50 años del Festival de Woodstock

Regreso a Woodstock

  • Se cumplen 50 años del concierto que marcó una época y a toda una generación y que fue registrado en un mítico documental dirigido por Michael Wadleigh ganador del Oscar en 1971

En aquel memorable verano de 1969 del que ahora se cumplen 50 años, medio Estados Unidos (que es lo mismo que decir medio mundo) veía materializarse un sueño propio de la ciencia-ficción contemplando en sus televisores en blanco y negro la llegada de Neil Armstrong a la luna. El otro medio estaba más pendiente de la convulsa realidad terrenal, que entonces pasaba por los ataúdes que llegaban desde Vietnam, las protestas estudiantiles contra Nixon o la reivindicación de los derechos civiles de mujeres, afroamericanos y minorías.

Una nueva generación traducía los postulados del mayo francés al paisaje norteamericano a través de la contracultura, el movimiento hippie y nuevos lemas para futuras camisetas ("haz el amor y no la guerra") que abrían una brecha entre los padres que vivieron la Segunda Guerra Mundial y los hijos del baby boom, jóvenes airados y desencantados con las rémoras del pasado en los nuevos tiempos que les tocaba vivir.

Si hay un acontecimiento que encarna y condensa el espíritu comprometido y libertario de aquella época, ése es Woodstock, el primer macrofestival "de música y arte" al aire libre que, tras la estela del Monterey Pop (1967), reunió a los mejores grupos y artistas rock del momento (Janis Joplin, Jimi Hendrix, Joan Baez, The Who, Jefferson Airplane, Greatful Dead, The Band, Creedence Clearwater Revival, Crosby, Still, Nash & Young, Santana, Sly & the Family Stone, Ten Years After, Canned Heat, Joe Cocker, Tim Hardin, Ravi Shankar…) y a medio millón de personas en una colina de la pequeña localidad de Bethel, Sullivan, al Norte del Estado de Nueva York, los días 14, 15 y 16 de agosto de 1969.

Mitad negocio y mitad revolución filmada, Woodstock permanece hoy como un monumento-mausoleo que documenta y momifica una época de utopías e ingenuidad libertaria reconvertida en materia para la celebración, la nostalgia y el marketing. No hay más que asomarse al parque temático en el que se ha convertido Bethel Woods para comprobarlo, o ver las sucesivas reediciones y remasterizaciones del mítico disco triple (Cotillion/Atlantic Records), los libros y la película que dieron testimonio de aquellos "tres días de paz y música".  

El Festival de Música y Arte de Woodstock reunió a cerca de medio millón de personas en una colina de Bethel, al Norte del Estado de New York.

El 50 aniversario del evento llega con la noticia de la cancelación del concierto conmemorativo en el que iban a participar artistas más bien poco contestatarios y contraculturales como Miley Cyrus y Jay-Z, motivo suficiente para recuperar al menos la edición especial en Blu-ray de la que fue la película oficial del festival, un hito en la historia del cine documental estrenado en 1970 gracias a un acuerdo de distribución con Warner, ávida como otras grandes productoras de Hollywood por hacer caja a costa de la emergente y rentable contracultura juvenil tras el éxito inesperado de Easy rider, de Dennis Hopper.  

Dirigido por Michael Wadleigh, Woodstock, 3 days of peace and music fue durante años uno de los documentales de mayor recaudación en taquilla y obtuvo el Oscar en 1971. Las tres horas de su metraje original han sido ampliadas treinta minutos más en el nuevo montaje del director del que puede disfrutarse ahora. Fruto de un titánico trabajo de selección (a partir de 111 kilómetros de negativo), edición y sincronización, Woodstock recoge en paralelo, utilizando en ocasiones el recurso de la pantalla partida, todo lo que rodeó al evento: el montaje y la preparación del escenario, la convivencia lisérgica, alcohólica y desinhibida de los jóvenes venidos de todos los rincones del país, la llegada de los artistas en helicóptero, los atascos de tráfico en las inmediaciones, las reacciones de los habitantes de la zona (Ang Lee centraría buena parte de su Destino: Woodstock en estos avatares), los impagables anuncios por megafonía y, por supuesto, las vibrantes actuaciones de los artistas y bandas, con aquel memorable cierre de Jimi Hendrix interpretando su elegíaca versión eléctrica del himno americano, The Star Spangled Banner, sobre las imágenes del fin de fiesta y su posterior resaca.

Wadleigh acerca la cámara a los artistas y asume los modos del 'cine directo' de Pennebaker o los hermanos Maysles tan en boga aquellos días

Para la filmación de aquellas jornadas, Wadleigh asumía el modelo observacional del cine directo del recientemente fallecido D. A. Pennebaker y los hermanos Maysles, que por aquel entonces habían filmado o estaban filmando también a Bob Dylan en Inglaterra y a los Rolling Stones en California para Gimme Shelter, y lo alternaba con testimonios de los protagonistas anónimos de un evento llamado a ser histórico.

En las actuaciones, las cámaras están siempre muy cerca de los artistas, con una puesta en escena eminentemente física que captura toda la energía y la autenticidad del momento. Fueron muchos los operadores que no perdieron detalle de cuanto allí ocurrió (gran tormenta, percances y barrizal incluidos) a lo largo de los tres días de festival, entre ellos un joven Martin Scorsese que, junto a la que luego sería su montadora habitual, Thelma Schoonmaker, aparecen en los jugosos materiales extras y reportajes que acompañan esta edición especial. También el propio Wadleigh, hoy entregado a la causa contra el cambio climático, que cuenta numerosas anécdotas del rodaje y la postproducción, o el que fuera gran promotor del concierto, Michael Lang, el mismo que ha intentado sin éxito levantar ahora el evento conmemorativo 50 años más tarde. Quién sabe si no hay algo de justicia poética en esta cancelación de última hora.  

Trailer Woodstock

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