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Muere el director de ópera Gerard Mortier

  • El consejero artístico del Teatro Real de Madrid ha fallecido a los 70 años tras padecer un cáncer de páncreas.

El director de ópera y ex director artístico del Teatro Real de Madrid, Gerard Mortier, ha fallecido a los 70 años, informaron los medios belgas. Mortier, nacido en noviembre de 1943 en Gante (oeste de Bélgica), tenía desde hace algún tiempo cáncer de páncreas. 

El belga ocupó varios cargos de prestigio en el mundo de la opera, al haber dirigido el Teatro de la Monnaie en Bruselas, el teatro de París, la Opera de Nueva York o el Teatro Real de Madrid. De noviembre de 2008 a septiembre de 2013 estuvo al frente del Teatro Real de Madrid, que quiso convertir en "un laboratorio de la ópera del siglo XXI". Pero la gestión del belga fue muy criticada y provocó su relevo, a pesar de que su contrato vencía en 2016, por el catalán Joan Matabosch. El pasado 17 de febrero, Mortier se despidió públicamente del coliseo por medio de un correo electrónico enviado al presidente de su patronato, Gregorio Marañón, deseando a Mataboch "lo mejor" y con un expresivo, "¡Viva el Teatro Real!".

El primer trabajo de Mortier en el mundo operístico fue como asistente del director del Festival de Flandes. Entre sus iniciativas artísticas figuran una aplaudida versión en concierto de la única ópera de Arnold Schönberg, Moses und Aron (2012), propuesta conjunta del entonces intendente del Real con la Philharmonie de Berlín y el Festival de Lucerna, pero también un errado desafío: el montaje que el ruso Dmitri Tcherniakov hizo de Don Giovanni (2013). Esta versión de la obra mozartiana desató un coro de abucheos en cada función, incidente que Mortier calificó de "boicot organizado". 

El gestor belga suscitó mucha polémica con esa voluntad suya de transgredir las convenciones para -como decía- acabar con el estancamiento y la comodidad musical y suscitar así emoción y reflexión en el público español. 

En 2011 recibió críticas por parte de la lírica española tras asegurar en una rueda de prensa que en España hacía falta un "taller lírico" que enseñara "estilo" a los intérpretes españoles. En 2013, también fue criticado por sus declaraciones en una entrevista al semanario austríaco Falter sobre la Filarmónica de Viena, de la que Mortier opinó que podría hacerlo mejor y tachó su programa de "desastre". La respuesta fue rápida y contundente por el directivo austriaco Dominique Meyer, que afirmó que no colaboraría con el Teatro Real mientras estuviera al mando Gerard Mortier. Además, en septiembre, Mortier que se encontraba en Alemania tratándose de un cáncer de páncreas, dijo en una entrevista al periódico El País que no esperaría a 2016 para dejar su cargo de intendente en el Real si Cultura "imponía" un sucesor, declaraciones que no gustaron en la Secretaría de Estado. 

De 1973 a 1980 colaboró como director artístico del director de orquesta Christoph von Dhonanyi en las localidades alemanas de Dusseldorf, Frankfurt y Hamburgo. Después fue llamado por Rolf Liebermann y Hugues Gall para colaborar en la Ópera de París. En 1981 fue nombrado director del Teatro Real de la Monnaie (Bruselas), y convirtió la capital belga en un referente del arte lírico en Europa. Para ello se rodeó de importantes nombres de la escena y de nuevos talentos, a la vez que organizó una atractiva programación. Entre 1988 y 1989 intervino en la preparación del proyecto de la Ópera de la Bastilla en París y, en 1991, se hizo cargo de la dirección del Festival de Salzburgo, cargo en el que sucedía a Herbert von Karajan. Su gestión al frente del festival de la ciudad austriaca se distinguió por la renovación de la programación, la búsqueda de nuevas audiencias y la modernización del Festival. A continuación el Gobierno de la región alemana de Renania del Norte-Westfalia le ofreció en 2001 el desafío de crear y dirigir en la región del Ruhr el festival Ruhr-Triennale 2002-2004. Ese último año fue nombrado director de la Ópera de París, de la que era director delegado desde diciembre de 2001. Su intención de revolucionar la escena operística de Nueva York, de la que se iba a hacer cargo en 2009, se vio frustrada tras renunciar a dirigir la ópera de la ciudad estadounidense en 2008 por los recortes en gastos de la institución.

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