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Durao Barroso, ni en pintura

  • Pese al apoyo unánime de los jefes de Estado y de Gobierno de los 27, la reelección del político portugués al frente de la Comisión Europea ha puesto en pie de guerra a los socialistas y los verdes en el europarlamento

La que parecía la segura reelección de José Manuel Durao Barroso para un segundo mandato al frente de la Comisión Europea se ha topado con el escarpado escollo de un grupo socialista en el Parlamento de Estrasburgo que no está dispuesto a dar su beneplácito de ninguna de las maneras al político portugués.

El cabeza de grupo de esa formación, Martin Schulz, volvía a dejar claro esta semana, por si quedaban dudas, de que su formación no tiene intención alguna de extenderle un cheque en blanco sin antes ponerle en alguno que otro aprieto. "Barroso es un pésimo candidato y no vamos a votar por él, tampoco en julio", reiteró.

La segunda fuerza del Parlamento Europeo, con 185 eurodiputados, respaldada por los Verdes de Daniel Cohn-Bendit, quien fuera símbolo de las revueltas estudiantiles de mayo de 1968 en París, sigue plantando cara al político portugués, a quien considera representante de la "peor cara del neoliberalismo".

Con este escenario, Suecia se enfrenta este mes de julio a un complicado inicio de presidencia semestral del bloque. Con la actual situación de equilibrios precarios en el Parlamento Europeo emanado de las últimas elecciones de principios de mes, los números, simplemente, no salen para Barroso.

Aunque los conservadores del Partido Popular Europeo siguen siendo la primera fuerza en la Eurocámara -con 264 eurodiputados-, no disponen de la mayoría absoluta y ello les obliga a plegarse a una aritmética de pactos.

Mientras tanto, el presidente del Partido Popular Europeo (PPE), Joseph Daul, insiste en que la reelección de Barroso -único candidato oficial- es ahora más necesaria que nunca.

"Necesitamos saber quién va a ser el próximo presidente de la Comisión. Necesitamos una presidencia estable en tiempos de crisis", subrayó.

Pero a pesar de haber recibido el apoyo político de los 27 socios de la UE, incluidos el de destacados socialistas como el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero en la pasada cumbre de Bruselas, los ocupantes de la Eurocámara están haciendo sonar una música diferente.

Muestra de la delicada situación es que aunque la presidencia semestral sueca pensaba convocar a los máximos representantes de los grupos parlamentarios de la Eurocámara a Estocolmo el pasado jueves para sondear sus intenciones de voto, la reunión se ha aplazado hasta el 6 de julio para ganar más tiempo. Por si la situación no fuera de por sí suficientemente compleja, los Liberales que componen el grupo ALDE, el tercero en Estrasburgo, tienen todavía que elegir a su nuevo líder.

Con sus 80 eurodiputados, ALDE ha sido siempre el partido bisagra que ha facilitado muchas de las votaciones parlamentarias de Estrasburgo, y en numerosas ocasiones se ha alineado con los socialistas.

De momento, todas las quinielas colocan al ex primer ministro belga Guy Verhofstadt como nuevo cabeza de grupo y se espera que sea nominado para el cargo el próximo día 30 de junio.

Ello podría complicar todavía más el complejo rompecabezas para la elección de Barroso, pues es bien conocido que Verhofstadt quiere que la decisión sobre el futuro de Barroso se retrase hasta el próximo mes de septiembre.

Mientras tanto, el reloj sigue avanzando y la partida de ajedrez se complica cada vez más para el portugués. Todavía queda por ver si, como aseguró hace unos días Cohn-Bendit, presentará en breve un "candidato alternativo a Barroso".

La ministra sueca para Asuntos Europeos, Cecilia Malmström, lo advertía recientemente en Bruselas: "Esperar hasta septiembre u octubre para elegir al nuevo presidente de la Comisión nos dejaría en un vacío de poder, lo que sería muy perjudicial para el conjunto de la UE".

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