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Pakistán busca limpiar su imagen

  • Las autoridades insisten en negar que hayan protegido al terrorista saudí pero las dudas persisten · Parece difícilmente creíble que los poderosos servicios secretos ignoraran la presencia de Ben Laden

Al Gobierno paquistaní le gusta mostrarse como un socio fiable en la lucha contra el terrorismo. Y la eliminación de Osama ben Laden por tropas estadounidenses en su territorio parece darle la razón. "Pakistán ha cumplido con su deber", aseguraba el presidente del país, Asif Ali Zardari, en un comentario en The Washington Post. En ese texto, el mandatario paquistaní asegura que carecen de fundamento las suposiciones de que en realidad su país protege a los terroristas. Los expertos temen, sin embargo, que Pakistán esté realmente jugando a dos bandas.

Islamabad no se puso del lado de Estados Unidos voluntariamente tras el 11 de septiembre de 2001. Hasta los atentados de Nueva York y Washington el Gobierno paquistaní era uno de los más importantes patrocinadores del régimen talibán en la vecina Afganistán, que por su parte acogía al líder de Al Qaeda.

Tras los ataques, Pervez Musharraf dio un giro. El entonces presidente paquistaní explicó los motivos para ese cambio en sus memorias, publicadas en 2006: el Gobierno estadounidense le amenazó con devolver su país a la edad de piedra a base de bombas si no cooperaba.

La población paquistaní no asumió ese cambio de posición tan fácilmente. En un sondeo representativo realizado en enero de 2008 por el instituto Terror Free Tomorrow, con sede en Washington, uno de cada cuatro paquistaníes tenía una visión positiva de Al Qaeda. Su líder, Ben Laden, contaba así con el doble de apoyo que el entonces presidente estadounidense George W. Bush.

La nueva posición de Islamabad generó también una gran controversia entre el aparato de seguridad paquistaní, que participó en la creación de los talibanes y otros grupos extremistas. El ex jefe de los servicios secretos (ISI) Hamid Gul es hasta hoy uno de los principales críticos de ese cambio de postura. En algunas entrevistas calificó de "luchador por la libertad" a Ben Laden y de "armas del hombre pobre" a los atentados suicidas.

El hecho de que hasta su muerte Ben Laden consiguiera esconderse en medio de la plaza militar de Abbotabad hace que surjan nuevas cuestiones sobre la fiabilidad de las fuerzas de seguridad paquistaníes.

"Es asombroso que pudiera vivir así en la boca del lobo", afirmó el director de la fundación alemana Konrad Adenauer en Pakistán, Babak Jalatbari. "Hay que aclarar si parte del ISI estuvo involucrada", agregó.

Según The New York Times, aún es muy pronto para decir "si la presencia de Ben Laden en Abbotabad refleja complicidad o incompetencia".

Un experto en Pakistán asegura que esa pregunta ya está contestada. "Estoy cien por cien seguro de que se trata de complicidad", explicó. "La fuerzas de seguridad no pueden ser tan incompetentes. Abbotabad es una plaza militar en la que todo esta controlada por el Ejército y el ISI. Quien alguna vez estuvo allí sabe que no es posible moverse sin ser controlado. Y menos establecerse allí siendo extranjero", agregó.

Y es que, según este analista, aunque las fuerzas de seguridad luchan contra los extremistas de su propio país no tienen interés en combatir el terrorismo internacional. Se cree que la ejecutiva de los talibanes afganos, bajo el mando del mulá Mohamed Omar, podría encontrarse en las ciudades paquistaníes de Quetta o Karachi.

No está claro si parte del ISI ha permitido actuar e incluso ha ayudado a los terroristas. Afganistán y la India han lanzado estas acusaciones tanto como Pakistán las he rechazado. El hecho de que las fuerzas de seguridad paquistaníes no fueran informadas hasta el último minuto de la operación contra Osama ben Laden dice mucho de la falta de confianza de Estados Unidos hacia sus aliados.

Jalatbari cree que la cúpula del aparato militar está intentando debilitar a los grupos extremistas. Pero los militares no son una organización homogénea sino un complejo cuerpo en el que todavía hay quienes se rigen por antiguos modelos de pensamiento.

Otros expertos aseguran, por el contrario que la muerte Ben Laden ha agudizado las tensiones entre Estados Unidos y Pakistán, pero ambos países, aliados en la guerra contra el terrorismo lanzada por Washington, tienen interés en mantener su alianza y superarán la actual situación.

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