Cultura

El último vals de Herrmann

  • Music Box edita el 'score' completo y el álbum original de la que fuera la penúltima y magistral banda sonora de Bernard Herrmann, 'Fascinación' (1976), de Brian de Palma.

Obsession. Bernard Herrmann. Music Box. 2 CD. 113 min.

A Brian de Palma no parecía importarle demasiado que, a mediados de los 70, se subrayara su condición de mero imitador de Hitchcock. Hay que recordar que, cuando hace Hermanas (1973) o Fascinación (1976), Hitchcock no sólo vive todavía, sino que está aún en activo: acaba de rodar Frenesí y prepara la que será su última película, La trama. Este dato temporal revela que la veneración, las intenciones imitativas y los homenajes de De Palma eran explícitos y asumiendo riegos, ya que el maestro bien podía haber renegado del hijo bastardo y abofetearlo en público, cosa que nunca hizo.

Más datos confirman que De Palma no buscaba esconder sus cartas: las historias de Hermanas y Fascinación nos recuerdan demasiado a ciertos momentos y escenas de Psicosis y Vértigo, sacrosanto díptico hitchcockiano, templos de la modernidad cinematográfica que muchos vieron profanados por el modo lúdico del director de Carrie y El fantasma del Paraíso con más oportunismo que respeto.

Por último, y no menos importante, está la música. De Palma contrató para ambos títulos a un por entonces olvidado Bernard Herrmann (1911-1975), el compositor de los mejores hithcocks de los 50 y 60 (de Con la muerte en los talones a Marnie), el viejo maestro que acompañó a Welles en su desembarco en Hollywood con Ciudadano Kane, el más británico y romántico de los compositores norteamericanos de Hollywood, el mejor de todos ellos, en definitiva.

Con Fascinación, su penúltimo trabajo para el cine (el último, compuesto apenas unos meses después el mismo año, sería Taxi Driver, de Scorsese), De Palma y su guionista Paul Schrader no sólo quisieron resucitar la trama, la atmósfera y el juego de dobles y suplantaciones de Vértigo, sino aquel mismo espíritu desaforadamente romántico, siniestro y elegíaco de la música de Herrmann. Quién sabe si toda la operación no fue, en realidad, un pretexto para volver a poner al por entonces ya frágil de salud aunque riguroso e irascible compositor neoyorquino al mando de una orquesta para reproducir el esplendor de aquel viejo sonido sinfónico, aquella melancolía sublime, visionaria y pesarosa, ya definitivamente abandonada por el cine de los 70.

Si en Hermanas se trataba de una música más escueta (había poco presupuesto), de una nana infantil sometida a una torsión macabra y a sus respectivas variaciones, la de Fascinación iba a inundar y envolver la película en un sentido casi operístico, ya desde su arranque, con el golpe de timbales, los trombones, el órgano de iglesia y las voces en tutti, dotando al filme de un poderoso aire de ensoñación o pesadilla diurna que se confunde con la tonalidad brumosa y fantasmal de la fotografía de Vilmos Zsigmond.

Completada la composición en apenas un mes, la música se grabaría en la iglesia de St. Giles Clipplegate de Londres en apenas tres sesiones durante el verano de 1975. Al órgano y los metales de este poderoso arranque, se incorporarían luego el inconfundible sonido herrmanniano del arpa y las voces angelicales, el apunte de una premonitoria danse macabre, para dar paso a otro de esos memorables valses en el repertorio del compositor, un vals lente profundamente romántico, asociado ya para siempre en el filme al amor desaforado (y circular) entre el personaje de Cliff Robertson y el de Geneviève Bujold, de cuya imagen, según cuenta Daniel Schweiger en las notas de esta edición, Herrmann cayó rendidamente enamorado durante el proyecto.

Pero la de Fascinación es también una música cargada de tensión y suspense, un tour de force entre las cuerdas, el órgano y los metales en figuras en ostinato, como puede comprobarse en las escenas del secuestro, el ferry o, muy especialmente, en la del aeropuerto que cierra y resuelve el engaño, todo un alarde de puesta en escena, montaje y manejo del tiempo por parte del iconoclasta De Palma.

Herrmann le hizo el mejor de los cumplidos posibles cuando le firmó y dedicó la partitura con estas palabras: "Para Brian, agradecido por la oportunidad de hacer mi mejor trabajo para la mejor película de toda mi carrera musical".

El compositor fue doblemente nominado al Oscar de manera póstuma en la edición de 1977 por Fascinación y Taxi Driver, aunque finalmente no conseguiría ninguna estatuilla, que iría a manos de Jerry Goldsmith por La profecía.

La edición discográfica que ahora aparece en un cd doble en el sello Music Box contiene la versión remasterizada del álbum que se editó en 1976 (Decca) tras el estreno del filme, agrupada en seis grandes bloques a modo de suites sinfónicas. Pero también, y esa es la gran noticia, el score íntegro en sonido estéreo, incluidas un par de piezas que nunca llegaron a utilizarse y una versión alternativa de la secuencia del aeropuerto, procedente de aquellas sesiones con la London National Philharmonic y el Thames Chamber Chorus. Doble ración con matices para la que sin duda es una de las grandes bandas sonoras de Herrmann, que es casi lo mismo que decir una de las mejores bandas sonoras.

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