el tráfico de drogas globalizado Un problema que amenaza la estabilidad política

Como ratones por Centroamérica

  • Los cárteles del narcotráfico mexicano avanzan hacia el sur y la situación ya es especialmente grave en países como Guatemala, El Salvador y Honduras

"Los Zetas andan como ratones recorriendo todo el país". Quien habla es el presidente de Guatemala, Álvaro Colom, cada vez más desbordado por una situación que se complica día a día. A la pobreza, las desigualdades, la corrupción, la debilidad institucional y la delincuencia que prolifera en la mayoría de países centroamericanos se une ahora otro problema: la expansión hacia el sur de los cárteles mexicanos y su violencia.

La situación ya es grave en Guatemala, El Salvador y Honduras pero las actividades de los cárteles se extienden por todo el istmo. Los gobiernos de la región buscan soluciones: hace falta coraje político, dinero, acciones sociales y desarrollar un sistema judicial y policial centroamericano para atajar conjuntamente esta lacra, dicen los expertos.

14 de mayo de 2011. 27 campesinos son asesinados y decapitados. Los atacantes pintan con sangre la pared de la casa con amenazas contra el dueño, al que no encontraron. La masacre se atribuye a los Zetas. Diez días más tarde, en una provincia vecina, hallan descuartizado a un fiscal auxiliar que había participado en la detención de miembros de este grupo. Los trozos de su cuerpo estaban en bolsas de plástico ante un edificio de gobierno; la cabeza se encontró en un mercado. La escena se ha repetido muchas veces en México, pero esto pasó en Petén, Guatemala.

7 de septiembre de 2010. Hombres armados con AK-47 entraron en un taller de zapatos y acribillaron a 17 personas. Las autoridades dijeron que se debió a un conflicto entre maras que trabajaban para los cárteles. Tampoco es México, fue en Honduras.

Centroamérica es desde los años 70 zona de tránsito de la droga sudamericana pero durante décadas familias de narcotraficantes locales se repartían el pastelsin que la violencia se extendiera a los civiles. Según explica el investigador y experto en crimen organizado Edgardo Buscaglia, cuando el cártel de Sinaloa entra en Guatemala, comienza a corromper a sus autoridades y a operar con grupos locales "como si fueran franquicias". Pero todo cambia con los Zetas. En México, su aparición a finales de los 90 como brazo armado del cártel del Golfo (del que ya se separó) provocó un cambio en la forma de matar: no sólo había que asesinar, había que generar terror. Y eso hicieron en el sur. "Sinaloa capturó a las autoridades pero no genera violencia física; los Zetas sí y la utilizan para controlar más a sus socios", añade Buscaglia.

El presidente Colom indicó recientemente que los Zetas comenzaron a entrar en el país en 2004. En 2007, el entonces procurador general de México, Eduardo Medina Mora, según documentos de Wikileaks, consideraba la región guatemalteca de Petén, fronteriza con su país, "tierra de nadie" ya que la reducción de las fuerzas de seguridad había creado un "vacío de seguridad". Un año después la violencia estalló abiertamente cuando los narcos locales pidieron ayuda a Los Zetas para librarse de un socio que les estafaba a todos. Los narcos llegaron a tener en la selva zonas con tanto tránsito de aviones como "un aeropuerto internacional", en palabras de Colom. En 2009, los Zetas ya tenían 67 bases de operaciones en la frontera entre México y Guatemala (según datos de Buscaglia) y no sólo traficaban con droga sino con personas, con armas, con productos piratas, con todo.

La expansión de los narcos mexicanos hacia el sur se facilitó debido a la corrupción, la pobreza (la tasa de malnutrición infantil de Guatemala es la tercera peor del mundo) y la debilidad institucional de países que no tenían cerradas las heridas de sus sangrientas guerras civiles. Además, comenzaron a utilizar a las pandillas más violentas y organizadas, como la Mara Salvatrucha (que se alió con los Zetas) y la M-18 (con Sinaloa), que desde El Salvador extendieron cada vez más su poder (el año pasado llegaron a bloquear la capital en protesta por una ley que las criminalizaba aprobada después de que quemaran un autobús donde murieron 19 personas).

Según Buscaglia, estos grupos ya se han convertido en "organizaciones criminales dedicadas a 13 tipos de delitos, entre ellos el tráfico de personas y tienen conexiones en 21 países". Son "prácticamente mafias", añade el periodista salvadoreño Óscar Martínez, que reclutan a jóvenes y a niños marginales, normalmente víctimas de violencia familiar y a los que convierten en sicarios para engancharlos.

La lucha contra la delincuencia organizada en Centroamérica se queda corta. Falta dinero, faltan políticas integrales y falta, sobre todo, Justicia. EEUU ayuda pero con mucho menos dinero (ha comprometido 260 millones de dólares para tres años) que en el caso de México o Colombia aunque, según la ONU, el triángulo formado por Honduras, El Salvador y Guatemala tiene la tasa de homicidios más alta del mundo, la mitad -estima Álvaro Colom- vinculados al narco, y el crimen cuesta a Centroamérica el 8% de su PIB, según el Banco Mundial.

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