Monkey Week

¿Y qué pasa si los músicos pasan de la industria musical?

  • Cuatro artistas populares y de éxito hablan de sus intentos por controlar su creación

"Veamos qué dicen los pavos reales", comenta un crítico antes de entrar en la sala en la que se encuentran en la mesa cuatro celebridades de la música española: Miqui Puig, muy divertido; Nacho Vegas, muy silencioso; Hendrik Roever, muy analítico; y Juan Aguirre, sorprendentemente muy enfadado.

Aguirre, el 50% de Amaral, posiblemente la banda con un mayor éxito de nuestro país, hizo una narración de sus inicios, de los tiempos en que se ganaban la vida tocando en un garito de Malasaña, "sin dinero, pero viviendo de prestado en una casa con piscina", hasta llegar al dorado triunfo. Y su visión era la más sombría de todos los presentes. "Sé que soy un puto privilegiado, pero miro a mi alrededor y no entiendo nada, no entiendo por qué unos sí y otros no". Lanzó dardos envenenados contra casi todo lo que rodea al negocio, si podemos llamarlo así, y llegó a señalar con el dedo a la misma SGAE, a la que acusó de que "siendo nuestra asociación, hubo un momento en que decidió aliarse con las disqueras, con las multis y con las indis". Y aquí hubo estopa para todas.

Puig y Roever denunciaron que las independientes ponían a los jóvenes valores contratos leoninos por delante, que ellos mismos los habían firmado, y que en eso había algunas que no eran mucho mejores que las multinacionales en su trato al artista. "Se aprovechan del deseo del músico de lanzar su material al mercado". Aquí intervino Nacho Vegas para apuntalar: "Unas y otras piensan que firmas por amor al arte, pero tú te tienes que ganar la vida. Si alguien pregunta a qué te dedicas y tú dices 'soy músico', te contestan; 'ya , pero de qué vives'".

Puig considera que ha llegado un momento en el que la única fórmula es que el autor controle todo el proceso, pero en algún momento hay que distribuir. ¿Qué se hace entonces? "Entregarle el material a aquella disquera que te pueda joder menos", dijo. Para Puig, el negocio de la música no ha llegado al punto de ruina actual sólo por la irrupción de Internet, sino "porque debe ser el único sector en que un ladrón que pasa por ejecutivo enrrollado consigue ir de una disquera a la que ya ha arruinado a otra figurando como un gran fichaje. En cualquier otro sector, estaría acabado. Aquí, no. Es incomprensible".

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