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Bush hace oídos sordos a las críticas y acudirá a Pekín 2008

  • El presidente estadounidense asistirá el viernes a la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas, una decisión que ha causado un fuerte revuelo en Washington

"Soy un deportista, amo el deporte", dijo el presidente estadounidense, George W. Bush, y desde esa posición, como hincha del deporte, asistirá el viernes a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín, una decisión que ha causado un fuerte revuelo en Washington.

"He decidido no politizar los Juegos", argumentó Bush, quien ayer inició su noveno viaje a Asia en ocho años como presidente en una gira de una semana que lo llevará primero a Corea del Sur y a Tailandia, y luego a China, donde permanecerá cuatro días.

Muchos políticos en la capital de Estados Unidos sacuden la cabeza ante la decisión de Bush de estar presente en la apertura de los Juegos, algo que equivale a un apoyo político para el régimen de Pekín que él mismo fustigó durante sus dos mandatos en la Casa Blanca, ubicándose como adalid de la democracia y la libertad.

La semana pasada, en una resolución casi unánime, la Cámara de Representantes instó a China a respetar los derechos humanos y a no seguir apoyando las dictaduras de Myanmar y Sudán.

La presidenta demócrata del órgano legislativo, Nancy Pelosi, urgió Bush a "pronunciarse de manera clara" a favor de los derechos humanos en China y pidió que en Pekín el presidente se reúna con familiares de presos políticos.

"Es ridículo que un presidente se comporte como si fuera un mero fan (del deporte)", comentó el influyente diario The New York Times.

Bush, junto con su esposa, Laura; su padre (y ex presidente) George y dos hermanas, presenciará algunas competiciones de los Juegos, en las que pretende "divertirse", según él mismo explicó. En particular el presidente está ansioso por asistir al partido de baloncesto entre la selección de su país y la anfitriona.

Entre tanto deporte, Bush se hará un hueco para entrevistarse con su par chino, Hu Jintao, al que respeta y considera como a un "tipo derecho". El diario Boston Globe se preguntó cómo hará el jefe de la Casa Blanca para separar política de deporte y varios grupos defensores de los derechos humanos tildaron de "ingenuo" al presidente estadounidense por sus planes "olímpicos".

La semana pasada, el presidente se reunió en Washington con cinco disidentes chinos a quienes aseguró que llevará "el mensaje de la paz" a Pekín, donde abordará el tema de los derechos humanos. Inmediatamente, el Gobierno chino criticó ese encuentro, que calificó de "grave intromisión en los asuntos internos" de su país.

Bush será el primer presidente de Estados Unidos que participe como espectador de unos Juegos Olímpicos fuera de su país. Pero más allá de su amor por el deporte, tiene buenos motivos para viajar hacia Pekín: la importancia económica y militar de China no para de crecer y Washington necesita de su apoyo en varios terrenos, como los esfuerzos por la desnuclearización de Corea del Norte o la disputa con Teherán, también sobre la cuestión nuclear. Además, China es el mayor acreedor externo de Estados Unidos y tiene un superávit comercial con la mayor potencia mundial de unos 200.000 millones de dólares anuales.

En la Casa Blanca se informó que el domingo Bush asistirá a un servicio religioso en Pekín, donde tomará posición acerca de la libertad religiosa. Pero con seguridad el presidente estadounidense no hará ni dirá nada que moleste demasiado a su anfitrión Hu Jintao.

De hecho, en una entrevista concedida a la televisión del país asiático, Bush ni siquiera mencionó el tema de los derechos humanos y se limitó a subrayar que su visita a Pekín es "una señal clara de respeto hacia el pueblo chino".

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