el conflicto de oriente próximo Las familias palestinas denuncian la falta de ayudas

Olvidados en el Valle del Jordán

  • Desalojado por el Ejército israelí, el pueblo de Fasayel tratan de sobrevivir a las extremas temperaturas del valle sin sombra, electricidad ni más agua que la que compra a Israel

De tradición nómada, el pueblo beduino de Fasayel, en el Valle del Jordán, no ha tenido que recorrer ni un solo kilómetro para asentarse en zona militar israelí.

El pasado 14 de junio, el Ejército de Israel despertó a sus habitantes a las 06:00 con diez patrullas y tres excavadoras, acordonó el pueblo declarándolo zona militar cerrada y en menos de tres horas arrasó con las viviendas de 103 vecinos, 64 de ellos niños, que una semana después tratan de sobrevivir a las extremas temperaturas del valle sin sombra, sin electricidad y sin más agua potable que la que compran con sus ahorros a Israel.

Son 18 las familias palestinas beduinas afectadas, 18 las viviendas derribadas y 3 las granjas que han quedado reducidas a montones de escombros, palos y alambre dejando la vida de niños, padres de familia y animales en manos del azar. "Si la situación sigue así morirán de insolación", afirman voluntarios internacionales en la zona, mientras los beduinos caminan y rebuscan entre los escombros recibiendo al visitante con el rostro quemado por el sol, la miseria y el olvido.

"Nadie, hasta hoy al mediodía se ha asomado por aquí para darles ayuda", denunciaba el martes Fathi Khdarit, coordinador de la organización Solidaridad con el Valle del Jordán, que denuncia tanto al gobierno local como a las organizaciones humanitarias internacionales que se acercan a diario para conocer la situación "y se marchan tal cual sin ofrecer alternativas a estas familias".

"Su miseria se está convirtiendo en un zoológico. Las grandes organizaciones humanitarias, la ONU, la Cruz Roja, varias ONG y el gobierno local han venido a verlos estos días y se han marchado sin ofrecer ninguna ayuda. ¿Nadie se da cuenta de que son seres humanos?", denunció Fathi, que se dice "avergonzado" de llevar y traer representantes de organizaciones "que al final no se mueven para ayudarles".

Sólo dos de las familias, las únicas con estatus de refugiados, han recibido material de la Oficina de la ONU para los Refugiados Palestinos (Unrwa) y han levantado tiendas que les permiten al menos cobijarse en la sombra. El resto siguen esperando.

El río Jordán riega las tierras del valle convirtiéndolas en las más fértiles de la zona y dibuja además una de las fronteras estratégicas de mayor importancia para Israel. "Controlar el Valle del Jordán significa controlar el agua y la economía de Cisjordania, y controlar además un punto clave de la región", explicó Fathi.

En base a los Acuerdos de Oslo firmados entre israelíes y palestinos en 1993, en los que el valle fue clasificado como Área C, Israel ejerce el control civil y militar en el 95% de la zona, lo que se traduce en la práctica en un mapa salpicado de campos de entrenamiento militar y de asentamientos israelíes que explotan casi la totalidad de los recursos naturales.

Según la organización israelí para la defensa de los derechos humanos Betselem, el 45,7% del valle ha sido declarado por Israel como zona militar, un 20% reserva natural y un 12% destinada a la construcción de colonias israelíes.

En medio de todo ello queda poco lugar para que la población local construya o extienda sus pueblos, y mucho menos para seguir practicando el nomadismo. Siempre existe la amenaza de demolición.

Cerca de 9.400 colonos israelíes viven repartidos en 37 asentamientos que se beben el 90% del agua del valle, dejando a los 65.000 palestinos y a los 15.000 palestinos beduinos el 10% del agua restante.

Así, la población local se ve obligada a robar agua de los canales israelíes o a comprar bidones a Israel por los que pagan gran parte de sus ahorros. Una familia media beduina de ocho hijos y dos adultos gasta cerca de 100 shekels (20 euros) al día para abastecer las necesidades básicas de alimentación, higiene y alimento para el ganado.

Los derribos y desalojos de casas se repiten con frecuencia. El de la semana pasada fue uno de los peores en los últimos meses pero se suma a muchos otros ejemplos. Esta misma semana otros 32 beduinos han sido evacuados de sus casas en Al Hadidya, donde las apisonadoras arrollaron ocho casas, y otros diez vecinos vieron cómo sus tiendas eran destruidas en Yerza.

"Lo peor es que ninguno de estos casos entran en el debate político", dice Fathi. "El Valle del Jordán es uno de los lugares olvidados de este conflicto", denuncia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios