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Los complejos equilibrios del relevo en Cuba

Con la salida de Raúl Castro de la Presidencia, la Cuba revolucionaria abrirá nueva etapa regida por un Gobierno que refleja los complejos equilibrios del poder en la isla, donde se mezclan renovación y continuismo y donde la vieja guardia no perderá de vista a los nuevos dirigentes.

El recambio generacional tantas veces mencionado por Castro en sus dos mandatos se saldó con el sucesor esperado, Miguel Díaz-Canel, al frente de un Consejo de Estado que supondrá una renovación sólo parcial de sus miembros con 13 caras nuevas frente a 18 que permanecen y un 77,8% de sus integrantes nacidos después del triunfo de la Revolución.

El máximo órgano de Gobierno en Cuba se rejuvenece ligeramente con respecto al anterior: la media de edad es de 54 años, tres menos que el designado en 2013.

Pero lo que llama la atención es la supervivencia de algunos "históricos" y representantes de la considerada "vieja guardia" que se mantienen a pesar de que el general Castro sí ha cumplido su promesa de dar un paso al lado, llevándose a su correligionario de lucha José Ramón Machado Ventura, que sale del Consejo de Estado.

Pero ni Castro ni Machado se van del todo: ambos seguirán siendo el primer y segundo secretario del Partido Comunista de Cuba hasta 2021, año en el que está previsto el siguiente congreso de la formación. Esa circunstancia sugiere la idea de que la primera fase del poscastrismo estará pilotada por Díaz-Canel al frente del Gobierno pero tutelada desde la dirección del partido único, la "fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado" tal y como lo define la Constitución cubana.

Aunque Cuba es un sistema socialista de partido único, el poder no es absolutamente monolítico y existen diferentes sensibilidades o sectores, tal y como refleja el Consejo de Estado. En él están presentes la vieja guardia, las Fuerzas Armadas, la nueva dirigencia emergente durante el raulismo, la juventud, el sindicalismo, la cultura, la sanidad, la educación y hasta la ciencia y el deporte.

Quien supone una incógnita en este encaje de equilibrios es el número dos del Gobierno, Salvador Valdés, que sin ser histórico puede considerarse un leal dirigente de la vieja guardia y de perfil un tanto gris, pese a que fue ministro de Trabajo de Fidel Castro y líder de la Central de Trabajadores.

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