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La UE sale del 'dique seco' con la firma del Tratado de Reforma

  • El texto suple al fallido proyecto de Constitución · Barroso pide a los gobiernos "valentía" en el proceso de ratificación

Los líderes de los 27 países de la Unión Europea firmaron ayer el Tratado de Reforma, sucesor del fracasado proyecto de Constitución, con el que pretenden agilizar el proceso de toma de decisiones tras la incorporación de doce nuevos miembros y afrontar con éxito la globalización.

En un escenario histórico y majestuoso, en el claustro del Monasterio de los Jerónimos, después de los acordes del Himno a la Alegría, los jefes de Estado y de Gobierno europeos, acompañados por sus ministros de Asuntos Exteriores, rubricaron con un bolígrafo de plata el nuevo Tratado, el cuarto de que se dota la UE y al que se llega tras un largo y doloroso proceso de desencuentros.

La ceremonia tuvo la ausencia notable del primer ministro británico, Gordon Brown, que firmó el acuerdo más tarde, después de incorporarse al almuerzo ofrecido por la Presidencia portuguesa en el Museo de Carruajes de Lisboa.

Inauguró las firmas del texto el primer ministro saliente belga, Guy Verhofstadt, a quien en su país no encuentran sustituto debido a las fuertes discrepancias entre flamencos y valones.

"Este Tratado responde al desafío de la mejoría de la eficacia en el proceso de decisión. El proyecto europeo se legitima por sus resultados, y sólo una Europa capaz de decidir será capaz de obtener resultados", dijo el jefe del Gobierno portugués y presidente de turno de la UE, Jose Socrates, que valora el documento firmado ayer como fundamental para el futuro de una UE más "moderna, eficaz y democrática".

En el mismo sentido se pronunció el presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, que considera que el Tratado de Lisboa es "un maravilloso regalo de cumpleaños" para la UE en su cincuenta aniversario, pero instó a los jefes de Estado y de Gobierno europeos a que se centren en lograr la ratificación del mismo lo más rápido posible, para que pueda entrar en vigor el 1 de enero de 2009.

Pero el nuevo texto deberá pasar ahora la prueba de fuego en la que naufragó la Constitución europea, que también fue firmada en octubre de 2004 en Roma y luego no logró sobrevivir al rechazo en los referendos celebrados en 2005 en Francia y Holanda, pese a haber sido ratificada por 18 países, entre ellos España, que también lo hizo por referéndum popular. El recuerdo de ese fracaso está presente a la hora de abordar el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa, que se pretende que esté concluido a finales de 2008 para que pueda entrar en vigor en enero de 2009.

La práctica totalidad de los socios de la Unión Europea parece que lo harán por trámite parlamentario, con la excepción de Irlanda que, por ley, debe someterlo a referéndum.

En otros países, como Dinamarca o el Reino Unido, en los que existen fuertes presiones para la convocatoria de una consulta popular, sus dirigentes parecen haberlo descartado de momento.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, pidió en su discurso a los gobiernos europeos que "hagan gala de la misma valentía política" que mostraron en la negociación para sacar adelante ahora el proceso de ratificación. "Ha llegado el momento de avanzar. Europa tiene que hacer frente a muchos retos y nuestros ciudadanos quieren resultados", dijo ayer Barroso, que considera que para hacer frente a los desafíos actuales, "es necesario que la UE tenga capacidad de decisión, y disponga de instrumentos para dar respuestas".

También instó a la unidad en el mundo actual globalizado, porque para jugar un papel en el escenario internacional "y ser fuertes ante las grandes potencias", Europa "necesita estar unida", afirmó tras citar a su compatriota el escritor portugués Fernando Pessoa para señalar que "Europa tiene hambre de creación y sed de porvenir".

La ceremonia de la firma tuvo como broche final dos canciones de la portuguesa Dulce Pontes que interpretó Canción do mar y Amar Portugal, ante un exclusivo auditorio de jefes de Estado y de Gobierno europeos, invitados como el Alto Representante de la UE, Javier Solana, y el ex presidente portugués Mario Soares.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, fue el último en ocupar su silla al comienzo de la ceremonia, de la misma manera que también lo fue en llegar al Monasterio de los Jerónimos, donde, antes de acudir a saludar al anfitrión, el jefe del Gobierno de Portugal, se acercó a un grupo de periodistas.

Sarkozy destacó a los informadores la importancia del nuevo Tratado de la Reforma que va a permitir que "a partir de ahora se puedan adoptar medidas" sobre temas tan fundamentales como el medio ambiente y defensa.

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