Antonio Luque. Músico.

"No sólo se manipula a los tontos. Todos nos hemos creído noticias falsas"

  • Sr. Chinarro publica hoy 'El bando bueno', un disco en el que se posiciona contra la mentira y la estupidez y ofrece una mirada desencantada y lúcida al "desolador" momento político

Sr. Chinarro, caracterizado como 'El caballero de la mano en el pecho'.

Sr. Chinarro, caracterizado como 'El caballero de la mano en el pecho'.

"Me acuerdo y no recuerdo / si fui un loco o un lerdo / un cobarde o un héroe menor", entona Antonio Luque (Sevilla, 1970), Sr. Chinarro, en El bando bueno (Mushroom Pillow), un disco en el que el músico mira al interior con honestidad y se posiciona contra la mentira y la estupidez que parecen extenderse por el mundo. Una obra lúcida, desencantada, en la que el veterano –no hace mucho que celebró los 25 años de carrera– se desnuda y se esconde y de la que se muestra orgulloso. "No voy a hacer el carajote con mis discos. Si se publican es porque son buenos. Para pifiarla ya nos vale con el Twitter", sentencia.

–En una entrevista anterior contaba que estaba componiendo nuevas canciones y que buscaba que sonaran a Chinarro. "No se trata de reinventarse al estilo de Madonna", decía, "haciendo ahora un disco de techno y al siguiente otro de country". Esa fidelidad a sí mismo continúa...

–Bueno, yo tampoco tengo pasta para contratar a los productores a los que recurre Madonna, que te cogen las ideas y te las llevan a un sitio o a otro. Hoy los músicos de más éxito trabajan con un productor o dos por canción y, claro, así salen discos tan variados. Yo intento no aburrir dentro de mis posibilidades, pero ¿quién va a esperar ahora de Chinarro mucho cambio? Compré unos sintetizadores y he usado uno de ellos, y creo que ha conseguido aportar algo de variedad. Hay un productor en EE UU con el que me gustaría trabajar, pero salía un poco caro. Quizás para el siguiente.

–Sobre el título del disco, usted ha explicado: "La cultura es el virus bueno. El ADN elegido. Este es mi bando".

–No se trata de leer mucho, de ir de erudito. Yo, por ejemplo, no conozco aún alguno de los museos de Barcelona. Pero lo importante es no despreciar la cultura. Tomemos aquel "¡Muera la inteligencia!" que según cuentan le gritó Millán Astray a Unamuno. Bueno, si piensas eso, estás lejos de mi bando. Si te repele esa frase, estás conmigo. Y no se trata de pedir el voto para el PSOE en vez de para el PP, no es eso...

–Del PP no recuerdo si habla en el disco, pero en Una Famiglia Reale, el primer corte, alude a "charcas cenagosas / de Vox a Johnson y Donald Trump". Es un disco muy apegado a la actualidad política.

–Sí, porque estamos viendo cada día que mantienen la democracia pero han aprovechado que la gente está todo el tiempo mirando internet para manipularla antes de que vote. Es verdad que hay mucha población que anda con lo justito de entendederas, no nos vamos a engañar, pero no hace falta ser tonto para que te manipulen, yo mismo me he comido más de una falsa noticia. Y esos discursos basados en la mentira van calando... Sólo hay que ver lo que está pasando en Hungría. Yo me imagino a Santiago Abascal gobernando con el bote de pimentón sobre la mesa, y a Díaz Ayuso con mayores cotas de poder, mientras políticos como Ángel Gabilondo casi se han escondido y se preguntan qué hacen en ese mundo de tiburones. El panorama es desalentador. Que chavales de 14 años piensen que ser nazi mola... Pero si adviertes del peligro de todo eso, parece que estás comprado por el PSOE. Mira, a mí el PSOE me da mucha pereza, por lo que hizo y por lo que no hizo en Andalucía, y discrepo también de Podemos; aclaro, por si acaso, que el señor Maduro me produce tanta grima como las manifestaciones del barrio de Salamanca. A veces miro casa en Francia, porque el patio aquí está para dejar esto.

