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Crecen en Europa las voces contra la inmigración musulmana

  • El político holandés Geert Wilders no duda en comparar el Corán con 'Mi lucha', de Hitler, y califica a Mahoma como "bárbaro, asesino de masas y pedófilo"

Thilo Sarrazin, miembro del Bundesbank y del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), presentó este lunes su nuevo libro, una polémica obra llena de postulados antimusulmanes. Pero él no es el único. En toda Europa parece haber cada vez más voces que, como el populista holandés Geert Wilders, consideran el islam una amenaza.

Más de 1,5 millones de holandeses votaron en las elecciones parlamentarias de junio a Wilders, quien no duda en comparar el Corán con Mi lucha, del dictador Adolf Hitler, y que califica a Mahoma de "bárbaro, asesino de masas y pedófilo". Su formación, el xenófobo Partido para la Libertad (PVV), se convirtió en la tercera fuerza del Parlamento holandés. Entre sus objetivos figuran el freno a la inmigración procedente de países musulmanes, la prohibición del velo, el recorte de las ayudas a los ciudadanos musulmanes y el cierre de mezquitas. En un programa de la televisión australiana, Wilders tachó el islam de "ideología violenta" y pidió a todo Occidente que ponga freno a la inmigración proveniente de países de mayoría musulmana.

Sarrazin no fue quizá tan lejos, pero su libro Deutschland schafft sich ab - Wie wir unser Land aufs Spiel setzen (Alemania se disuelve: cómo ponemos en juego nuestro país) ha generado controversia en todo el país por asegurar que los turcos, primer grupo inmigrante en Alemania, y los musulmanes en general, se integran peor que el resto de extranjeros y hacen más daño que bien a la sociedad que los acoge. En su opinión, la integración en Alemania se hace difícil porque "la inmigración se concentra cada vez más en las capas culturalmente más bajas de la sociedad de países marcados por el islamismo".

"En toda Europa los inmigrantes musulmanes se integran claramente peor que el resto de grupos", insistió exponiendo que "las razones para ello no son étnicas, sino que aparentemente se encuentran en la cultura del islam". Así, en una abarrotadísima rueda de prensa en Berlín, acusó a esas comunidades de reducir el nivel educativo de Alemania y de haber contribuido al declive social y económico de la primera potencia europea. Y aún fue más allá al advertir del peligro de islamización que corre el país en las próximas décadas. Los turcos y los inmigrantes árabes tienen más descendencia que la población autóctona, por lo que, según sus cálculos, en tres generaciones, es decir a finales de siglo, podría producirse "el fin de la cultura alemana", lo que vendría a significar que los alemanes serían "extraños en su propio país".

Sus declaraciones llegan en un momento en el que el racismo y la intolerancia parecen ganar terreno en Europa, pese a que en Alemania sus asertos han provocado un enorme escándalo y una ola de críticas desde todos los frentes, incluso desde su propio partido, que anunció que abrirá un proceso de exclusión contra él por defender "ideas y valores contrarios al SPD".

En Francia, la política de expulsión de gitanos del gobierno de Nicolas Sarkozy se ha ganado cientos de reproches dentro y fuera del país y la Comisión europea está llevando a cabo su propio examen del tema, pero el presidente galo sigue adelante con su plan y en lo que va de año ha devuelto más de 8.000 gitanos a Rumania y Bulgaria. El ministro de Inmigración de Francia, Eric Besson, anunció la intención del gobierno de modificar la legislación local para permitir la repatriación de inmigrantes en caso de que éstos supongan una amenaza para el orden público o por "mendicidad agresiva" reiterada. Los proyectos de ley que serán presentados a la Asamblea Nacional el 27 de noviembre. El debate sobre cómo proceder con el tema de la inmigración generó fisuras dentro del equipo de gobierno. El ministro de Exteriores Bernard Kouchner admitió que estuvo a punto de renunciar por esta controversia.

También parece complicarse la situación para los inmigrantes no cualificados que decidan radicarse en Austria. La ministra del Interior austríaca, la conservadora Maria Fekter, planea introducir una ley que obligue a los nuevos inmigrantes a adquirir conocimientos básicos del idioma alemán antes de ingresar al país.

En Dinamarca, el conservador Partido Popular Danés (DVP), aumenta sus advertencias contra la amenazadora "islamización" del país, una alerta que ya empieza a ser tomada en serio por otras formaciones políticas. En ese país se reimprimirán a finales de septiembre las caricaturas de Mahoma que tanto rechazo generaron en 2005 entre los musulmanes. En esta ocasión podrán verse en un libro que analizará la indignación que causaron los dibujos del profeta en todo el mundo islámico.

El tema de la inmigración y la supuesta criminalidad que algunos sectores vinculan a ella se ha convertido en uno de los temas preferidos en Suiza, aunque el anterior ministro de Justicia, Christoph Blocher, estandarte de la Unión Democrática del Centro -el partido de derecha suizo-, parece haber moderado su postura en el último tiempo.

Lo mismo sucede en Italia, donde el Ejecutivo de Silvio Berlusconi se ha propuesto como primer objetivo garantizar la seguridad en el país y para ello ha decidido endurecer su lucha contra la inmigración ilegal, que considera vinculada directamente al aumento de la criminalidad.

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