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Kan será primer ministro de Japón, el sexto desde 2006

  • El actual titular de Finanzas se ha comprometido a "llevar a cabo el cambio" que piden los japoneses.

La clase gobernante de Japón puso este jueves la directa para nombrar con rapidez a Naoto Kan primer ministro, el sexto en menos de cuatro años, y frenar la sensación de crisis que envuelve de nuevo a la política nipona.

Sólo dos días después de que Yukio Hatoyama anunciase su dimisión por su baja popularidad y romper sus promesas electorales, los 423 parlamentarios del Partido Democrático (PD) elegirán este viernes a su nuevo presidente, que horas después será nombrado jefe de Gobierno por la Dieta (Parlamento).

Salvo sorpresa mayúscula, el sustituto será el actual viceprimer ministro y titular de Finanzas, Naoto Kan, un físico de 63 años con fama de resolutivo e irascible, que ya fue dos veces presidente del PD en la época de oposición y tiene bastante peso en el partido.

En la presentación oficial de su candidatura, Kan se comprometió esta noche a "llevar a cabo el cambio" solicitado por la población en las elecciones del 30 de agosto de 2009, ganadas por una abrumadora mayoría con Hatoyama como líder.

Defendió además una política "limpia" de escándalos financieros, como los que han salpicado a los responsables de la Ejecutiva de su partido, y dijo que su objetivo es buscar una economía "fuerte" para Japón, segunda potencia económica mundial.

A última hora de este jueves eran abrumadores los apoyos públicos para Kan, incluso de dos ministros a los que se creía posibles contendientes, y el poderoso secretario general del PD, Ichiro Ozawa, alias "Shogun en la sombra", no le había puesto la proa.

Su único contrincante es un parlamentario de segunda fila, Shinji Tarutoko, de 50 años, al frente de un marginal grupo de diputados cercanos a Ozawa, quien este viernes dejará de ser "número dos" y ha anunciado que no optará a la elección en la Dieta.

El PD quiere agilizar la sucesión optando por esa votación, en la que participarán 307 diputados y 116 senadores, en lugar de convocar a toda su militancia a una elección interna, algo que llevaría semanas, u optar por nuevos comicios que podrían amenazar su dominio de la Cámara Baja.

Será la tercera vez desde otoño de 2006 que un partido, y no los electores, decidirá quién gobierna en Japón, donde la tradicional estabilidad en el empleo no parece contagiar a la clase política.

Los últimos cuatro primeros ministros de Japón han durado menos de un año y Hatoyama, cuyos índices de popularidad eran esta semana del 17%, estuvo ocho meses y medio, pese a arrollar en los comicios que acabaron con cinco décadas de Gobierno del conservador Partido Liberal Demócrata (PLD).

Medios y comentaristas locales se hacían eco este jueves de la incertidumbre política en Japón y criticaban a un partido novato que ha decepcionado a votantes deseosos de un cambio, entre los nuevos escándalos financieros que rodearon a Hatoyama y Ozawa.

"La gente no es que sienta decepción; es que siente desesperación", opinó el analista Atsuo Ito en el diario progresista Asahi, mientras un editorial del Mainichi instaba a aprender la lección de la renuncia de Hatoyama para no "dejar a cero" su gran victoria electoral.

El nuevo primer ministro de Japón deberá liderar a su partido en las elecciones que a mediados del mes de julio cambiarán a la mitad del Senado, que el PD controla ahora con el apoyo de otros grupos. Además, deberá renovar su puesto de presidente del Partido Democrático en septiembre, cuando concluía el mandato de dos años de Hatoyama, por lo que una eventual derrota electoral en la Cámara Alta podría acortar su mandato a apenas unos meses.

Si este viernes es elegido, Naoto Kan será el sexto jefe de Gobierno de Japón desde septiembre de 2006, después de Junichiro Koizumi, Shinzo Abe, Yasuo Fukuda, Taro Aso y Yukio Hatoyama, por ese orden.

Una vez sea nombrado presidente del PD, su elección como primer ministro en la Dieta este vierne es segura porque ese partido tiene mayoría absoluta en la Cámara Baja, cuya votación prevalece aunque el Senado lo rechace, según la Constitución nipona.

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