Antonio Luque. Antonio Luque.

Antonio Luque. / Juan Ayala

–En Planeta B, otra de las canciones, usted recoge los incendios del Amazonas y de Australia y señala que por quemarse "se quemó hasta Nôtre Dame".

–El ecologismo es una opción política también. Yo intento reciclar lo que se puede, me preocupo de comprar con el menor plástico posible, de dejar la menor huella de carbono... No despreciar la cultura y cuidar el medio ambiente, ése sería El bando bueno. Y no es ironía, como ha pensado algún estúpido en las redes.

–Con El fuego amigo (2005) tomó la decisión de ser más accesible, de que las letras fueran más claras. ¿Le preocupa ahora ser comprendido?

–En El fuego amigo se notó más el cambio porque venía de una completa abstracción que era casi majadería. Escribía letras en los ratos libres, lo que me salía, porque entonces tenía un trabajo muy exigente en una fábrica. Cuando El fuego amigo ya no tenía ese empleo y dispuse de tiempo para pensar, intenté que se me entendiera mejor y que, también, me salieran más conciertos. Ahora diría que ya me da igual que me entiendan o no, aunque no es cierto del todo: uno también se ha acostumbrado a un poquito más de aplauso, a un poquito más de gente, y en el fondo sigue queriendo ser comprendido. Pero no voy a hacer letras obvias, a mí me gusta sugerir.

–El tema del que hablábamos antes, Una Famiglia Reale, sería un ejemplo. Ha suscitado todo tipo de interpretaciones...

–Han creído que estoy describiendo a los cayetanos, a la princesa Letizia [aunque en la letra Chinarro escribe el nombre con c] y luego está lo que yo creo. Pero que los otros vean algo distinto no tiene por qué ser erróneo, de algún modo ese significado estará ahí. Lo que me inspiró es estar viendo la tele, cómo los canales te venden sus películas, que siempre lo hacen con una chica guapa, y me acordé de cuando Letizia Ortiz era presentadora del Telediario. Pensé si aquellas noticias que daba ella eran reales o falsas, y me puse en el lugar de un príncipe, ese fue el punto de partida, y luego uno coloca frases para que se abran otros caminos. Que el título sea en italiano, por ejemplo, no es casual.

"No despreciar la cultura y cuidar el medio ambiente. En eso consistiría estar en el bando bueno”

–"La única depresión / que conozco es de un río / llamado Betis o Guadalquivir". Esto sí parece una confesión sincera.

–Llevaba tiempo queriendo hacer una canción que se llamara Depresión del Guadalquivir, pero el título, no sé ya si porque lo planteó alguien del grupo o porque le acortamos el nombre al archivo del ordenador, acabó como Depresión. Lo que cuento es una victoria personal: que a pesar de los problemas y altibajos nunca me he medicado, que la única depresión que tuve es la del Guadalquivir. Por otro lado considero una derrota no vivir en mi tierra, haberme tenido que ir, echar de menos al Betis y a la familia. Es una victoria agridulce, pero es mi victoria.

–En otra canción se pregunta qué pasaría si volviese a su tierra y la define como "el país del souvenir". No parece que la pandemia haya corregido la voracidad con la que hacemos turismo.

–Vamos a peor, vamos a seguir queriendo hacer este turismo absurdo en el que todas las ciudades tienen las mismas franquicias. Yo fui de viaje de fin de curso en los 80 a Italia, y ya percibí, con 18 años, que en los centros de esas ciudades no vivía nadie, que aquello se había convertido en un museo y que el turismo expulsa a los verdaderos habitantes de un sitio. Esto del virus es un aviso, vendrán catástrofes mayores. Que el primer día que dejen salir estén los bares llenos y la gente vuelva al coche da que pensar.

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