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El ataque talibán a la base del príncipe Enrique fue el peor en diez años de guerra

  • Los terroristas destruyeron seis aviones y dañaron de manera significativa otros dos

El ataque de los talibanes contra la base de la OTAN en la que se encuentra el príncipe Enrique y la muerte de seis militares extranjeros a manos de policías afganos marcaron un fin de semana negro para la coalición.

En la guerra de comunicación que libran los dos campos, los rebeldes han ganado con diferencia la última batalla. Su ataque al acantonamiento del tercer heredero en la línea de sucesión al trono británico, además de un golpe mediático, se ha transformado en un triunfo militar.

La ISAF, la fuerza armada de la OTAN en Afganistán, informó de la destrucción de seis aviones de combate estadounidenses, "daños significativos" en otros dos aparatos, tres puestos de abastecimiento destruidos y seis hangares de aviones alcanzados.

El balance parece más bien consecuencia de un bombardeo que de un ataque desde tierra como fue el caso. En 10 años de conflicto en Afganistán, las fuerzas de la coalición jamás sufrieron semejantes pérdidas materiales, admitió una fuente de seguridad.

El intenso ataque de más de cuatro horas con armas ligeras, obuses y cohetes, mató a dos estadounidenses e hirió a nueve efectivos de la coalición.

Según el último balance 15 insurgentes "bien equipados, armados y que habían ensayado" el ataque, penetraron en la base, "vestidos con uniformes del ejército estadounidense" y "armados con fusiles automáticos, lanzacohetes y chalecos de kamikaze". Catorce murieron en el asalto.

"Había coordinación, precisión. El asalto tenía un blanco, como haría un comando occidental. Ha sido un ataque de fuerzas especiales", comentó un portavoz.

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