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"Abran la frontera", un grito desesperado

Hace buen tiempo en el campamento de Idomeni, en el norte de Grecia. Cientos de coloridas tiendas de campaña a lo largo de las vías del tren han creado algo así como una atmósfera de camping. Pero los mensajes escritos con spray negro en algunas de ellas revelan la tragedia y desesperación: "Open the border" (abran la frontera) y "Help us" (ayúdennos)".

En este lugar se acumulan los refugiados que han quedado varados en la ruta de los Balcanes. Unas 11.000 personas esperan allí a que se les permita el paso por el "fortificado" paso fronterizo que separa Grecia con Macedonia. Algunos, muchos de Siria e Iraq, llevan días esperando. Están desesperados y la mayoría quiere continuar su viaje hacia el norte de Europa.

En la mañana del miércoles, la pequeña puerta en la valla de alambre se abrió brevemente para permitir la entrada de unas 200 personas. Familias con niños estuvieron entre los más afortunados y también muchos enfermos. En total, entraron 510. Ellos pueden continuar su viaje a Austria o Alemania. Cuando la puerta volvió a cerrarse, quienes seguían en el lado griego se abalanzaron para intentar entrar. Después: frustración, lágrimas y amarga decepción en los rostros.

El joven Samer, de Alepo, en el norte de Siria, lleva esperando ocho días delante de las fronteras bloqueadas. Lleva muletas y quiere viajar a Alemania para que le traten la herida que sufrió en la pierna. Es imposible volver a casa, dice. Las autoridades construyen otro campo de refugiados provisional para alojar a la gente. Las organizaciones humanitarias aseguran que cada vez es más complicado alimentarlos a todos.

Y la presión en la frontera entre Grecia y Macedonia no cede. Casi 600 kilómetros más al sur, en El Pireo, en tierra firme griega, siguen llegando los inmigrantes: más de 1.000 desde las islas del Egeo oriental llegaron el miércoles, tantos como en los últimos días.

Una de las islas especialmente afectada por el flujo es Samos. Del puerto de Vathy parten barcos de rescate italianos y suecos, de la guardia costera griega y recientemente dos patrullas de la Policía alemana. No dejan de sacar a refugiados del mar, sobre todo por la noche, y de llevarlos a la isla. Allí son registrados y alojados provisionalmente. Muchos esperan seguir su viaje a tierra griega para de ahí seguir su dura ruta por Europa.

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