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Dos muertos y decenas de heridos en las protestas de indignados en Brasil

  • Cerca de un millón de brasileños han salido a las calles de 80 municipios del país exigiendo mejores servicios públicos. Las víctimas son una barrendera, por inhalación de gas, y un hombre atropellado.

Una barrendera que inhaló gas lacrimógeno lanzado por la policía contra los manifestantes en la ciudad amazónica de Belén murió de un paro cardíaco y se convirtió en la segunda víctima de las protestas que sacuden a Brasil desde la semana pasada, informaron fuentes oficiales. La primera víctima fue un joven que murió atropellado en la ciudad de Ribeirao Preto en una de las manifestaciones por mejores servicios públicos que movilizaron a más de un millón de brasileños en al menos 80 ciudades.

La barrendera Cleonice Vieira de Moraes, de 54 años y empleada de la compañía de limpieza pública de Belén, tuvo que ser hospitalizada anoche al complicarse su estado tras haber inhalado gases lacrimógenos lanzados por la policía para dispersar a los manifestantes concentrados en la capital del estado de Pará. La funcionaria pública, que sufría de hipertensión, murió en la mañana de este viernes por las complicaciones de dos paradas cardíacas, según informó el secretario municipal de Saneamiento de Belén, Luiz Otavio Mota, en una rueda de prensa. Vieira de Moraes estaba junto con otros barrenderos en un local del centro de Belén que comenzarían a limpiar tras el paso de los manifestantes pero la explosión de un artefacto explosivo dispersó al grupo.

La primera víctima de las protestas fue el estudiante Marcos Delefrate, de 18 años, que murió atropellado por el conductor de un vehículo que lanzó el automóvil contra un grupo de manifestantes que bloqueaban una vía en Ribeirao Preto. Pese al carácter pacífico de la mayoría de las manifestaciones en 80 municipios, las protestas en algunas ciudades terminaron con incidentes violentos. Los enfrentamientos entre policías y manifestantes en la noche del jueves dejaron al menos 62 heridos en Río de Janeiro, donde España se enfrentó a Tahití en la segunda jornada de la Copa de las Confederaciones, y otros 50 en Brasilia.

Los conflictos fueron provocados por el intento de pequeños grupos de manifestantes de invadir edificaciones públicas como el Congreso Nacional, la sede de la Cancillería, la Alcaldía de Río de Janeiro y la Gobernación de Ceará. Las protestas comenzaron la semana pasada en Sao Paulo, exclusivamente contra la subida de las tarifas de transporte público, pero ganaron otras reivindicaciones, como mayores inversiones en la salud y la educación pública, y críticas a los elevados gastos del Gobierno para organizar eventos como el Mundial de fútbol de 2014.

Pese a que varias alcaldías, incluyendo las de Sao Paulo y Río de Janeiro, ya anunciaron la reducción de los pasajes de autobús, metro y tren, los manifestantes mantuvieron sus protestas y las de ayer fueron las más numerosas hasta ahora. La FIFA negó la posibilidad de que se suspenda la Copa Confederaciones por las protestas sociales. Ninguna selección ha solicitado abandonar la competición y el organismo futbolístico tampoco ha barajado la posibilidad de cancelar el torneo, que congrega a ocho equipos.

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