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El Gobierno alemán intenta minimizar el fiasco de la elección del presidente

  • Decenas de miembros de la coalición de centroderecha mantuvieron en jaque a Merkel con su rechazo a Wulff

El vicecanciller alemán y ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, recalcó ayer que el Gobierno de centroderecha de Angela Merkel no quedó negativamente afectado por el revés sufrido el miércoles en las elecciones presidenciales, en las que su candidato necesitó tres rondas para ganar.

El democristiano Christian Wulff, el candidato de la alianza de gobierno de democristianos (CDU), cristianosociales (CSU) y liberales del FDP, y la propuesta personal de Merkel, no consiguió la mayoría absoluta necesaria en las dos primeras vueltas de la Asamblea Federal, un órgano mixto cuyo única misión es la elección del presidente.

Aquello se interpretó como un golpe para el Gobierno de Merkel, gravemente debilitado y con un nivel de popularidad mínimo debido a la división interna respecto a importantes temas como los drásticos recortes en el gasto público, las rebajas fiscales o la reforma sanitaria.

Pero según subrayó en Berlín Westerwelle, el hecho de que Wulff, hasta ahora jefe de gobierno del estado federado de Baja Sajonia, necesitase tres votaciones para imponerse a su principal rival, el pacifista Joachim Gauck , la ambiciosa y desafiante propuesta conjunta de la oposición ecologista y socialdemócrata, no representa ningún problema adicional para la coalición de gobierno. "No veo que las tres rondas supongan ningún tipo de carga" para el Ejecutivo, insistió. Al final, el candidato democristiano obtuvo "una clara mayoría".

De hecho, en la tercera vuelta, en la que basta una mayoría simple, obtuvo con sus 625 votos la mayoría absoluta (623 apoyos) que le había faltado en la dos votaciones anteriores, cuando se quedó en 600 y 615 votos.

"Creo que la política, y también la coalición, debería ocuparse menos de ella misma y más de acabar con los problemas de nuestros ciudadanos que tenemos que solucionar", continuó el liberal.

En esta ocasión el Gobierno de Berlín necesitaba urgentemente una rápida muestra de apoyo que ayudase a recuperar la credibilidad perdida por las graves peleas internas que desde hace semanas hacen temer por su continuidad tan sólo ocho meses después de haber comenzado su gestión.

Sin embargo, en la votación secreta efectuada en el Reichstag, sede de la Cámara Baja del Parlamento alemán o Bundestag, Wulff fue castigado por numerosos electores de su propias filas, que se decidieron por otro candidato o se abstuvieron, una muestra clara del malestar general y de la disidencia interna dentro de la coalición de Angela Merkel.

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