SENTENCIA LA MANADA

Los vigilantes acometidos por el miembro de La Manada matizan el atropello y no reclaman indemnización

  • Tampoco reclama El Corte Inglés, que recuperó sin desperfectos las gafas robadas. 

  • El abogado de Ángel Boza cree que la sustracción de las gafas no fue un robo violento sino un hurto, cuya máxima condena es una multa.

Uno de los vigilantes agredidos por Ángel Boza, a su salida de los juzgados tras prestar declaración.

Uno de los vigilantes agredidos por Ángel Boza, a su salida de los juzgados tras prestar declaración. / Juan Carlos Vázquez

Los dos vigilantes de seguridad acometidos por Angel Boza Florido, el miembro de La Manada que robó unas gafas en El Corte Inglés, matizaron este domingo ante el juez la tentativa de atropello reflejado en sus primeras declaraciones y lo situaron en el contexto de su intento de interceptarlo en su huida. Tampoco reclaman indemnización ya que sólo uno de ellos presentó un hematoma abdominal por el que sufrió un día de limitación y podría recibir unos 30 euros. 

Agustín Martínez Becerra, abogado de Boza, afirma a este periódico que los cuatro vigilantes de seguridad que declararon como testigos suavizaron ante el juez su primera versión del robo ocurrido el pasado 1 de agosto.

Entonces uno de ellos  declaró haber sufrido una tentativa de atropello pero de las declaraciones de hoy se deduce, según Martínez Becerra, que lo que hicieron fue intentar echarse encima del coche para detenerlo cuando salía del aparcamiento subterráneo de El Corte Inglés y Boza siguió su camino. El único lesionado sufrió una contusión abdominal al ser golpeado por  el espejo retrovisor de Boza, ya que el segundo guarda esquivó el coche.  

Un informe de la Policía Local aportado al juez, según Martínez Becerra, desmiente la primera versión de que Boza invadiese el carril contrario en la rampa de salida del parking ya que se trata de un doble carril de salida. Tampoco circuló en sentido contrario para huir porque giró a la izquierda por una calle autorizada

Martínez Becerra interpreta que de las declaraciones ante el juez de instrucción 16 se desprende que la sustracción de las gafas no fue un robo violento -con una condena aparejada de dos a cinco años de cárcel- sino un hurto de menos de 400 euros, por lo que la condena correspondiente es de una multa. 

Las gafas estaban valoradas en 148 euros y el representante legal de El Corte Inglés declaró también este domingo al juez que la empresa no reclama puesto que las recuperó sin desperfectos, al ser detenido el ladrón minutos después por la Policía Local de Sevilla. 

Por todo ello, Martínez Becerra pedirá la libertad de su cliente a finales de agosto, cuando el juez vuelva de las vacaciones que inicia mañana. El 2 de agosto, el juez decretó la prisión del miembro de La Manada teniendo en cuenta sus antecedentes penales, su riesgo de fuga y por haber usado su vehículo como “instrumento peligroso” para consumar el robo.

Las declaraciones de testigos se han completado con el vigilante que primero se percató del hecho a través de las cámaras de seguridad y del jefe de seguridad que intentó interceptar a Boza ya en la calle. 

El abogado defensor considera “sorprendente” que todos estos especialistas hayan declarado al juez que antes de la detención no sabían que Boza fuese uno de los miembros de La Manada condenado a nueve años por abuso sexual en los Sanfermines. Sólo el segundo guarda que lo interceptó en la rampa dijo que lo recordaba porque hace siete años lo retuvo tras otro hurto en El Corte Inglés de Nervión. 

Martínez Becerra cree más bien que lo reconocieron en seguida y le hicieron un “seguimiento particular” para atraparlo pues el dispositivo movilizado le parece excesivo teniendo en cuenta los numerosos hurtos que unos grandes almacenes sufren a diario.

También se pregunta cómo no lo interceptaron antes de que llegase a la rampa de salida del aparcamiento, pues Boza tuvo que bajar antes desde la tienda al sótano, pagar su ticket de aparcamiento, dirigirse a su coche y emprender la marcha. Martínez Becerra, por otra parte, duda de que los vigilantes de seguridad estén autorizados a actuar fuera del comercio donde trabajan.  

Tampoco tenían necesidad de detenerlo, puesto que disponían de la matrícula de su coche para dar parte a la Policía Local, como así sucedió luego.

 

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