Cultura

Tres de tres

Dark Nights. Avisahi Cohen's Triveni. Anzic Records. Distrijazz, 2014.

La palabra sánscrita Triveni señala el punto de encuentro de tres ríos sagrados de India: Ganges, Yamuna y Saraswati. Su componente de espiritualidad parece haber sido crucial para que el trompetista israelí Avishai Cohen (no confundir con el bajista de análogo nombre y nacionalidad) bautizara su proyecto a tres bandas junto al bajo de Omer Avital y la batería de Nasheet Waits. Músico precoz tutelado por sus hermanos mayores Yuval y Anat (junto a quienes formaría después el proyecto 3 Cohens), Avishai se educó en Nueva York, donde residió algunos años antes de regresar a la Tel Aviv que lo vio nacer en 1978. No obstante, su sello ya se había impregnado de un espíritu respetuoso con la tradición pero ansioso por profundizar en las conquistas de gigantes de la vanguardia del pasado siglo como Ornette Coleman o Don Cherry.

Hasta Triveni, su trayectoria había discurrido por un interesante catálogo como líder, remozado por su implicación en proyectos como el SF Jazz Collective o ese Tea for 3 junto a Dave Douglas y Enrico Rava. Ha tenido que cuajar esta empresa para que Cohen destapara concluyentemente su potencial como trompetista y compositor de la mano de una terna de álbumes -Introducing Triveni (2010), Triveni II (2012) y ahora el flamante Dark Nights (2014)- que apuntala su nombre en el escaparate de la trompeta jazzística.

Registrado sin apenas ensayos previos, Dark Nights vigoriza el perfil poético pero también oblicuo de su discurso, nítido e inquietante a la vez, apuntalado por efectos electrónicos en el tema que le da título y certeramente engarzado con Avital y el sutil Waits entre medias luces y atmósferas crepusculares. Un jugoso cuarto de invitados pluraliza la propuesta a través del clarinete del hermano Anat, el piano eléctrico de Gerald Clayton y la aportación de Keren Ann ("la voz de un ángel", según Cohen) quien clausura el disco con un arreglo del clásico I Fall In Love Too Easily que no evita el guiño a Chet Baker. Billy Strayhorn (Lush Life), Frank Foster (Shiny Stockings) o, de nuevo, Charles Mingus (Goodbye Pork Pie Hat) también cuentan con cita en un itinerario dominado por las sugerentes composiciones de Cohen y donde no se añora otra reverencia ante el genio Ornette Coleman (The OC). Remate oportuno para un disco sobresaliente.

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