Common Practice | Crítica de jazz

Una noción compartida

  • El pianista Ethan Iverson se asocia con el trompetista Tom Harrell en una notable sesión grabada en el mítico Village Vanguard de Nueva York

El pianista estadounidense Ethan Iverson.

El pianista estadounidense Ethan Iverson. / D. S.

El sello ECM cumple 50 años. Y lo hace renovando años tras año, disco tras disco, su pacto con el jazz contemporáneo de la mano tanto de veteranos consagrados como de recientes incorporaciones a su catálogo. Y ningún escenario más idóneo, en este aspecto, que el neoyorquino templo Village Vanguard para concretar la alianza de dos generaciones distanciadas por la edad pero unidas por la discográfica y, sobre todo, por una visión común de la música: el trompetista Tom Harrell (1946) y el pianista Ethan Iverson (1973).

Alejado de su etapa en The Bad Plus y después de haber publicado sus registros para ECM junto al Billy Hart Quartet y en dúo con Mark Turner, Ethan Iverson invitó al prestigioso Tom Harrell –según sus palabras, "uno de los más grandes solistas vivos", volcado ahora en su proyecto Infinity– a compartir las tablas del legendario local de Manhattan en enero de 2017 junto a la más que solvente compañía del contrabajo de Ben Street y la batería de Eric McPherson.

Portada del disco. Portada del disco.

Portada del disco. / D. S.

Aunque el pianista decidió colocar dos composiciones propias –Philadelphia Creamer y Jed From Teaneck–, el repertorio de la sesión quedó trazado sobre el supuestamente inviolable territorio del estándar. Un espacio conocido que, sin embargo, siempre exige un plus especial a los intérpretes que aporte una dosis de identidad a su enésima lectura.

Clásicos del peso de –ahí es nada– I Can't Get Started, Out Of Nowhere, The Man I Love, All The Things You Are o I'm Getting Sentimental Over You, por citar sólo algunos, desfilan por un disco que en absoluto denota lo circunstancial de la asociación. De hecho, la ajustada simbiosis del cuarteto, el quirúrgico tratamiento del guión y el juego de lenguajes que manejan los dos solistas principales – cálido y lúcido Tom Harrell; curioso e imaginativo Ethan Iverson– elevan el listón a un destacado nivel que conduce a celebrar el encuentro y a volver una y otra vez al disco en busca de oxigenantes matices. ¿Quién dice que este no podría ser el principio de una bonita amistad?

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