La Feria

Primera puerta grande del Corpus

  • Las dos orejas de Joaquín Galdós le valen el favor del público granadino al joven diestro peruano

  • Floja entrada para la primera corrida de abono en la Nueva Plaza de Toros

El peruano Joaquín Galdós entrando a matar demostrando la hondura de su toreo.

El peruano Joaquín Galdós entrando a matar demostrando la hondura de su toreo. / REPORTAJE GRÁFICO: CARLOS GIL

El joven torero peruano Joaquín Galdós abrió la primera puerta grande la Feria del Corpus 2018 tras cortar una oreja en cada uno de sus toros. Al primero -tercero de la tarde, un astado negro de nombre Colombreño que dio en la báscula 553 kilos de peso- lo recibió Galdós primero a la verónica, después por chicuelinas y finalmente rematando con una media. Dio más esperanzas que los dos anteriores. Se fue sin picar. Toreó por ambos pitones, más por el derecho, realizando una variada faena, poniendo la guinda con una serie final de rodillas. No estuvo acertado con la espada, y tuvo que emplear un pinchazo, una estocada y dos descabellos para derribar al toro. Fue premiado con una oreja. El toro que cerró la plaza, también negro y de nombre muy parecido, Colombeño; fue el más protestón de la tarde. No obstante, el diestro brindó la muerte a David Fandila 'El Fandi', y no le quedó más recurso que realizar una faena de valor y arrojo, pisando terrenos muy complicados. Mató de una estocada. Tuvo como premio a su faena una oreja.

Abrió el cartel el francés Juan Bautista, lidiando el toro más flojo de la tarde, no se recordará a Zafrero, otro astado negro de 525 kilos de peso. Antes de entrar al caballo ya perdió las manos. Tuvo que realizar toda la faena a media altura, para evitar que el toro rodara por el albero, Por mucho que puso empeño, nada pudo lucir ante la sosa embestida del animal. Mató de estocada entera desprendida y tres descabellos. Saludó desde el tercio. En el cuarto toro de la tarde, segundo de su lote, noble pero soso, estuvo mejor Bautista. Consiguió por momentos que el público se entusiasmara con su toreo hondo y pausado, pero sin llegar a vibrar por el escaso celo del animal. Fue cambiando de pitón a lo largo de la faena, pero sin conseguir encelar al toro. Malogró un posible triunfo con la espada, pinchó en varias ocasiones antes de lograr una estocada entera que fue suficiente, llegando a escuchar un aviso. Volvió a recibir el calor del público, saludando desde el tercio, tras escuchar un aviso.

Álvaro Lorenzo, que actuó en segundo lugar de la terna, tuvo en suerte de inicio a Pimentero, también negro de capa, con un peso de 580 kilos. Salió el toro al ruedo con velocidad y rematando en tablas, pero duró lo que una gota de agua en una plancha. Se fue sin picar, con solo dos pares de banderillas, y demostrando lo que no debe de ser un toro de lidia, sin raza, sin movimiento, sin fuerza y sin decir absolutamente nada para el toreo. Solo fue capaz el joven torero de dibujar algunos pases aislados al natural, que apenas fueron disfrutados en el tendido. Mató de pinchazo y entera tendida, escuchó un aviso y saludó a la ovación del respetable que premió su disposición. En el quinto, segundo de su lote, de nombre Coronelo y que pesó 551 kilos, se lució con el capote por chicuelinas. Pronto vio el torero que el animal tenía más calidad que su anterior y brindó al público. Colaboró más el astado, aunque sin llegar a transmitir emoción en su embestida. Eso sí; metió mejor la cabeza en la muleta y Álvaro pudo realizar varias tandas con mucha clase, destacando por el pitón derecho. Cuando el toro cejó de acometer, no dudo el torero en arrimarse, lo que gustó al escaso público asistente. Todo hacía indicar que iba a tocar pelo en su presentación en la Nueva Plaza de Toros de Granada, pero el acero se lo negó, tardó mucho en matar, llegó a escuchar dos avisos y quedar sin premio. Posiblemente le sobró la última tanda.

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