Urbanismo

El futuro del último gran solar del Paseo Colón de Sevilla

  • Una promotora levantará un edificio de cuatro plantas para viviendas residenciales en una finca de ubicación privilegiada frente al Guadalquivir

El diseño de la fachada del futuro edificio

El diseño de la fachada del futuro edificio / M. G. (Sevilla)

UN solar de 372 metros cuadrados en pleno Paseo Colón, casi haciendo esquina con Adriano. Una ubicación privilegiada, con vistas al río, muy próxima a monumentos como la Torre del Oro y la Plaza de Toros de la Real Maestranza. Justo en este sitio se levantará un nuevo edificio para seis viviendas residenciales. ¡Y ya es noticia! Porque no será ni un hotel ni pisos turísticos en la ciudad que ha visto multiplicarse los alojamientos de diversa tipología como una plaga de champiñones. El inmueble de nueva construcción tendrá cuatro plantas con fachada hacia el Paseo de Colón y un patio trasero. El proyecto incluye tres plantas en altura con dos viviendas por cada una de ellas y dos plantas de sótano para aparcamiento.

¿Se imaginan ustedes que un buen día hay un promotor que decide levantar viviendas residenciales en la Isla de la Cartuja? Sí, tendría que luchar contra algunos imponderables. Pero no estaría de más dotar de vida una zona de la ciudad absolutamente inhóspita por mucho que haya políticos que digan que en la Cartuja tenemos mucho de lo que enorgullecernos. Pero no se ve, no se conoce. Y nadie quiere, mucho menos presume o defiende, aquello que no conoce. Que haya más pisos de residentes en el Paseo Colón es positivo para un centro de la ciudad que pierde vecinos a chorros. Y al perderlos se deshumaniza y vence la sensación de parque temático. Que donde hay un solar o un local vacío abra una firma local de cualquier sector y haya vecinos es bueno, muy bueno, para una ciudad donde las franquicias han avanzado con demasiada rapidez al dictado de la globalización.

Hace muchos años el problema de un bar antiguo, con sabor y sello, que cambiaba de dueño era si el nuevo propietario respetaba o no la estética. El problema ahora es si cae en manos de alguien que quiera, al menos, asumir la misma actividad y no echarlo todo abajo para levantar un negocio de estética renovada. ¿Se dan cuenta del cambio en tan poco tiempo?

No crean que todo nuevo negocio es bueno porque sí. Hagan un repaso de cuántas franquicias se han instalado en un lugar tan destacado como la Campana y en qué poco tiempo han cerrado para dar paso a otra nueva franquicia y así sucesivamente... La multinacional de turno busca la rápida implantación, unos niveles de rentabilidad mínimos en poco tiempo y si no halla nada de esto, opta por el cerrojazo. Por eso un mismo local pasa de los donuts tuneados a los helados y de éstos a los yogures en tan pocos meses. A algunos les importa un pepino el sello de la ciudad, el valor propio, el centro histórico y si los rótulos de las fachadas afectan o no a la arquitectura del conjunto histórico declarado.

El proyecto del Paseo Colón incluye, al menos sobre el papel, un esfuerzo por no levantar una fachada agresiva, lo cual ya es de agradecer, con un estudio de colores que no chirríen. Hay que admitir que las nuevas construcciones en esta arteria principal de la ciudad no han sido agresivas, caso del nuevo hotel abierto en el tramo más próximo a Reyes Católicos. Si hay alguna amenaza para el Paseo de Colón no está en la arquitectura, sino en los nuevos hábitos arraigados al albur de los bares de copas. Aceras invadidas de clientes en mesas altas, momentos de invasión del carril más próximo, colocación de elementos (estufas, televisores...) en el espacio público. Nada que no se conozca ni que no haya sido objeto de atestados de la Policía Local. Recuerden que una de las primeras medidas del Gobierno local de cara a la seguridad de la Madrugada fue vigilar estrechamente estos bares a la caída de la tarde del Jueves Santo para impedir aglomeraciones que suponían una verdadera amenaza bien entrada la noche.

Si el patrimonio se conserva con uso, los cascos históricos se protegen mucho mejor cuando hay vecinos. Los residentes son el alma de una zona de la ciudad. Nadie mejor que ellos para dar vida y que se respeten los valores que hacen únicos una ciudad. Por eso nuestro centro se degrada y se despersonaliza, porque cada día hay menos vecinos. Cuando hay vecinos, hay calidez y arraigo. Y así también hay turismo, no sólo con una relación de monumentos inigualable.

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