió a un partido que tenía que ganar solo a fogonazos. Que un momento aparecía Agra, que luego despertaba Kunde, que entró Adrián Ramos y que los dos primeros balones que tocó fueron oportunidades claras, que Manaj estuvo al principio... Pero el bloque dejó mucho que desear, con Montoro y Alberto Martín completamente desaparecidos en la gestión de la pelota, el primero, y la contención el segundo, lo que permitió a los sevillistas valerse por sí solos con Yan Eteki para dominar la medular y ganar todos y cada uno de los duelos por la pelota. Falta de intensidad es como se suele llamar eso desde la grada. El Granada tiene una idea clara con Morilla, pero absolutamente errónea para partidos como este en los que hay que salir a dominar. Presionar alto y recuperar vale mientras el físico dé, y solo dio para apenas veinte minutos, en los que se vio la fragilidad local y que si el Granada quería, se lo llevaría de calle. Fueron publicidad engañosa esas apariciones de Agra por su lado con envíos a Manaj que remataba forzado o ni eso, pero que anticipaban alegrías en la avanzada. Los sevillanos, briosos pero faltos de fútbol pudieron marcar en un servicio del propio Montoro que salvó un Varas atentísimo que evitó ayer problemas mayores al estar muy atento en su posición adelantada.

En la segunda mitad, más de lo mismo, aunque los granadinistas consiguieron crear tres acciones de gol claras. Una de Manaj en una jugada embarullada que incluyó lo único bueno que hizo Álex Martínez en todo el partido y un ¡taconazo! de Alberto Martín para habilitar al albanés para marcar, pero que un defensa salvó. Las otras dos acciones llevaron el sello de Adrián Ramos. Nada más salir rozó el 0-1 en un toque de espuela para hacer bueno un servicio demasiado atrasado de Agra, que otro zaguero salvó en boca de gol, y otro en un cabezazo arriba. La pérdida de fuelle hizo que en los últimos veinte minutos no existiera el Granada en ataque, algo inaudito ante el último, aunque este jugara en casa. Tanto es así que fue el Sevilla Atlético quien terminó atacando y los rojiblancos incluso concediendo faltas peligrosas, de esas que otro equipo mejor hubiera aprovechado. Es imposible creer así.

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