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Familias flamencas

  • La nueva generación Habichuela y Carpio continúan a la vanguardia de la guitarra y el cante, respectivamente.

Mi alma a solas. Juan Habichuela Nieto. Producido por Juan Habichuela Nieto. Universal.

Mi verdad. David Carpio. Producido por David Carpio. Karonte.

Es un concepto del que se ha abusado en el mundo del flamenco. Claro que hay familias cantaoras, guitarristas, bailaoras y flamencas en general. Igual que ocurre con los músicos académicos, pintores, cineastas, arquitectos, etcétera. Más en el pasado, una época en la que la mayor parte de los humanos ejercían el oficio de sus padres. También los hijos de Johann Sebastian Bach, por ofrecer un solo ejemplo, bien conocido, aprendieron en el seno familiar las primeras corcheas. Pero en el mundo del flamenco, en el que existen registros sonoros casi desde sus mismos inicios, la mayoría de los cantaores (otra cosa es el baile y la guitarra) han aprendido los cantes de los discos. De hecho, ¿cabe imaginar más fidedigna tradición oral? Hoy analizaremos los primeros pasos discográficos de dos egregios representantes de sendas familias flamencas de abolengo.

Mi alma a solas es el primer disco de Juan Torres Fajardo, conocido como Habichuela Nieto (Granada, 1989), por serlo de ese gran patriarca del toque granadino que se llama Juan Carmona Habichuela. El joven tocaor, que ganó el Bordón Minero del Festival de las Minas en 2011, ha publicado un disco ecléctico, con una nómina de colaboradores realmente excelsa. Dominado por los estilos festeros, incluye, no obstante, un tema de pura guitarra solista, como suele ser habitual en los discos de guitarra contemporánea. Lo demás es abundancia de flamenco-pop de corte ligero, con arreglos de viento y percusión. Una guitarra poderosa, eso sí, serena, de fraseo rotundo y fecundidad melódica, de ritmo hipnótico y febril, de enorme virtuosismo. La rumba es el estilo que domina la obra, sea en su versión puramente instrumental o con las voces de Antonio Carmona, Soleá Morente, Rosario y Lolita. A la habitual presencia de los metales se unen en esta entrega los teclados y el bajo y la guitarra eléctricos.

En la misma línea, aún más ligera, es decir, con batería y estribillo francamente cantable, Déjame entrar, en donde el tocaor se revela como vocalista pop, y Matu Hostalinda, con teclados y la voz de La Marie, en la que de nuevo hace valer su tremendo virtuosismo, tanto en las escalas como en los trémolos. Por esta línea pop, es sin duda el corte más interesante del disco, en que las influencias de Vicente Amigo se hacen patentes. En Esfera alienta la épica del Niño Miguel, entre vals y fandango, con castañuelas y la colaboración de Marina Heredia. Hay unas sevillanas categóricas, llamadas Valquerela. A muchos sorprenderá que estas seguidillas de Sevilla sean el corte más flamenco del disco. Con melodías incisivas, diálogos épicos y restallantes castañuelas. Otro intenso ejercicio de seguridad jonda. Soñando es una etérea y sentimental canción por bulerías al servicio de la voz de Estrella Morente, autora asimismo de la pieza. Y de Estrella a Enrique, seguimos en familia, con unas bulerías en homenaje al llorado maestro. Unas bulerías tranquilas, con un largo trémolo que homenajea también, de paso, al abuelo de la criatura, que fue la mano derecha durante años de Morente. Más épica, más contundencia, más verosimilitud flamenca. Lo mejor del disco. La senda por la que hubiésemos desea que trascurriera esta obra en su mayor parte. Cierra la obra el tema de puro concertismo jondo se conceptúa como libre y, en efecto, no se alinea con un estilo jondo tradicional. Es una pequeña y gustosa canción sentimental de deliciosos arpegios.

Mi alma a solas es un disco poderoso y fresco, de una seguridad rítmica y técnica apabullante. Sin proezas armónicas ni gestos de cara a la galería. Con todo, me queda la sensación de que el inmenso talento de este guitarrista podría haberse puesto al servicio de una causa mayor.

Y para familias flamencas, la de los Carpio de Jerez, que ha perdido recientemente a uno de sus más ilustres representantes, El Garbanzo. Uno de sus sobrinos, David Carpio, presenta ahora su primera entrega discográfica, en este caso registrada en directo en el XVII Festival de Jerez. Estamos por tanto lejos del concepto del disco anterior. Es decir, se trata de una entrega tradicional con el único acompañamiento de guitarra y palmas, aunque el disco se inicia a capella por pregones de Macandé y Manolo Caracol.

Carpio posee una voz poderosa, afinada y emotiva. Un disco sin red, registrado en directo en una sola toma, el día 24 de febrero de 2013, en el jerezano Palacio de Villavicencio. Los pregones derivan rápidamente a bulerías merced al compás sublime de Carlos Grilo y El Chícharo. Es una forma, bronca, directa, hiperrítmica, de entender el cante jerezano contemporáneo, que se traduce en las segundas bulerías del concierto, y por tanto de esta obra, en este caso homenajeando al gran Moraíto. Cantes de La Plazuela, solares, austeros, pétreos. Las alegrías, romeras y cantiñas del Pinini son un remanso de ritmo y poderosas vibraciones festeras en un disco donde los estilos graves son mayoría. Carpio se muestra solvente en todos los estados de ánimo flamencos. Lo mejor de todo esto es que, aunque Carpio canta para el baile y es un estilista del compás, sabe diferenciar el cante en solitario del que está en función de la danza. Cantiñas francamente emotivas. La soleá es solemne, con un Manuel Valencia a la guitarra sobresaliente. Valencia, dentro de su concepto tradicional del toque para el cante, es uno de los más interesantes guitarristas de hoy. Una sonanta nerviosa, rítmica, y al mismo tiempo solemne. La lírica decimonónica puesta al día. Porque las pasiones y lamentos de nuestros ancestros no difieren mucho de los nuestros. Estilos cortos, ligados, de Cádiz y Jerez. Tensa, desgarradora y doliente, de filiación cien por cien jerezana (Torre, Tío José de Paula), la seguiriya. Por malagueñas se aleja de los estilos habituales en Jerez para ofrecernos su versión de los cantes del Perote y La Peñaranda, y sin tirar del recurso de los abandolaos. Por tarantos sigue los dictados estéticos de otro ilustre de la familia, Chocolate. Una obra intensa, directa, sin trampa ni cartón. Hermoso presente del cante jerezano de la mejor clase.

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