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La otra guerra de África

  • Tanto la guerrilla del Chad como de Sudán han logrado llegar a sus respectivas capitales, una situación que dificulta que las partes implicadas se sienten a negociar

El recrudecimiento de la guerra del Congo ha recobrado para la primera línea informativa las guerras olvidadas de África. Pero un poco más al norte es el conflicto de Darfur el que concita mayor preocupación internacional.

"El conflicto en Chad y Sudán es un enfrentamiento económico, tribal y de poder", asegura Félix Arteaga, investigador de seguridad y defensa del Real Instituto Elcano, quien explica que es una mezcla inseparable entre "la guerra interna por el control del Chad y Sudán y la lucha externa entre ambos por el expolio de recursos".

Todas las partes en contienda confluyen en Darfur, una región sudanesa que es un ir y venir de rebeldes armados, soldados, misiones humanitarias, refugiados tanto del Chad como de Sudán y por supuesto, de vándalos y traficantes de armas.

Con semejante población, es fácil entender que esta zona fronteriza de unos 3.000 kilómetros cuadrados de extensión sea un polvorín susceptible de explotar hacia cualquiera de los lados .

Son muchas las circunstancias que complican que este conflicto tenga una solución. Es una partida en tablas, "las batallas se libran en las capitales y ambas milicias han logrado llegar tanto a Yamena como a Jartum, una en febrero y la otra en marzo" y este empate hace que resulte más difícil conseguir que se sienten a negociar todas las partes. "Mientras siga demostrándose que el uso de la fuerza ayuda a ganar la partida, seguirán utilizándola", asegura Arteaga en una entrevista a este diario.

A nivel interno, uno de los principales problemas es que la democracia y las instituciones no cuajan en un sistema donde una minoría zaghawa controla el poder frente al 97% de la población restante. Sin embargo, "aunque el componente racial complica la situación, se trata más bien de un conflicto de poder", comenta el analista.

En cuanto a los problemas externos, detrás de toda crisis siempre hay algún recurso susceptible de ser expoliado. "Toda zona donde hay petróleo alimenta las expectativas tanto de los países limítrofes como de los rebeldes de cada facción, como sucedió en la época de los diamantes", señala Arteaga.

"El petróleo es un elemento desestabilizador, ya que quien tenga las concesiones de los pozos se hará con el dinero, con el poder y, por lo tanto, con las armas que le permitan conservarlo" explica el analista.

El equilibrio de poder comenzó a alterarse en 2004 cuando afloraron divisas procedentes del petróleo que otorgaron al Gobierno chadiano una capacidad de influencia de la que hasta entonces no disponía.

El Chad produce alrededor de 160.000 barriles de petróleo diarios y tiene en reserva otros 1.500 millones. No es mucho si se compara con otros países como Nigeria, el primer productor africano con 36.000 millones de barriles en su reserva, pero ha sido suficiente para reactivar la economía chadiana, cuyo PIB crece un 5% anualmente.

"Los ingresos del petróleo fueron desviados y derrochados hacia inversiones en armas y fortunas personales de los allegados al presidente del Chad, Idriss Deby,", asegura el especialista en economía africana e investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas francés (IRIS), Philippe Hugon, y "todos quieren su parte", añadió.

A esto hay que sumarle la guerra entre el Chad y Sudán que comenzó oficialmente en 2005, cuando el Gobierno de Deby hizo un llamamiento a la población para que se movilizara contra el "enemigo común", los militantes del RDL respaldados por Sudán.

Ambos se acusan mutuamente de ayudar a los rebeldes del bando contrario. Yamena cree que Jartum apoya económica y logísticamente a la Unión para la Democracia y el Desarrollo, mientras Sudán asegura que Deby ampara al Movimiento para la Justicia y la Libertad y al Ejército de Liberación.

La Fuerza de la Unión Europea (Eurofor) desplegó sus fuerzas en Darfur después de haber tenido que retrasar las misiones por los conflictos internos de rebeldes, en marzo de este año. Sin embargo, "el número de efectivos no es suficiente para controlar una zona tan amplia y a esto hay que añadirle el problema con las autoridades locales, que ven en las misiones occidentales, tanto humanitarias como militares, una posible amenaza" explica, el analista internacional.

Otro de los problemas de esta crisis que asuela al Chad y Sudán es que la comunidad internacional no sabe cómo afrontar un panorama tan cambiante. Ahora por ejemplo todo apunta a que los rebeldes opositores al régimen del presidente Deby, apoyados por Jartum, planean lanzar de forma inminente un ataque sobre Yamena .

En este caótico panorama, la Eurofor se sitúa en medio de un vasto territorio intentando proteger a medio millón de refugiados, pero no puede parar la violencia que asuela Darfur. "La UE delega como en otros conflictos en la Unión Africana (UA), pero ésta no acaba de desplegar", comenta Philippe Hugon.

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