Nada será como antes | Crítica de jazz

Carlos López: un antes y un después

  • El guitarrista estepeño Carlos López debuta con un notable álbum en solitario, amigo de íntimas y acústicas sonoridades

El guitarrista Carlos López.

El guitarrista Carlos López. / D. S.

Cuenta Carlos López que la obra del guitarrista californiano Julián Lage lleva años convertida en una de sus primordiales fuentes de inspiración. De hecho, ambos músicos comparten una lectura del territorio jazzístico que va más allá de sus patrones canónicos para nutrirse de un rico abanico de modelos que salta desde el ámbito clásico europeo a la roots music norteamericana. El propio López cimenta su crónica en una formación académica sustentada en una labor docente y expandida a través de colaboraciones en el ámbito del folk-rock, las bandas sonoras y, por supuesto, el jazz.

Por ello, ninguna firma mejor que la del propio Lage para definir Nada será como antes (2019), el autoeditado álbum de debut del guitarrista, de la mano del texto que se inscribe en su encarte interior: "Un disco magistral a cargo de un guitarrista capaz de los más bellos y sentidos matices. Escucharlo es un verdadero placer, una experiencia maravillosa".

Portada del disco. Portada del disco.

Portada del disco. / D. S.

Para levantar la música que provoca esta convencida introducción, el músico de Estepa ha elegido una exposición en solitario, canalizada a través de su guitarra acústica, obra del lutier inglés David Heaton, donde también se pueden detectar gestos de otros gigantes del instrumento como Bill Frisell. Una propuesta autónoma y explícita pero también colmada de riesgo en la que confluyen reto profesional e hito personal. La conexión entre ambas vertientes define los límites de un antes y un después simbolizado en el mismo título del disco.

Carlos López resuelve con criterio y solvencia tan espinoso envite de la mano de una partitura íntima, de cercana sonoridad y amiga de la confidencia. Diez composiciones grabadas en cinta analógica, sin añadidos y en un solo día en los sevillanos estudios La Mina de Raúl Pérez en lo que supone un ejercicio de transparencia creativa. La misma que transmite su acogedora y armónica propuesta, elaborada sobre un matizado juego de frases y espacios en el que incluso la improvisación tiene su medida, intentando "resolver esa compleja ecuación que se da entre la música y el silencio, la respiración y el no llenarlo todo, precisamente para que todo respire". Música hermosa y sutil, libre de ataduras y etiquetas.

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