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La Iberia andaluza

  • El pianista sevillano Óscar Martín ofrece una visión franca y directa de la inagotable y caleidoscópica obra de Albéniz.

Albéniz: Iberia. Óscar Martín, piano Lindoro (2 CD) (Diverdi)

Hay casi tantas Iberias como intérpretes capaces de enfrentarse a sus pentagramas. La obra maestra de Albéniz, que para Olivier Messiaen lo era de toda la literatura pianística, contiene tal riqueza de referentes, tal densidad de contenidos que cada pianista se ve necesariamente abocado a escoger, a orientar las piezas de la Suite en una dirección determinada. Detrás de ese pintoresquismo superficial, que tiene que ver con el folclor andaluz (que actúa una vez más aquí como sinécdoque de "lo español"), en Iberia se funden tradiciones musicales de todo un siglo. La solidez constructiva de un Beethoven permite la adición de valores tan genuinamente románticos como el virtuosismo de la mejor escuela lisztiana, la sutileza armónica que hizo de Chopin un adelantado a su época o el más sencillo apunte de carácter, típico de la música de salón de todo el XIX. Pero el aroma francés está también presente en formas muy diversas: esa búsqueda de la perfección formal fue alentada por la Schola Cantorum, y sobre ella operan igualmente la delicadeza de las obras más personales y rapsódicas de Fauré como el impresionismo debussysta. El color es español, pero en Albéniz aparece quintaesenciado de forma originalísima por el idealismo del ausente, del exiliado. No hay que olvidar que la colección la escribe el gran músico catalán en París y Niza entre 1905 y 1908. A la manera de un Cernuda, que desde Londres recrea su ciudad natal en Ocnos, el gran poema sevillano de todo el siglo XX, Albéniz traza desde Francia el dibujo musical más certero que se haya hecho de una España mitad vivida mitad imaginada.

Óscar Martín (Sevilla, 1976) se une a la nómina de pianistas que han llevado su visión de esta obra magna del repertorio al disco en un álbum que acaba de publicar el sello Lindoro, aunque la grabación, realizada por Francisco José Cuadrado, data del año 2009. De Alicia de Larrocha a Artur Rubinstein, pasando por Esteban Sánchez, Rafael Orozco, Rosa Sabater, José María Pinzolas o Jean-François Hessier, los grandes intérpretes han ido componiendo la imagen de una Iberia caleidoscópica que, sin embargo, no parece agotar aún las posibilidades de la obra. Martín añade su mirada que es también muy singular, y que parte de una cierta ligereza en el concepto. Es una Iberia que arranca con una Evocación de un reconocible aire nocturnal e impresionista, pero a la vez sereno y claro, y concluye con una Eritaña en la que el ritmo de las sevillanas surge impetuoso y racial para luego ir domeñándose con un elegante fraseo. La interpretación del pianista sevillano parece eludir conscientemente los conflictos más dramáticos de la obra, que tan genialmente destacó Esteban Sánchez o, más recientemente, el mismo Barenboim, y fijar su mirada en la melodía y el color, que tiene un tratamiento no lejano a Larrocha y, sobre todo, a Orozco. Es una visión de un andalucismo franco, directo, pero nunca jaranero, de dinámicas algo estrechas, pulsación nítida y una personal flexibilidad en el fraseo. Iberia, siempre soberbia, siempre distinta.

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