Músicas contra la peste | Purcell

Purcell en el reino de las hadas

Henry Purcell (Westminster, 1659 - 1695).

Henry Purcell (Westminster, 1659 - 1695).

Henry Purcell nació justo para ver la restauración de la monarquía británica en la persona de Carlos II, lo que trajo enormes beneficios a la música y los músicos británicos, humillados y arrinconados durante más de una década por el régimen puritano de Cromwell. El niño se mostró pronto como un auténtico elegido (“En todas las épocas nace algún héroe; pero un Purcell sólo cada mil años”, escribiría Henry Hall a su muerte) y escaló con rapidez dentro la Corte y en el aprecio de todos sus colegas.

Tras la represión de la época republicana, la música teatral alcanzó un desarrollo sin precedentes en Inglaterra, lo que marcaría la carrera del músico como gran autor dramático. Aunque en sentido estricto compuso sólo una ópera (la breve Dido y Eneas), Purcell escribió canciones, preludios y danzas para cerca de cincuenta producciones teatrales y al final de su vida participó en cuatro grandes semióperas, obras de teatro que incluían en cada acto una gran masque, es decir un gran divertimento musical que conservaba con la obra hablada lazos alegóricos más que de continuidad argumental.

La reina de las hadas parte de El sueño de una noche de verano de Shakespeare, y en ella Purcell se muestra como lo que es, un melodista incomparable, sin duda uno de los grandes de la historia de la música. Tomemos un fragmento de la música para el tercer acto: la primera canción, coral, dedicada a las paradojas del amor ("Si el amor es dulce, ¿por qué atormenta? Si es amargo, dime, ¿de dónde viene mi felicidad? Mi sufrir, siendo placer, ¿por qué me apena? ¿Por qué sufro por mi suerte, si sé que es en vano?") tiene el encanto de las baladas inglesas, y de ahí esa sensación de dulce abandono, esa melancolía tierna y acogedora; llega luego el tiempo de las danzas, una elegante, alígera (está dedicada a las hadas), que se contrasta con una rápida, ágil, rústica (la de los hombres verdes); la siguiente canción, una invocación a los espíritus del aire, es vocalmente más exigente, acogiéndose al modelo del aria. Harnoncourt, purcelliano de época, con una estupenda Martina Jankova y una maravillosa Dorothea Röschmann, nos traen estos fragmentos extraídos de una producción de la Styriarte de Graz de 2014

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