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La polémica visita de Gadafi divide al Gobierno francés

  • Nicolas Sarkozy justifica con contratos comerciales el viaje del líder libio, quien recibe fuertes críticas por su comportamiento en materia de derechos humanos

El líder libio, Muamar Gadafi, comenzó ayer una visita a Francia marcada por millonarios contratos en armamento y energía y fuertes críticas por su comportamiento en materia de derechos humanos, que incluso ha creado fisuras en el Gobierno.

El guía libio llegó ayer a París y, tras ser recibido por la ministra de Interior, Michele Alliot-Marie, se desplazó al Palacio del Elíseo para su primer encuentro con el presidente, Nicolas Sarkozy. Fue el jefe de Estado francés quien, tras la cita, anunció la firma de diferentes contratos en los ámbitos de defensa, transporte y energía por un valor estimado en unos 10.000 millones de euros, acuerdos que, según dijo, beneficiarán "a la industria y al crecimiento francés".

Gadafi, de 65 años y en el poder desde 1969, llegó rodeado de la controversia que le ha caracterizado durante décadas, aunque en 2003 empezó a cambiar la actitud hacia él de Occidente. Ese año, el líder libio anunció el desmantelamiento de sus programas secretos de armamento y después inició un proceso de indemnización a las víctimas de los atentados contra un avión estadounidense en 1988 (270 muertos) y otro francés en 1989 (170 muertos).

Ahora, Gadafi dialoga con Occidente, algunos de cuyos países ven oportunidades comerciales.

Es el caso de Francia, donde el argumento de la apertura de mercados no convence a muchos. Así, la oposición de izquierdas ha criticado al Gobierno por justificar con contratos la presencia de Gadafi, cuyo liderazgo en un país acusado de no respetar muchas libertades ha suscitado duras palabras de organizaciones cívicas.

La novedad es que la visita ha originado incluso malestar entre miembros del Ejecutivo, como el titular de Exteriores, Bernard Kouchner, partidario de "no olvidar el nombre de las víctimas que le fueron imputadas" a Gadafi ni "sus sufrimientos". Kouchner dijo ayer que por una "feliz coincidencia" no estaría en la cena de gala de anoche en el Elíseo -tiene una con su colega alemán- y en ese punto coincide con la secretaria de Estado para los Derechos Humanos, Rama Yade.

Ante las críticas, el presidente volvió a subrayar que Trípoli "ha tomado el buen camino hacia la reintegración en la comunidad internacional". "Libia ha escogido renunciar definitivamente a la posesión del arma nuclear, se ha puesto bajo control de las entidades internacionales y ha renunciado al terrorismo", añadió.

Sarkozy indicó que había recordado a Gadafi la conveniencia de culminar el proceso de indemnizaciones a la víctimas de atentados y le había planteado la necesidad de "avanzar por el camino de los derechos humanos".

El libio verá de nuevo a Sarkozy mañana, cuando también se reunirá con empresarios. Hasta el sábado, el dirigente magrebí acudirá al Palacio de Versalles, la Asamblea Nacional y la tumba del general De Gaulle, y tendrá algún encuentro de prensa, pero muchos actos están en el aire.

Durante su visita proseguirá el trabajo de la comisión parlamentaria que desde hace semanas analiza las relaciones entre Francia y Libia y, en especial, los acuerdos comerciales. Todo ello tras la polémica suscitada por las noticias de que esos contratos comerciales surgieron tras la liberación, el 24 de julio, de las enfermeras búlgaras y el médico palestino, encarcelados durante años bajo la acusación de inocular el virus del sida a cientos de niños. Al día siguiente, Sarkozy visitó Libia y de ahí salieron acuerdos que el Gobierno niega que fueran contrapartidas a la liberación y sobre los que investiga la comisión.

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